12 de
noviembre de 2017 – TO - DOMINGO XXXII – Ciclo A
El reino de Dios está entre ustedes
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la
Sabiduría 6, 12-16
La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se
deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la
buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la
encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la
prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de
inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son
dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al
encuentro en todos sus pensamientos.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 62, 2. 3-4. 5-6. 7-8
(R.: 2b)
R. Mi alma tiene sed de ti,
Señor, Dios mío.
Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua. R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán. R.
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios. R.
Mientras me acuerdo de ti en mi lecho
y en las horas de la noche medito en ti,
veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Tesalónica 4, 13-18
No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia
acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que
no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la
misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él.
Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del
Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos
a los que hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque
de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero
resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos,
los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al
encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 25, 1-13
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes
que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias
y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de
aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de
aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a
todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: “Ya viene el
esposo, salgan a su encuentro.”
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus
lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: “¿Podrían darnos un poco de
aceite, porque nuestras lámparas se apagan?” Pero estas les respondieron: “No
va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado.”
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas
entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: “Señor,
señor, ábrenos.”
Pero él respondió: “Les aseguro que no las conozco.”
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Se presenta aquí la Sabiduría de Dios personificada
por una joven hermosa que se hace la encontradiza para los que la aman, para
los que la desean y la buscan. El auténtico conocimiento de Dios no es el
resultado de un esforzado ejercicio intelectual, es un don que se ofrece con
generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto.
El mismo Dios busca a los que se muestran dignos de
conocerlo. La Sabiduría se anticipa a todos los planes y hallazgos del hombre.
El hombre no buscaría a Dios, si Dios no lo hubiera alcanzado antes. En todas
las preguntas y deseos, en todas las búsquedas y pensamientos, ya está la
Sabiduría de Dios saliendo al encuentro, haciendo que la deseen y la busquen.
Podemos conocer a Dios si no estamos aferrados a
ignorarlo. La alcanza la sabiduría el que la persigue con afán y con amor. En
ella está el verdadero saber que ofrece fin a todas las aspiraciones.
***
La muerte de algunos cristianos de Tesalónica habría
afectado profundamente a la comunidad. Pablo quiere consolarlos avivando en
ellos la fe acerca de todo lo que les había enseñado respecto a la resurrección
de los muertos. Los cristianos creen que en Jesucristo la muerte ha sido
vencida y esperan resucitar como él. La resurrección de la carne y en la vida
eterna constituyen para los cristianos la verdad central de su fe.
La esperanza en la resurrección se funda en que Jesús
ya ha resucitado y en la convicción de que todos los creyentes viven y mueren
en Jesús y como Jesús. La resurrección de Cristo, y de los que son de Xto es
obra de Dios, el Padre que resucitará a los que mueren “en Jesús” porque son de
Jesús
La esperanza de la resurrección no es solamente un
bien individual, sino de toda la humanidad. Esta visión esperanzada es un
estimulo para la continua construcción de un mundo mejor.
***
El banquete de bodas es una de las imágenes más usadas
para expresar la inexpresable plenitud del Reino de Dios.
La celebración del matrimonio en Israel era un asunto
puramente civil que no culminaba en ningún acto religioso, pero revestido de
especial solemnidad. La ceremonia principal consistía en la entrada de la novia
en casa del esposo. El novio acompañado de sus amigos, se dirigía a casa de la
novia que, junto a sus padres lo esperaba espléndidamente vestida y cubierta
con un velo que se quitaba al entrar en la cámara nupcial, a la que era llevada
por sus amigas y el cortejo del novio entre música y cantos.
Las diez doncellas de la parábola son las amigas de la
novia que representan a los fieles que esperan la venida del Señor. El novio es
el Señor. En la parábola del evangelio, entre las muchachas que esperaban al
novio: uno lo constituyen las necias, el otro las sensatas. Mateo considera
sensata aquella persona que escucha el mensaje de Jesús y lo pone por obra;
necia, la que conoce el mensaje de Jesús, pero no lo practica
La vigilancia de la fe está simbolizada por las
lámparas que brillan en medio de la noche y que es preciso mantener encendidas.
Cuando la espera es larga produce cansancio y se corre peligro de quedarse
dormido en el momento preciso. Esto es lo que les pasa a las vírgenes
imprudentes.
Cuando llega el momento decisivo de recibir al novio y
entrar con él en la fiesta, las doncellas prudentes no ayudan a sus compañeras
que se habían dormido. Esta actitud de las vírgenes prudentes, en la parábola
de hoy, parece cruel y egoísta, pero Jesús quiere decirnos que nadie puede
vigilar por otro y asumir la responsabilidad de los otros en los momentos
importantes, está hablando de exigencias que no pueden resolverse con aceite
prestado. El aceite y la lámpara encendida significan aquí algo personal e
intransferible.
