6 de diciembre de 2011

6 de diciembre de 2011 - Unos Momentos con Jesús y María

Lecturas del 6-12-11 (Martes de la segunda semana de Adviento)


SANTORAL: San Nicolás de Bari

Lectura del libro del profeta Isaías 40, 1-11

íConsuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama: !Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! íQue se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: «íProclama!» Y yo respondo: «¿Qué proclamaré?» «Toda carne es hierba y toda su consistencia, como la flor de los campos: la hierba se seca, la flor se marchita cuando sopla sobre ella el aliento del Señor.
Sí, el pueblo es la hierba. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»
Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: «íAquí está su Dios!» Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 95, 1-2. 3 y 10ac. 11-12. 13 (R.: Is 40, 9-10)

R. íAquí está nuestro Dios! Ya llega con poder.

Canten al Señor un canto nuevo,
cante al Señor toda la tierra;
canten al Señor, bendigan su Nombre,
día tras día, proclamen su victoria. R.

Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas entre los pueblos.
Digan entre las naciones: «íel Señor reina!
El Señor juzgará a los pueblos con rectitud.» R.

Alégrese el cielo y exulte la tierra,
resuene el mar y todo lo que hay en él;
regocíjese el campo con todos sus frutos,
griten de gozo los árboles del bosque. R.

Griten de gozo delante del Señor,
porque él viene a gobernar la tierra:
él gobernará al mundo con justicia,
y a los pueblos con su verdad. R.


 Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 12-14

Jesús dijo a sus discípulos:
«¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.»

Palabra del Señor.


Reflexión


Las parábola que leemos en el evangelio de la misa de hoy, junto con la de la dragma perdida y la del hijo pródigo, constituyen las llamadas parábolas de la misericordia, que nos muestran que el amor y el interés de Dios por cada uno de nosotros. Jesús nunca abandona al hombre, ni aún cuando nos alejamos de sus caminos. En las tres parábolas, la enseñanza y la estructura es la misma: algo se pierde, una oveja, una moneda o un hijo, que es encontrado después de una intensa búsqueda, y entonces surge la alegría. Lo más importante de estas parábolas no es la historia de la oveja o de la moneda, sino la alegría del Señor cuando se produce el encuentro.
La oveja se ha perdido lejos del rebaño, en una región desierta. Corre el riesgo de caer en el precipicio o ser comida por los lobos. Su situación es grave y el Buen Pastor la rescata del peligro.
Esto mismo es lo que hace el Señor con nosotros. Si bien no descansa hasta recuperar a quien se ha alejado del rebaño y corre riesgos graves, no es menor su preocupación por quien, sin haber abandonado del todo el camino, se le ha escapado de sus manos.
Jesús también como el Pastor, muchas veces salió en nuestra búsqueda en los momentos de nuestra vida en que fuimos indiferentes, o nos alejamos de él por el pecado.
Jesús nos buscó aún a pesar de nuestra falta de generosidad y aún cuando no le correspondiéramos.
Jesús dice en el evangelio que ninguna otra oveja recibió tantas atenciones como la perdida.
Dios nos busca. Ha enviado al mundo la Luz que ilumina al hombre. La pone ante nuestros ojos en cada momento con la palabra del Evangelio. “Quien me sigue -dice Jesús- no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Cuando nosotros acudimos a la confesión hay una infinita alegría en el cielo. Dios conoce nuestra debilidad y admite nuestros tropiezos. Pide sólo de nosotros reconocernos débiles, ser como niños. Esa humildad nuestra, despierta su infinita misericordia
Jesús nos ama a cada uno tal como somos, con todos nuestros defectos y debilidades. Jesús nos ama, pero no nos idealiza, El nos ve a cada uno con nuestras contradicciones y flaquezas, pero espera nuestro arrepentimiento para perdonarnos.
Cristo conoce lo que hay dentro del hombre. Sólo El lo conoce y así lo ama. Así nos ama
Pidamos a María que cada vez que nos alejamos, nos dejemos encontrar rápidamente por el Señor y volvamos a estar más cerca de El.

Oveja perdida, ven
sobre mis hombros, que hoy
no sólo tu pastor soy,
sino tu pasto también.

Por descubrirte mejor
cuando balabas perdida,
dejé en un árbol la vida
donde me subió el amor;
si prenda quieres mayor,
mis obras hoy te la den.

