31 de agosto de 2017 – TO – JUEVES DE LA XXI SEMANA
Estén
preparados
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo
a los cristianos de
Tesalónica 3, 7-13
Hermanos, a pesar de las angustias y
contrariedades, nos sentimos reconfortados por ustedes, al comprobar su fe. Sí,
ahora volvemos a vivir, sabiendo que ustedes permanecen firmes en el Señor.
¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo el gozo que nos hacen
sentir en la presencia de nuestro Dios? Día y noche, le pedimos con insistencia
que podamos verlos de nuevo personalmente, para completar lo que todavía falta
a su fe.
Que el mismo Dios, nuestro Padre, y
nuestro Señor Jesucristo, nos allanen el camino para ir allí. Que el Señor los
haga crecer cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al
que nosotros tenemos por ustedes. Que él fortalezca sus corazones en la
santidad y los haga irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el día de la
Venida del Señor Jesús con todos sus santos.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 89, 3-4.
12-13. 14 y 17 (R.: 14)
R. Señor, sácianos
con tu amor, y cantaremos felices.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: «Vuelvan, seres
humanos.»
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la
sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo…?
Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que descienda hasta nosotros la bondad del
Señor;
que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 24, 42-51
Estén prevenidos, porque ustedes no saben
qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué
hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las
paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre
vendrá a la hora menos pensada.
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y
previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir
el alimento en el momento oportuno? Feliz aquel servidor a quien su señor, al
llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará
administrador de todos sus bienes. Pero si es un mal servidor, que piensa: «Mi
señor tardará», y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con
los borrachos, su señor llegará el día y la hora menos pensada, y lo castigará.
Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y
rechinar de dientes.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Estamos en el año 51 y Pablo está lejos de
Tesalónica. Teme las consecuencias de las falsas predicaciones y de las
persecuciones que sufren los cristianos. Concluye la primera parte de su carta
a los tesalonicenses con una oración, pidiendo a Dios la alegría de volver a
ver a los suyos para hacerlos progresar en la fe.
La principal preocupación del fundador de
la comunidad parece ser las virtudes teologales, fundamento de la vida del
cristiano.
Pablo había debido abandonar Tesalónica
sin haber podido acabar la catequesis necesaria. La fe de la comunidad es
frágil y el informe de Timoteo, probablemente le ha revelado sus lagunas.
El apóstol estima en efecto que él es
responsable del amor que los tesalonicenses se testimonian mutuamente, ya que
este amor es reflejo del que él les ha testimoniado.
Pablo descubre el contexto de su vida de
apóstol: vive «en medio de congojas y tribulaciones». Esta fuerza, esta
perseverancia que, a pesar de los obstáculos, experimentan los que tienen fe,
no proviene de sí mismos, es una fuerza «en el Señor».
***
Hay que estar siempre preparados. Jesús en
el evangelio de hoy nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el
Señor. Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no
nos podemos distraer, ni quedarnos dormidos.
Jesús conoce perfectamente la tendencia
que tenemos a dejarnos envolver en las preocupaciones y búsquedas cotidianas, a
tal punto que muchas veces terminamos sucumbiendo ante ellas. Las
distracciones, los trabajos y los compromisos sociales toman completamente
nuestra conciencia humana y terminamos por no descubrir lo que pasa en nuestro
entorno.
Jesús pone muchos ejemplos de esta
atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer
a su amo… Quizá hoy nos hablaría de un arquero de fútbol que no sabe cuándo ni
de qué manera le vendrá la pelota.
Pero, ¿de qué venida nos habla Jesús? ¿se
trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son
venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para
provocar en nosotros una atención constante.
Cada día, cada hora, en cada instante, el
Señor está cerca de nuestra vida. A través de las llamadas de nuestro corazón,
a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo,
de los sufrimientos y necesidades del mundo, el Señor llama a nuestra puerta.
Necesitamos estar atentos a la novedad que
irrumpe como ladrón en la noche o como patrón en hora inesperada, y discernirla
cristianamente para poder responder. La vigilancia se nos ha hecho un mecanismo
de defensa que no da lugar a lo inesperado. No pensamos más que en todo lo que
nos queda por hacer y olvidamos al amigo que viene por necesidad y por
sorpresa. Los muros que construimos alrededor de nuestra vida, nos tienen
demasiado bien protegidos y ya no conocemos la alegría de la sorpresa, o de una
noticia inesperada; porque tememos a todo lo que puede llegar a nosotros sin
previa identificación.
La vida cristiana no es un reposo, sino
una atenta vigilia en el amor y la conversión hecha cálido servicio en la
comunidad, y desde allí a toda la humanidad.
Para discernir
¿Experimento las llamadas de Dios en la
vida cotidiana?
¿Hay hechos que me resultan
intrascendentes?
¿En qué acontecimientos experimento de un
modo especial la llegada del Señor?
Repitamos a lo largo de este día
…Espero en ti Señor…
Para la lectura espiritual
…”Si la trascendencia divina trasciende y
abarca desde dentro el presente, el pasado y el futuro del hombre, en cuanto el
hombre haya reconocido el primado del futuro en nuestra temporalidad, el fiel
lo pondrá antes que nada, y con razón, en relación con la trascendencia de
Dios. Por eso pondrá a Dios en relación con el futuro del hombre y en última
instancia, puesto que el hombre es persona en una comunidad de hombres, con el
futuro de toda la humanidad. Este es un terreno particularmente fértil para una
nueva imagen de Dios en nuestra cultura; naturalmente, con el presupuesto de
una auténtica fe en la realidad invisible de Dios, verdadera y propia fuente
que, partiendo del mundo, estimula la formación de un «concepto» de Dios.
En semejante contexto cultural de vida, el
Dios de los fieles se manifiesta a nosotros mismos como «el que viene», como el
Dios que es nuestro futuro. Surge aquí entonces un cambio profundo: aquel a
quien nosotros, en tiempos pasados, guiados por una imagen del hombre un tanto
anticuada y por una concepción vieja del mundo, llamábamos el «totalmente otro»
se presenta ahora como el «totalmente nuevo», como alguien que es nuestro
futuro y crea un nuevo futuro humano. Se muestra como el Dios que, en Jesucristo,
nos proporciona la posibilidad de crear el futuro, esto es, de hacerlo todo
nuevo y de superar la historia pecaminosa de nosotros mismos y de todos los
demás. Esta nueva cultura hará ciertamente que, de una manera maravillosa,
redescubramos el alegre anuncio del Antiguo y del Nuevo Testamento, a saber:
que el Dios de la promesa nos da la tarea de ponernos en camino hacia la tierra
prometida, hacia una tierra que nosotros, como en un tiempo Israel y siempre
con la confianza de la promesa, debemos transformar y hacer fértil”…
E. Schillebeeckx, Experiencia de fe,
Friburgo 1984, p. 87
Para rezar
Dame Señor, la sencillez de espíritu,
la del alma dormida en su silencio,
abierta a todo con grandes ojos niños.
Dame, Señor, el abandono firme
ante el futuro ignoto y tu aventura
soñada tantas veces en secreto.
Estoy contigo. Piensa cuanto quieras
para hacerme sufrir o para verte.
Bien sé que lo prepara tu ternura.
Hazme a diario un pobre sorprendido
de cada hoja, de cada mano abierta
tendida a la penumbra de mí mismo.
Viviré así este miedo más alegre,
con un verbo, no más, entre mis labios:
Saberte junto a mí, Jesús,… saberte.
Pedro M. Lamet
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