21 de agosto de 2017 – TO – LUNES DE LA XX SEMANA
Si quieres ser
perfecto vende todo lo que tienes
Lectura del libro de los
Jueces 2, 11-19
Los israelitas hicieron lo que es malo a
los ojos del Señor y sirvieron a los Baales. Abandonaron al Señor, el Dios de
sus padres, que los había hecho salir de Egipto; fueron detrás de otros dioses
-los dioses de los pueblos vecinos- y se postraron delante de ellos, provocando
así la indignación del Señor. Abandonaron al Señor para servir a Baal y a Astarté.
Por eso, la ira del Señor se encendió
contra Israel: él los puso en manos de salteadores, que los despojaron; los
entregó a los enemigos que tenían a su alrededor, y no pudieron oponerles
resistencia. En todas las campañas, la mano del Señor se ponía en contra de
ellos para hacerles mal, como el mismo Señor lo había dicho y jurado. Así se
encontraron en una situación muy angustiosa.
Entonces el Señor suscitaba jueces, que
salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. Pero los israelitas no
escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían, yendo detrás de otros dioses
y postrándose delante de ellos. Se desviaban muy pronto del camino seguido por
sus padres, que habían obedecido los mandamientos del Señor. Ellos, en cambio,
no hacían lo mismo.
Cuando el Señor les suscitaba jueces,
estaba con el juez y los salvaba de las manos de sus enemigos mientras vivía el
juez, porque se compadecía de los gemidos que les provocaban sus opresores y
perseguidores. Pero cuando moría el juez, volvían a pervertirse más aún que sus
antepasados: iban detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de
ellos, sin renunciar en nada a sus malas acciones y a su conducta obstinada.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 105, 34-35. 36-37. 39-40. 43ab y 44 (R.: 4a)
R. Acuérdate
de mí, Señor, por el amor que tienes a tu pueblo.
No exterminaron a los pueblos
como el Señor les había mandado;
se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres. R.
Rindieron culto a sus ídolos,
que fueron para ellos una trampa.
Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas. R.
Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con su mala conducta;
por eso el Señor se indignó contra su
pueblo
y abominó de su herencia. R.
El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su actitud.
Sin embargo, el miró su aflicción
y escuchó sus lamentos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 19, 16-22
Se le acercó un hombre y le preguntó:
«Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la Vida eterna?»
Jesús le dijo: « ¿Cómo me preguntas acerca
de lo que es bueno? Uno solo es el Bueno. Si quieres entrar en la Vida eterna,
cumple los Mandamientos.»
« ¿Cuáles?», preguntó el hombre. Jesús le
respondió: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti
mismo.»
El joven dijo: «Todo esto lo he cumplido:
¿qué me queda por hacer?» «Si quieres ser perfecto, le dijo Jesús ve, vende
todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo.
Después, ven y sígueme.»
Al oír estas palabras, el joven se retiró
entristecido, porque poseía muchos bienes.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Una vez muerto Josué, las diversas tribus
continuaron instalándose en la tierra prometida. No faltaron los conflictos con
los pueblos allí establecidos mientras los israelitas intentaban hacerse un
lugar entre los pueblos cananeos. Durante este tiempo, los recién venidos iban
asimilando una cultura sedentaria y agrícola, e hicieron lo que desagradaba al
Señor y dieron culto a los Baales. Siguieron a otros dioses de los pueblos de
alrededor.
Entonces se encendió la ira del Señor
contra Israel. Los puso en manos de salteadores, los abandonó a los enemigos
del alrededor y fueron incapaces de resistirles. Fueron sumidos en un gran
desamparo.
El castigo viene del mal mismo: se es
castigado por donde se ha pecado. Los vecinos, a los que se ha imitado, son los
que se encargan de hacer sufrir a los israelitas. Los éxitos o fracasos
históricos son interpretados como un efecto de la acción de Yahvé, que toma una
actitud severa, que se indigna, que les es contrario, que hasta los «vende» a
los enemigos; pero que por medio de unos hombres escogidos los libera, cuando
el pueblo con su clamor manifiesta un inicio de conversión. Es la historia de
la fe de un pueblo no siempre edificante, una historia que es lugar de
encuentro entre Dios y su pueblo.
Es también la historia del amor de Dios.
Un amor que, es apasionado y celoso, que no soporta la infidelidad. La
responsabilidad del hombre y su obediencia a los preceptos del Señor son
indispensables, si el hombre quiere vivir feliz en la tierra prometida.
El amor del Señor es fundamentalmente gratuito.
El Señor se conmovió por los gemidos que proferían los israelitas bajo la
violencia de sus opresores.
Dios los guió durante estos dos siglos
suscitando a los jueces, personas carismáticas que les ayudaban a defenderse
del continuo acoso de los enemigos, y les transmitían la voluntad de Dios.
