28
de mayo de 2019 - MARTES DE LA VI SEMANA DE PASCUA
Pero si me voy,
enviaré un Defensor
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles 16, 22-34
La
multitud se amotinó en contra de ellos, y los magistrados les hicieron arrancar
la ropa y ordenaron que los azotaran. Después de haberlos golpeado despiadadamente,
los encerraron en la prisión, ordenando al carcelero que los vigilara con mucho
cuidado. Habiendo recibido esta orden, el carcelero los encerró en una celda
interior y les sujetó los pies en el cepo.
Cerca
de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban las alabanzas de Dios,
mientras los otros prisioneros los escuchaban. De pronto, la tierra comenzó a
temblar tan violentamente que se conmovieron los cimientos de la cárcel, y en
un instante, todas las puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros se
soltaron. El carcelero se despertó sobresaltado y, al ver abiertas las puertas
de la prisión, desenvainó su espada con la intención de matarse, creyendo que
los prisioneros se habían escapado. Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal,
estamos todos aquí.»
El
carcelero pidió unas antorchas, entró precipitadamente en la celda y,
temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas. Luego los hizo salir y les
preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para alcanzar la salvación?»
Ellos
le respondieron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y toda tu familia.»
En
seguida le anunciaron la Palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. A
esa misma hora de la noche, el carcelero los atendió y curó sus llagas.
Inmediatamente después, fue bautizado junto con toda su familia. Luego los hizo
subir a su casa y preparó la mesa para festejar con los suyos la alegría de
haber creído en Dios.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
137, 1-3. 7c-8
R. Señor,
tu derecha me salva.
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón,
te
cantaré en presencia de los ángeles.
Me
postraré ante tu santo Templo. R.
Daré
gracias a tu Nombre
por
tu amor y tu fidelidad.
Me
respondiste cada vez que te invoqué
y
aumentaste la fuerza de mi alma. R.
Tu
derecha me salva.
El
Señor lo hará todo por mí.
Tu
amor es eterno, Señor,
¡no
abandones la obra de tus manos! R.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Juan 16, 5-11
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Ahora
me voy al que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta: “¿A dónde vas?” Pero
al decirles esto, ustedes se han entristecido. Sin embargo, les digo la verdad:
les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a
ustedes. Pero si me voy, se lo enviaré.
Y
cuando él venga, probará al mundo dónde está el pecado, dónde está la justicia
y cuál es el juicio.
El
pecado está en no haber creído en mí. La justicia, en que yo me voy al Padre y
ustedes ya no me verán. Y el juicio, en que el Príncipe de este mundo ya ha
sido condenado.»
Palabra
del Señor.
Para reflexionar
El
escenario de la narración de hoy es la ciudad y colonia romana de Filipos,
donde Pablo funda la primera comunidad cristiana de Europa con ocasión de su
segundo viaje. El relato presenta a Pablo que ha liberado de un demonio de
adivinación, a una esclava que los había seguido por toda la ciudad dando
grandes gritos. Los dueños de la esclava, la explotaban haciéndola adivinar por
dinero y ven que han perdido una fuente de ingresos, por eso denuncian a Pablo
y Silas que son luego detenidos.
Estando
en la cárcel se produce un terremoto que abre las puertas de la prisión y
deshace las ligaduras de todos. El carcelero de Filipos fue preservado del
suicidio por la confortadora palabra de Pablo: “no te hagas daño, aquí estamos
todos”.
La
liberación milagrosa y la actitud honesta de Pablo que no aprovecha para
escapar lleva a la conversión del carcelero y de su familia. Y lo que había
comenzado tan dolorosa y dramáticamente termina en la alegría y en la luz y los
cantos de la fiesta. El carcelero junto con su familia hace fiesta por la fe
recibida, y agasaja a los apóstoles.
Pablo
no duda en invocar sus derechos de ciudadano romano y fuerza a los magistrados
a presentar excusas. La palabra de Dios no podrá ser encadenada, aunque
encadenen a sus predicadores.
***
Los
discípulos siguen sin comprender la muerte como marcha al Padre; para ellos es
el fin de todo. Se llenan de tristeza al pensar en la ausencia, que ellos
interpretan como separación definitiva. El mundo se presenta para ellos como un
adversario muy fuerte y, sin Jesús, se sienten indefensos.
Cristo
afirma que vuelve al Padre porque su misión ha terminado y el Espíritu
Paráclito será el testigo de su presencia. El modo de vida que El tendrá
después de su resurrección no será ya perceptible por los sentidos, sino
solamente por la fe. Cristo trata de convencer a sus apóstoles de que no
busquen ya una presencia física, sino que descubran en la fe la presencia
“espiritual”.
