21 de septiembre de 2011

21 de septiembre de 2011 – TO – MIERCOLES DE LA SEMANA XXV – Lectio Divina

Sígueme. El se levantó y lo siguió

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 9-13

Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: « ¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús, que había oído, respondió: «No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor.

LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

“Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. El paralítico que camina es señal del gran milagro: el pecador es llamado a seguir a Jesús. Ha sido curado y puesto en pie por el perdón, y puede entrar en su casa y acoger al que lo ha acogido, junto con muchos hermanos, necesitados como él de perdón y de acogida.
Continúa el tema iniciado en el tema anterior: la ley denuncia el pecado y castiga al pecador, mientras el Señor perdona el pecado y acoge al pecador. Dios no es ley, sino amor; no es sanción de castigo, sino de perdón y medicina. Nuestra miseria es nuestro título para acogerlo a Él, que es misericordia sin límites.
El pecado no excluye del Reino. Antes bien, representa un “privilegio” en dos sentidos: Dios ama más al pecador, porque tiene mayor necesidad, y también el pecador lo amará más, porque ha recibido mayor amor (Lc 7, 36-50).
El enfermo, mientras más enfermo esté, más tiene derecho al médico y mayores son los deberes de éste con respecto a él. Así sucede con el pecador: mientras más alejado esté, más derecho tiene a la misericordia y mayores son los deberes de Dios con respecto a él. Además, su pecado no le impide la experiencia de Dios: antes bien, precisamente en él lo llama por su verdadero nombre, que es Jesús, Dios - salva (1,21; Lc 1,77).
El trozo se desarrolla en tres partes. En el v. 9 Jesús llama al publicano, que se identifica con Mateo; en el v. 10 Jesús con sus discípulos entra en su casa y viene a ser comensal con él y con otros colegas suyos; en los vs. 11-13, a la objeción de los fariseos contra los discípulos, Jesús responde declarando que su misión es la de salvar, que corresponde a su nombre. En ese trozo se presenta un problema constante en la Iglesia: los “justos”, como el hermano mayor de Lc 15, con dificultad aceptan a los pecadores. Lo hacen con dificultad, y solamente si éstos se convierten y se esfuerzan por volverse buenos. En cambio Jesús acepta a los que todavía no se han convertido. No perdona al pecador porque se convierte; lo perdona antes, para que pueda convertirse.
Lo difícil para el Señor no es convertir a los de Nínive a la penitencia, sino a Jonás, el justo, al perdón. Dios es amor y gracia. El pecador fácilmente lo reconoce, porque tiene necesidad de Él. En cambio el justo le resiste con todas sus fuerzas. Antes debe aceptar el pecador como hermano suyo, su mellizo, aún más, como a sí mismo, incluso como su Señor que se hizo maldición y pecado por él (Ga 3,13; 2 Co 5,21); sólo entonces conoce a Dios y se convierte a la “justicia superior” (5,20), la del Dios misericordioso, de grande amor, clemente, de gran corazón, que se deja compadecer (Gn 4,2). Si excluye de su banquete al pecador, excluye al mismo Señor, que come el banquete con los pecadores.
Nuestro único título de mérito con respecto al Dios que salva es nuestra perdición.
Jesús llama a todos, y es comensal con los pecadores, no sólo los convertidos, como Mateo, sino también con los otros. Tampoco Mateo fue llamado por haberse convertido, sino que se convirtió porque fue llamado. Él es nuestro médico precisamente porque está con nosotros pecadores: su cercanía es la medicina.
La Iglesia no está formada por justos, sino por pecadores perdonados, siempre necesitados de recibir y dar el perdón. Los cristianos no viven de la propia justicia, sino de su “gracia”: perdonados por el Señor, dan el perdón los unos a los otros (Ef 4,32).
Párrafos tomados de “Una comunidad lee el Evangelio de Mateo” - Silvano Fausti – Editorial San Pablo – Páginas 178-179.

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Por qué Jesús llama a Mateo en su situación y circunstancias?
¿Qué significa la rápida respuesta de acción de Mateo?
¿Por qué Jesús hace esa distinción algo irónica sobre los enfermos y los sanos?

ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, ayúdame a responder tu llamado como lo hizo Mateo. Líbrame de cuestionamientos vacíos y legalistas sobre quienes se acercan a vos y son perdonados e incorporados a la Iglesia.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Reflexiono acerca del significado que tuvo para los discípulos que Jesús llamara a un publicano para ser su discípulo y fuera a comer a su casa. Medito sobre la reacción de los fariseos y la profunda respuesta de Jesús.

ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Estoy dispuesto a seguir a Jesús dejando mii comodidad circunstancial?
¿Me uniría a una mesa de “pecadores perdonados” no “bien vistos socialmente” como lo hizo Jesús?
¿Cómo me considero, sano o enfermo delante de Dios?

Aquellos que estén interesados en la palabra del día en forma completa para reflexionar, discernir, para la lectura espiritual y para rezar pueden acceder a dicho link http://www.arzbaires.org.ar/inicio/lecturas.html y bajar la lectura.

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