Cada uno ha de cuidar su propia lámpara. Cuando llegue
la hora del juicio, cada uno será juzgado según sus obras. Sólo los que
permanezcan vigilantes entrarán en las bodas eternas.
Si no conocemos el día ni la hora, será necesario
vigilar cada momento. El cristiano es un hombre despierto. Vivir despiertos es
no hacerse el dormido ante las necesidades del prójimo. El que no ama al
prójimo no espera, no tiene nada que esperar cuando el Señor vuelva. Pues
seremos juzgados sobre el amor.
La parábola es una llamada a nuestra responsabilidad.
Precisamente porque sabemos que el Padre nos invita a la gran fiesta, no
tenemos que dejarnos perder la “sabiduría” que fácilmente la ven los que la
aman y la encuentran los que la buscan”. Cada uno debe responder ante Dios con
su propia vida, no con lo que pueden prestarle la vida de los demás. No se
trata de que ilumine nuestra lámpara con el aceite de otro. Dios escruta hasta
lo más hondo de la persona y no se le puede engañar. La vida no se improvisa y
la calidad de la vida depende del camino realizado. La vida es una construcción
fraguada cada día. Vivir la vida supone siempre un acto de la libertad
personal.
Los cristianos expresamos nuestra fe en la “primera
venida” de Jesús y testimoniamos también la fe en la espera de la “segunda
venida”. Entre la primera y la segunda venida se coloca el tiempo presente. El
tiempo de la espera. El tiempo de la Iglesia.
Somos un pueblo peregrino, que vive entre el recuerdo
del gran acontecimiento de Cristo y la tensión hacia su vuelta final.
La vigilancia del cristiano es vivir en esta atención
despierta no sólo referida a la Vuelta final de Cristo, ni tampoco sólo al
momento de nuestra propia muerte. En lugar de preocuparse tanto por morir bien,
habría que afanarse por vivir bien, que es el mejor modo de prepararse a una
muerte que sea vencida por la vida.
“Vigilar” no es vivir con miedo, o dejarnos oprimir
por la angustia. Un cristiano no deja de vivir, y de gozar la vida, y de
incorporarse seriamente a las tareas de la sociedad y de la Iglesia pero lo
hace con responsabilidad, y con la atención puesta en los verdaderos valores,
los que valen la pena, sin dejarse adormecer por la inercia o las innumerables
drogas de este mundo. Vivir en tensión gozosa tratando de acertar en la clave
fundamental de su existencia.
Ser una persona sensata no consiste en despreocuparse
de todo. Para Jesús es sensato el que trata de servir, de cambiar la sociedad
para que se asemeje cada vez más al reino de Dios; el que sirve de luz para
algo o para alguien y trata de ahondar y poner en práctica el evangelio. No
consiste en absoluto en desentenderse de las injusticias que nos rodean
Jesús nos invita a su reino, y nos pide una respuesta
personal. El retraso, la falta de preparación, implica la exclusión definitiva
de la fiesta. Quien no vela y vigila se duerme, y la vida en vez de ser fiesta
es siesta.
Jesús solamente reconocerá a los que antes, a lo largo
de la vida, lo hayan reconocido a él por medio de sus obras. En el amor no cabe
la improvisación ni en la búsqueda la demora.
Una de las tentaciones más fuertes del hombre moderno,
y también del cristiano, es la de reducir sus esperanzas únicamente a aquello
que es terreno y mundano, como si la eternidad no existiese. El hombre, si
quiere alcanzar lo que Dios soñó para él, tiene que plantear su vida con tensión
al futuro.
Estar preparados significa tener siempre presente a
Cristo y comprometerse con su causa, en esta vida, en el día a día, y en la
suma de todos esos días de seguimiento es donde ya nos encontramos preparados
para nuestro encuentro final con el Señor.
En la fe no hay que vivir desprevenidos, hay que estar
siempre alerta a las indicaciones del Maestro.
El Señor está siempre viniendo, tenemos que mantener
viva nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor; pero esto sólo se logra con
vigilancia, con perseverancia y con una profunda confianza en el Señor.
Para discernir
¿Estoy atento a la visita del Señor que pasa en cada
instante?
¿Pospongo constantemente opciones importantes para
otra oportunidad?
¿Pretendo vivir el reino sin esfuerzo?
Repitamos a lo largo de este día
Que te espere atento….
Para rezar
TE ESPERARÉ,
SEÑOR
Con la alegría
de mi corazón, para recibirte
Con la lámpara
de mi fe, para seguirte
Con la
esperanza de mi alma, para abrazarte
Con la ilusión
de mi vida, para vivir en Ti
TE ESPERARE,
SEÑOR
Con los ojos
en el cielo, para ir a Ti
Con los pies
en la tierra, para hacer el bien
Con mis manos
juntas, para rezarte a Ti
Con mi
pensamiento en tu Palabra, para no perderme
¡GRACIAS,
SEÑOR!
Ayúdame a
mantener encendida la lámpara de mi fe.
Amén.
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