La
nueva presencia del Señor en medio de los suyos presentará las características
de un juicio. En el curso de su pasión, Cristo perderá su proceso contra el
mundo: será convicto de pecado. Pero el Espíritu apelará y cambiará la
sentencia: se hará justicia a Cristo ante el tribunal del Padre y el mundo será
convicto de pecado. Según Jesús, el Espíritu, el Abogado, es el que hará
justicia mostrando a los discípulos la justicia de Dios que resucitando a Jesús
de entre los muertos lo ha glorificado delante de toda la humanidad.
Aparte
del aspecto judicial de la presencia del Espíritu, el Evangelio subraya su
papel educativo. Cristo aún tiene muchas revelaciones que hacer; no son
verdades nuevas que Jesús no haya enseñado; pero falta aún profundizar en su
enseñanza, comprenderla mejor y confrontarla con los acontecimientos. Los
apóstoles no pueden realizar este trabajo, porque sólo disponen, todavía, de un
conocimiento demasiado humano.
Jesús
dice a los discípulos que la presencia y ayuda del Espíritu Santo es más
necesaria que su misma presencia externa. El Espíritu va a dar a los discípulos
la posibilidad de amar como Jesús. Hasta ahora Jesús es para ellos un modelo;
el Espíritu hará que sea la fuente interior de su vida. Enviando al Espíritu,
Jesús es consciente de multiplicar su Presencia: el Espíritu no tiene ningún
límite, puede invadirlo todo.
La
Iglesia en su misión profética, corriendo todos los riesgos que esto
signifique, no sólo debe denunciar el pecado del mundo, sino proponer y
trabajar dando respuestas concretas, nacidas del Evangelio para una vida y un
camino nuevo del hombre. Gracias al querer del Padre, la redención del Hijo y
la acción constante del Espíritu Santo, todos podemos responder con total
fidelidad a su llamada, ayudando a los otros a hacerlo.
No
estamos solos, tenemos en nosotros, en cada uno de nosotros, en la realidad de
nuestra vida personal, el don, la presencia, la fuerza del Espíritu que nos ha
sido dado para ser testigos de Jesucristo. Pide una vida de discípulos
coherente con el Evangelio de Jesús.
Para discernir
¿Soy
consciente de la lucha que se juega en mi vida y en el mundo?
¿Asumo
los valores de Cristo y trato de crecer en ellos para que el enemigo no me
agarre desprevenido?
¿Pido
al Espíritu su fuerza y su luz?
Repitamos a lo largo de este día
El
príncipe de este mundo ya ha sido condenado
Para la lectura espiritual
…En el
Evangelio, Jesús nos comunica la fuerza del Espíritu. El es consciente de la
misión que se le ha encomendado: dar testimonio del Padre. Toda su acción y sus
palabras son la expresión de la voluntad de Dios. Después de su muerte, los
discípulos continúan su obra bajo la dirección del Espíritu. Ellos saben que
continuar la obra no es repetir milimétricamente los gestos de Jesús. La
repetición, la imitación, constituyen una acción puramente exterior. Los
discípulos se abren al Espíritu del Resucitado para que los transforme y los
configure con el Hijo. De este modo, su acción y sus palabras se convierten en
una fuerza creativa que actualiza la presencia de Jesús en nuestra historia
humana.
El Espíritu de
Jesús es para la comunidad de discípulos una luz que ilumina la realidad. Así,
se descubre quién incurre en pecado: todo aquél que prescinde de una opción
ética para vivir; quién es inocente: el ser humano que entrega su vida como testimonio
de la justicia y la verdad; y quién recibe el juicio de Dios: el sistema que
tiene la injusticia como ley…
Servicio Bíblico
Latinoamericano
Para rezar
PEDIMOS
EL ESPÍRITU
Querido Jesús:
nos enseñaste
con palabras y con tu ejemplo
cuál es la
misión y el objetivo de la Iglesia, tu pueblo,
para que ella
sea, en medio de la humanidad,
la gran
manifestación de la presencia
de Dios
Salvador,
sin tener en
cuenta la raza,
el color o la
cultura de cada pueblo,
pues todos por
igual estamos llamados
a participar del
Reino.
Por eso le
pedimos a Dios, por tu intermedio,
que toda la
Iglesia, como esta comunidad,
sepa hacerse
todo para todos
a fin de que la
buena noticia
sea divulgada y
conocida
por todos los
que buscan
la verdad con
sincero corazón.
Te pedimos que
envíes tu Santo Espíritu
como lo enviaste
sobre los Apóstoles en Pentecostés
para que no solo
vivamos conforme a tu Palabra
sino también
para que seamos una comunidad misionera.
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