23 de diciembre de 2017 – ADVIENTO – 23 DE DICIEMBRE
La mano del
Señor estaba con él
Lectura de la profecía de
Malaquías 3, 1-4. 23-24
Yo envío a mi mensajero, para que prepare
el camino delante de mí. Y en seguida entrará en su Templo el Señor que ustedes
buscan; y el Ángel de la alianza que ustedes desean ya viene, dice el Señor de
los ejércitos.
¿Quién podrá soportar el Día de su venida?
¿Quién permanecerá de pie cuando aparezca? Porque él es como el fuego del
fundidor y como la lejía de los lavanderos. El se sentará para fundir y
purificar: purificará a los hijos de Leví y los depurará como al oro y la
plata; y ellos serán para el Señor los que presentan la ofrenda conforme a la
justicia. La ofrenda de Judá y de Jerusalén será agradable al Señor, como en
los tiempos pasados, como en los primeros años.
Yo les voy a enviar a Elías, el profeta,
antes que llegue el Día del Señor, grande y terrible. El hará volver el corazón
de los padres hacia sus hijos y el corazón de los hijos hacia sus padres, para
que yo no venga a castigar el país con el exterminio total.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 24,
4-5ab. 8-9. 10 y 14
R. Tengan ánimo y
levanten la cabeza,
porque está por llegar la liberación.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi
salvador. R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los
extraviados;
él guía a los humildes para que obren
rectamente
y enseña su camino a los pobres. R.
Todos los senderos del Señor son amor y
fidelidad,
para los que observan los preceptos de su
alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 1, 57-66
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía
ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran
misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para
circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre
dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie en tu
familia que lleve ese nombre.»
Entonces preguntaron por señas al padre
qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su
nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo
momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran
impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la
región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo
en su corazón y se decían: « ¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del
Señor estaba con él.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El profeta Malaquías, en el siglo V antes
de Cristo, en un tiempo de restauración política, se queja de los abusos que
hay en el pueblo y en sus autoridades. El culto del templo es muy deficiente,
por desidia de los sacerdotes. Dios anuncia algo nuevo y sobre todo, el envío
de un mensajero que preparará el camino del mismo Señor. El mensajero de la
Alianza significa que el Señor del universo, acompañará a todo el pueblo que
está esperando su voz y su presencia.
Para que esto sea posible, es necesario
liberar al pueblo de los pecados: sobre todo de la violencia y la opresión que
se había instalado en el corazón de la nación. Su venida será gracia y juicio a
la vez, será fuego de fundidor, que purifica quemando, para que la ofrenda del
Templo pueda ser presentada dignamente ante el Señor.
***
Los judíos habían interpretado a este
mensajero anunciado por Malaquías como el profeta Elías, que vendría al final
de los tiempos. Pero Jesús lo identificó con Juan Bautista. La propuesta del
profeta no es escuchada. Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los
tiempos y empieza a actuar. La profecía de Malaquías se cumple en Juan Bautista
quién será el más grande de los nacidos de mujer. El Hijo de Dios, viene a
celebrar una Nueva Alianza. Esta no será exclusividad de un pueblo, sino
patrimonio de la humanidad.
Zacarías, un viejo y honrado sacerdote, no
ha creído en los signos de Dios y pierde la capacidad de hablar; la falta de fe
le quita la palabra. A Isabel, se le cumple el tiempo y da a luz un hijo; y es
a ella a quien la gente felicita, por la gran misericordia que Dios ha tenido,
al concederle un hijo en su vejez.
Ocho días más tarde, se circuncida al niño
y se le va a poner un nombre. La imposición del nombre es privilegio del padre;
pero es Isabel la que decide ponerle a su hijo un nombre que lo desconecta de
la tradición familiar. Todos esperan que se llame como su padre, para perpetuar
su nombre y quedar inscrito en el linaje sacerdotal. Sin embargo, su padre dice
que se llamará Juan. Las palabras nuevas, recibidas en el silencio del
Santuario, se han grabado en su corazón con más fuerza que la tradición de sus
antepasados.