Pasto, al fin, hoy tuyo hecho,
¿cuál dará mayor asombro,
o al traerte yo en el hombro
o al traerme tú en el pecho?
Prenda son de amor estrecho
que aún los más ciegos las ven.
Liturgia de las Horas


SANTORAL: San Nicolás de Bari

Nuestra curiosa historia es muy vieja. Hoy se vestiría -y se viste sin duda-
de otras modalidades.
Un hombre tenía tres hijas. Soñaba casarlas con esposos pudientes. Como era
muy pobre y necesitaba una buena dote para cautivar y ofrecer a los futuros
pretendientes, se le ocurrió nada menos que entregar a sus hijas a la
prostitución.
La misma noche en las que las hijas conocieron los deshonrrosos planes del
padre, apareció en la ventana de la habitación de la mayor una bolsa con una
considerable cantidad de dinero. A la noche siguiente, otra bolsa apareció
en la de la hermana del medio. Y la tercera, otra más en la de la más
pequeña. Con aquel dinero, las tres hemanas tenían sobradamente para sus
respectivas dotes y se libraron de la vergüenza de verse prostituidas.
Ellas jamás supieron su procedencia. Posiblemente creyeron que era milagro
del cielo. Quizás estuvieran en lo cierto: milagro grande es mover los
corazones. Y es que -nosotros sí lo sabemos- un tal Nicolás de Bari,
posteriormente santo, enterado, quíen sabe cómo, de la trágica situación de
las jóvenes por la actitud de su padre, vendió una parte importante de su
hacienda para dar solución rápida a aquel grave problema.

Nicolás -que en griego significa "vencedor de los pueblos"- era uno de los
ciudadanos más ricos de Pátara, ciudad de Licia, en Asia Menor. Siendo muy
joven murieron sus padres, heredando él todos sus bienes. Esta inmensa
fortuna la puso al servicio de los necesitados; socorrió a los enfermos y
libertó a los esclavos. A este santo oriental se lo llamó Magno.
El obispo de Mira, su tió, le ordenó sacerdote. Al morir éste, se alejó del
país y emprendió viaje a Palestina, pero el clero y el pueblo de Mira,
necesitándolo y reconociendo sus grandes aptitudes, lo reclamaron como
obispo y así debió tomar posesión de la sede. Con ello comenzó su nueva
actividad pastoral en la que le no faltaron obras maravillosas.
El emperador Licinio lo desterró; derrotado éste por Constantino, volvió a
su sede episcopal de Mira, en Asia Menor (hoy Turquía). Se dice que asistió
al primer concilio celebrado en Nicea, donde fue condenado el arrianismo,
pero hoy no hay constancia de ello.
Se lo llamó taumaturgo de su siglo por sus numerosas conversiones y
milagros. Murió el 6 de diciembre de 345 y fue sepultado, según unos en
Mira; en la Catedral de Nicea, según otros. En el siglo XI estas comarcas
pasaron a poder de los sarracenos. Mercaderes italianos robaron sus restos y
los llevaron a Bari (Italia), donde desembarcaron en 1087. Desde entonces su
vida y su leyenda se popularizaron en Occidente.
En los países nórdicos es conoció como Santa Claus. Los niños lo esperan,
montado en un caballo blanco que anda por los techos. Su cabeza lleva mitra
y en la mano un báculo dorado que representa su poderío. Así visita casa por
casa, repartiendo juguetes y golosinas, en la noche del 6 de diciembre.
En Francia se lo llama Papá Noel, caracterizándose por una larga y blanca
barba, y su roja vestidura. Se lo considera como representante de la
prodigalidad, pues lleva una bolsa al hombro repleta de regalos, para
distribuirlos el día de navidad entre los niños que le escribieron cartas
con peticiones.
Los cuadros y estampas representan a San Nicolás junto a una especie de
cuba, de la cual salen tres niños pequeños en actitud de orar. Eran tres
niños asesinados; San Nicolás los bendijó y resucitaron. También se lo
representa con un lbro en la mano, y en el libro, pintadas, tres manzanas de
oro. Simbolizan los tres dotes que donó para que pudieran casarse tres
jóvenes muy pobres que el padre pensaba prostituir
.

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