20 de diciembre de 2027 – ADVIENTO – 20 DE DICIEMBRE
No hay nada
imposible para Dios
Lectura del libro del profeta
Isaías 7, 10-14
Una vez más, el Señor habló a Ajaz en
estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del
Abismo, o arriba, en las alturas.» Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni
tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de
David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?
Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y
dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 23, 1-2.
3-4ab. 5-6 (R.: cf. 7c y 10b)
R. Va a entrar el
Señor, el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y todo lo que hay
en ella,
el mundo y todos sus habitantes,
porque Él la fundó sobre los mares,
él la afirmó sobre las corrientes del
océano. R.
¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
y permanecer en su recinto sagrado?
El que tiene las manos limpias y puro el
corazón;
el que no rinde culto a los ídolos. R.
El recibirá la bendición del Señor,
la recompensa de Dios, su salvador.
Así son los que buscan al Señor,
los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 1, 26-38
En el sexto mes, el Ángel Gabriel fue
enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que
estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado
José. El nombre de la virgen era María.
El Ángel entró en su casa y la saludó,
diciendo: « ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Al oír estas palabras, ella quedó
desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.
Pero el Ángel le dijo: «No temas, María,
porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás
por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor
Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para
siempre y su reino no tendrá fin.»
María dijo al Ángel: « ¿Cómo puede ser
eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»
El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso
el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel
concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se
encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios.»
María dijo entonces: «Yo soy la servidora
del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho.»
Y el Ángel se alejó.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El rey Acaz, cercado por el rey de Damasco
y el rey de Samaria, está a punto de ofrecer en sacrificio a su propio hijo.
Isaías va a verlo y le pide que no tema: si guarda su “fe” en Dios, su
descendencia está asegurada. Dios mismo se propone intervenir: un “hijo” le es
anunciado, un nuevo heredero del trono de David. Ese hijo prometido por Dios será
Ezequías, el rey piadoso que reinará en Jerusalén. Detrás de ese contexto
histórico se presenta la profecía del Mesías. La importancia de este oráculo,
el nombre que se le dará al niño: “Dios-con-nosotros”… el modo como llama a su
madre, la “virgen” remiten un signo que sólo puede provenir de Dios.
***
Hoy, desde el evangelio de Lucas,
interpretamos el pasaje del profeta con la convicción de que la virgen es María
de Nazaret, y su hijo el Mesías, Cristo Jesús. Así se lo anuncia el ángel
Gabriel, en este diálogo que además de ser la experiencia religiosa más
trascendental en la vida de la Santísima Virgen, es el símbolo del diálogo de
Dios con la humanidad. Dios pronuncia su “sí” esperanzado, y la humanidad,
representada en María, responde con su “sí” confiado. Del encuentro de esta
esperanza con la confianza, de estas dos afirmaciones brota, por obra del
Espíritu, Jesús el Salvador, el verdadero Dios-con-nosotros.
El sí de María no fue una respuesta pasiva
o romántica, sino, muy por el contrario fue una experiencia audaz que se apoyó
en la fidelidad de Dios. La mujer, en ese tiempo no tenía acceso a la Palabra
escrita de la ley, o de los Profetas, por su sí, María lleva ahora en su
vientre, a la misma Palabra de Dios hecha carne. La mujer, que no podía conversar
con otro hombre que no fuera su marido, ahora por María, es capaz de entrar en
diálogo personal con Dios. La mujer, que vivía dependiente de las decisiones de
su familia, ahora opta por quedar embarazada milagrosamente desafiando las
costumbres y la condenación social.
Por eso María se nos presenta como el
modelo más acabado de todos los que a lo largo de los siglos, habían dicho “sí”
a Dios, en la historia del pueblo de la Alianza, y sobre todo, de los que a
partir de ella, han creído en Cristo Jesús y lo han seguido.
El sí de María, se ha continuado a lo
largo de los siglos en la comunidad de Jesús, y así, se ha ido encarnando
continuamente, la salvación de Dios en cada momento de la historia, con la
presencia siempre viva del Mesías Resucitado, que nos comunica por su Espíritu,
la vida de Dios.
Nuestra fe es también un “sí” a Dios, un
“hágase en mí según tu palabra”. Cada uno de nosotros, hoy, escucha el mismo
anuncio del ángel y es invitado a contestar que sí, a recibir a Dios en la
propia vida. Dios está dispuesto a que en cada uno de nosotros se encarne de
nuevo su amor salvador. Él es Dios-con-nosotros que abre nuestra existencia a
la esperanza, porque además, quiere ser Dios-en-nosotros. Dios en Jesús se nos
da Él mismo, Él mismo es la respuesta a todo lo que podamos desear, nos está
invitando a la comunión de vida con Él y nos hace hijos suyos.
Ella dijo “Sí” y engendró físicamente al
Hijo de Dios, al que ya había concebido desde la fe. Ese Dios que un día creció
en el seno de María, también puede crecer hoy en nuestras vidas, si por la fe
creemos, y si en la esperanza damos sentido a todo lo que hacemos y vivimos.
Para
discernir
¿Qué “si” necesito dar para que el Señor
se encarne en mi vida y mi ambiente?
¿Cuál es mi experiencia de encuentro con
la palabra?
¿En dónde descubro que el Señor me llama a
hacerlo presente?
Repitamos a lo largo de este día
…Quiero decir que “sí” como vos María…
Para la lectura espiritual
«Hágase en mí según tu palabra»
…”Hágase en mí por el Verbo según tu
palabra. Hágase carne de mi carne según tu palabra, el Verbo que ya existía
desde el principio en Dios.
No sea una palabra proferida, porque pasa;
sino concebida, para que permanezca. Revestida, pero no de aire, sino de carne.
Hágase en mí tu palabra, no sólo por que pueda escucharla con los oídos, sino
tocarla con mis manos, contemplarla con los ojos y llevarla a cuestas.
No se haga en mí la palabra escrita y
muda, sino encarnada y viva. No trazada con caracteres sin voz sobre pergaminos
resecos, sino impresa vivamente en forma humana en mis castas entrañas; no por
los rasgos de una pluma, sino por obra del Espíritu Santo.
En múltiples ocasiones y de muchas maneras
habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Nos dicen las
Escrituras que unos escucharon la Palabra, otros la proclamaron y otros la
cumplieron, pero yo te pido que se haga en mi vientre según tu Palabra. No
quiero una palabra que predique o que declame. Quiero una Palabra que se dé
silenciosamente. Hágase que se encame personalmente y descienda a mí
corporalmente. Hágase universalmente para todo el mundo y en particular hágase
para mí según tu palabra”…
San Bernardo de Claraval. En alabanza de la Virgen
Madre.
Para rezar
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús,
dame silencio,
capacidad de escucha y apertura de corazón,
para que tu palabra resuene en mí.
Ven Señor Jesús,
que tu palabra,
se haga carne de mi carne,
razón en mis pensamientos,
color de mis sentimientos.
Ven Señor Jesús,
para que se haga en mí tu Palabra
y pueda escucharla con los oídos del alma,
tocarla con mis manos en el dolor de los demás,
contemplarla con los ojos del asombro,
y vivirla con fidelidad cotidiana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.