Zacarías recobra el habla y asiente a la
decisión de su esposa y dice que el nombre de su hijo es Juan. Juan significa:
Dios se compadece. Llevará el nombre que le mostrará al pueblo el corazón de
Dios. Su nombre invita a una nueva mirada sobre Dios.
Juan será el precursor de la gracia que
invita a la vigilancia, a no vivir dormidos, aletargados sino a poner la mirada
en el futuro de Dios, y con el oído dispuesto a escuchar y vivir la palabra de
Dios.
La figura de Juan nos invita también a
nosotros a la conversión, a volvernos hacia ese Señor que viene a salvarnos, y
a dejarnos salvar por Él. Se hace necesario callar para escuchar la voz de Dios
en nuestro propio interior y dejarla producir fruto abundante. Un silencio que
no es mudez. La experiencia de la Palabra de Dios en nosotros, nos tiene que
hacer capaces de nombrar a nuestros hermanos y a todas las cosas, con el nombre
que Dios les ha dado. De este modo, nuestras palabras serán el lenguaje de las
actitudes llenas de amor, de respeto, de preocupación por el bien de todos los
que esperan el cumplimiento de la esperanza, que Dios ha puesto en el corazón
del mundo.
Para discernir
¿Soy capaz de hacer silencio para dejar
que Dios hable?
¿Me cierro a la voz de Dios cuando escapa
mis cálculos?
¿Oriento mi vida de fe de acuerdo a lo que
puedo manejar y controlar?
Repitamos a lo largo de este día
…Habla Señor que tu siervo escucha…
Para la lectura espiritual
«Se le soltó la boca y la lengua empezó a hablar
bendiciendo a Dios»
…” A propósito de Juan Bautista
leemos en Lucas: «Será grande a los ojos del Señor, y convertirá mucho
israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor con el espíritu y el poder
de Elías, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto» (1,15-17). ¿Por
qué, pues, ha preparado un pueblo, y delante qué Señor él ha sido grande? Sin
ninguna duda que delante de Aquel que ha dicho que Juan era «más que un
profeta» y que «no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista» (Mt
11,9.11). Porque él preparaba un pueblo anunciando por adelantado a sus
compañeros de servidumbre la venida del Señor, y predicándoles la penitencia a
fin de que, cuando el Señor se hiciera presente, todos se encontraran en estado
de recibir su perdón y poder regresar a Aquel para quien se habían hecho
extraños por sus pecados…
Sí, «en su misericordia» Dios «nos ha
visitado, Sol que viene de lo alto; y ha brillado para los que estaban sentados
en tinieblas y en sombras de muerte, y ha dirigido nuestros pasos por el camino
de la paz» (Lc 1,78-79). Es en estos términos que Zacarías, liberado ya del
mutismo en que había caído a causa de su incredulidad, y lleno de un Espíritu
nuevo, bendecía a Dios de una nueva manera. Porque en adelante todo era nuevo,
por el hecho de que el Verbo, por un proceso nuevo venía a cumplir el primer
designio de su venida en la carne para que el hombre, que se había alejado de
Dios, fuera por él reintegrado en la amistad con Dios .Y es por ello que este
hombre aprendía a honorar a Dios de una manera nueva”…
San Ireneo de Lyón (hacia 130-hacia 280), obispo,
teólogo y mártir
Contra las herejías III, 10,1
Para rezar
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús, enciende nuestro corazón
con la audacia necesaria
para lanzarnos en el camino fe
teniéndote como única certeza y apoyo
Ven Señor Jesús, quema nuestras inseguridades
para que nos animemos a nombrar
la vida y la historia desde tu palabra renovadora.
Ven Señor Jesús, recrea nuestras certezas
para que no nos acostumbremos a lo que ya está
sino que nos arriesguemos a abrirnos a lo que está por
venir
y allí pongamos nuestros esfuerzos y luchas .
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