***
Jesús va camino de Jerusalén y es en este
caminar donde se dan las condiciones para cimentar las características del
auténtico discípulo. Un joven se acerca a Jesús, quiere conseguir la vida
eterna y por eso le pregunta qué debe hacer para lograrlo;
Jesús no ejerce violencia. La pedagogía
que usa es sumamente respetuosa y su respuesta se ajusta a la ley, que
seguramente este hombre conocía desde chico. Jesús no le exige que cumpla los
seiscientos veinticinco preceptos religiosos, sino que, lo invita a cumplir
sólo aquellos que permiten una sana convivencia, aquellos que tienen que ver
con el cuidado del otro, la solidaridad y el amor al prójimo.
Pero, el joven desea más seguridades, e
intuye que hay una conexión entre el bien y la plena realización del propio
destino. El Maestro no se queda en las cosas. Señala un horizonte de vida,
quiere un compromiso total para seguirlo. No basta con dar a los pobres; es la
vida entera la que entra en el compromiso. Apunta más alto: “Sean perfectos
como el Padre del cielo”.
Por eso Jesús le sugiere que dé su riqueza
a los pobres y que lo siga. De este modo tendrá las manos libres para recibir
los dones de Dios.
Él quería asegurar esta vida y la otra, y
lo que le propone Jesús es una invitación a romper con toda seguridad manejable
para abandonarse a la seguridad de Dios.
Al invitarlo a ser discípulo, Jesús le
ofrece el pleno desarrollo, imposible bajo el régimen de la ley. El joven debe
deshacerse de lo que tiene, sin esperanza de retorno; dejando la seguridad de
la riqueza encontrará otra seguridad superior. Jesús le propone la opción entre
dos señores, Dios y el dinero; lo llama a la nueva fidelidad, al amor a todo
hombre, como el Padre del cielo.
El joven no responde a la invitación. Se
va triste, incapaz de llegar a la madurez. Ha oído el mensaje, pero la
seducción de las riquezas lo ha ahogado. A Jesús no se le puede seguir con
demasiado equipaje. El joven se marchó triste: no logró vencer el apego al
dinero.
La mentalidad actual se basa en las falsas
seguridades. Propone un ideal de amor que sólo tiene en cuenta el sexo y la
pasión. El ideal de vida sólo se refiere a un montón de posesiones que dan
posición social. Así se somete a la persona a una continua ilusión que la conduce
al fracaso afectivo, existencial y humano.
El discípulo debe descubrir su verdadero
valor en la absoluta libertad y en una actitud desprendida ante la vida.
Sólo en la capacidad de compartir los
bienes, que es un modo de amar, el discípulo se acerca a Aquel, que porque es
Amor pleno, lleva a plenitud su vida. Pero para eso se hace necesario pasar por
la inseguridad humana de abandonarnos totalmente en Dios.
Frente a esta perspectiva los discípulos
preguntarán “¿quién puede salvarse?”. El Reino es pura gracia y sólo es
accesible para los que vayan sin demasiado equipaje, con el corazón vacío;
todos los méritos, toda la ciencia, toda la piedad, no podrán abrir las puertas
del Reino. A todos se hace la propuesta de seguir a Cristo dejándolo todo. Esto
es ser discípulo.
Para
discernir
¿Cuáles son las riquezas que me impiden
seguir a Jesús?
¿Confío en que su amor no defrauda?
¿Experimento el llamado a una vida más
plena?
Repitamos a
lo largo de este día
…No acumulen tesoros en esta tierra, sino en
el cielo…
Para la
lectura espiritual
…”La respuesta de Jesús es la que lo
desenmascara. Él nombra los mandamientos y, al nombrarlos, los confirma de
nuevo como mandamientos de Dios. El joven se siente atrapado de nuevo. Esperaba
poder desembocar en una conversación poco comprometedora sobre problemas
eternos. Esperaba que Jesús le ofreciese una solución a su conflicto ético.
Pero Jesús no se preocupa de su problema, sino de él mismo.
La única respuesta a la preocupación
suscitada por el conflicto ético es el mandamiento de Dios, que implica la
exigencia de no seguir discutiendo y obedecer por fin. Sólo el diablo ofrece
una solución al conflicto ético; continúa preguntando y no te verás obligado a
obedecer. Jesús no se fija en el problema del joven, sino en él mismo. No toma
en serio el conflicto ético que el joven se toma tan en serio. Lo único que le
interesa es que el joven termine escuchando el mandamiento y obedeciendo.
Precisamente donde el conflicto ético quiere ser tomado en serio, donde atormenta
y esclaviza al hombre, no dejándole llegar al acto de obediencia que le
tranquilizaría, es donde se revela toda su impiedad, y es también allí donde
conviene desenmascararlo en su ausencia impía de seriedad, como desobediencia
definitiva. Sólo es serio el acto de obediencia que pone fin al conflicto y lo
destruye, el que nos deja libres para llegar a ser hijos de Dios. Este es el
diagnóstico divino que se da al joven”…
D. Bonhoeffer, El precio de la gracia.
El seguimiento, Sígueme, Salamanca 51999, p. 39.
Para rezar
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad,
Mi memoria, mi entendimiento,
Y toda mi voluntad:
Todo mi haber y poseer.
Vos me lo disteis; a Vos, Señor,
Lo torno. Todo es vuestro,
Disponed de mí,
Según vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia:
Que esto me baste.
San Ignacio de
Loyola
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