Con la Sa Fa. Día 4. 3 de diciembre

CON LA SAGRADA FAMILIA

4. - LA PRUEBA. Mt. 1, 18-25

Ideas para la oración preparatoria.

. Centrarse y recogerse en el interior para poder escuchar a Dios.

• Adorarle en mi persona y en cada hombre. Reconocer su presencia.

• Sentirse unido a Cristo, pendiente siempre de la voluntad del Padre.

• Pedir al Espíritu Santo la eficacia de su gracia en nuestra oración. Que El mueva nuestro ser y ore en mí.

• Pedir a María y a José que oren en nosotros y nos eduquen en su experiencia del paso de Dios por las pruebas.

Método: Ser espectador próximo del acontecimiento y dialogar con María y José en esta experiencia vivencial.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su Madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que traducido significa "Dios con nosotros".

Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. (Mt. 1. 18-24)

María y José felices, juveniles, enamorados y ya prometidos. Inesperadamente, María recibe el anuncio de que va a ser madre. Como consecuencia les viene una prueba durísima para los dos, hasta tal punto que entra en crisis su estabilidad matrimonial.

San Mateo nos trae el dato pero no describe con detalle el acontecimiento.

Los exégetas no se ponen de acuerdo en las interpretaciones. Hay quien ve en el texto dudas de José sobre el origen del estado de María. Una desconfianza. Basándose en el texto de Mateo: "como era varón justo y no quería denunciarla" (Mt.1, 19) y entendiendo la denuncia desde Dt. 22, 13-29, les parece casi imposible que José entienda las explicaciones que le puede dar María ya que no hay precedentes de este tipo en todo el Antiguo Testamento. Según ellos, las concepciones milagrosas que relatan las Escrituras (Sansón, Isaac, Samuel, el Bautista) se producen siempre en casos de esterilidad y con concurso de varón. En el caso de María no se dan ninguna de las dos condiciones. El hecho de ser “varón justo”, es decir, cumplidor estricto de la Ley, le obliga a poner solución legal a la situación y “resuelve repudiarla en secreto”.

Sin embargo, la mayor parte de los exégetas opina que María comunicó a José el contenido de la anunciación. José se queda sorprendido. Posteriormente comprueba que María espera un hijo tal como se le había anunciado. Ante este hecho, sintiéndose indigno de ser el esposo de María y, sobre todo, desconcertado al ver que Dios mismo ha tomado a María como propiedad, reacciona como los justos del A.T. y se retira para dejar camino libre a la actuación de Dios. Ven en el gesto de José un paralelismo con Moisés, que se descalza y retrocede respetuoso ante la presencia de Dios en la zarza (Ex. 3, 5-6), o con Isaías, que se aterroriza ante la visión de Dios (Is. 6, 5), o con Isabel que se sorprende de que "la madre de mi Señor venga a mí" (Lc. 1, 43). Ante lo realizado por Dios en María, José decide retirarse, no denunciarla y dejar paso libre a Dios. "Repudiarla en secreto", dice el texto, a sabiendas de que el repudio era siempre un acto público y escrito.

De cualquier manera, ambos tuvieron que sufrir lo indecible. Por un lado el no saber qué hacer y por otro al tomar la decisión de separase. Siempre ha sido muy duro el tener que romper con la persona amada y más en estas circunstancias en que María está embarazada y puede ser lapidada, por adúltera. Hoy, por mucho menos, se dan crisis nerviosas, depresiones psicológicas. ¡Cuánto orarían al Padre en esta situación!. ¡Cuántas vueltas en la cabeza!.

• Admirar el respeto que José tiene de los planes y de la acción del Padre en María.

• Admirar los planes y la actuación de Dios en este caso, así como la reacción de María y de José.

• Descubrir el valor del sufrimiento en las adversidades de la vida que tantas veces ponen a prueba el amor y la opción.

• Hablar con Dios de aquellas situaciones vividas en que el corazón queda desarraigado o como roto.

• Pedirle fe y fuerza.

• Reconocer el valor de la oración especialmente en estos casos.

Hasta que en sueños aparece el ángel. Y en sueños se aclara la situación. ¿Quién puede fiarse de un sueño? ¿Qué entendió José? Según el texto, interviene un ángel y le tranquiliza, le anima y le convence para que se lleve a María a su casa, le explica la procedencia de la criatura que hay en ella y le dice el nombre que ha de poner al niño. Le está indicando que debe ser su padre ante la ley y ante la sociedad, ya que poner el nombre era competencia exclusiva del padre. Todos estos elementos que se le revelan a José están ya en la anunciación a María. A María se le pide su consentimiento en la anunciación. De igual modo se pide a José su asentimiento en la obra salvadora con una narración paralela. José responde actuando: recibe a María en su casa. Se fía de María, confía en Dios, y acepta sin ver. Asume sus responsabilidades en circunstancias tan excepcionales. Responde recibiéndola en su casa, esperando que Aquel que ha intervenido tan eficazmente en María siga protegiéndolos en el futuro. Se fía del Espíritu.

José no supo asumir el misterio. Como nos pasa a nosotros en tantas situaciones de la vida. Necesitó de la Palabra de Dios para aceptar, para estar seguro desde la fe en la Palabra. Necesitó salir de sí mismo, de sus prejuicios, de sus limitaciones, para aceptar el misterio. También nosotros necesitamos de la Palabra para entender, para aceptar el misterio. No tomar decisiones sin esperar al ángel que Dios envía en el amigo, en el confidente, en el acompañante, en las personas. Dios siempre envía el ángel que ayude a clarificar las situaciones. Hay que pedírselo y saber esperar. Que José nos ayude a necesitar de la Palabra y a aceptarla, recibiendo a María con Cristo en casa, en la familia, en la comunidad.

José se mostró como padre de Jesús. Es importante ver que Cristo pueda llamar Padre a Dios desde su experiencia de hijo de José. Aquí cobra importancia el testimonio de cada miembro en la familia, la experiencia vivida en casa, el gesto de cada día, el ejemplo y la dedicación al otro. Cada uno tiene su responsabilidad en la comunidad, en la familia, en la Fraternidad, por lo que hace, por cómo se expresa, por dónde se sitúa.

Los apócrifos nos presentan a María en el templo y a los sacerdotes tratando de buscarla un marido entre los viudos de la ciudad y con el milagro de la vara florecida, tan recordada en toda la iconografía de San José a lo largo de los siglos. San Mateo es más realista. El único milagro es el amor y la confianza en Dios. Aceptar a Dios en la prueba. Es el gran milagro de cada día. ¡Qué días pasaría José incluso después de haberla recibido en su casa!

• Agradecer a Dios el consentimiento de José a sus planes en María.

• Ver que la aceptación personal es requerida siempre a cada uno en libertad, en ruptura y en opción comprometida.

• Revisar mi aceptación y su desarrollo.

• La confianza está siempre en el quicio de toda decisión de fe. ¿En quién confío?. ¿Qué manifestaciones muestro de que es Dios mi opción?.

• Agradecer a Dios los sinsabores de la vida y aceptarlos. Cuánta gente los tiene que sufrir sin fe. No es un plus a la vida, es algo unido a la existencia misma de la persona.

No faltan crisis en la vida, ni tampoco en nuestra vida religiosa. Quizá no son de este calibre que hemos visto en María y en José pero no por eso carecen de importancia. Casi siempre son crisis de confianza, de aceptación, de comprometer y arriesgar parte de la persona, de salir de sí mismo. Son momentos oscuros en que no se sabe qué hacer. Incluso, como le sucede a José, hasta se toman decisiones equivocadas buscando lo mejor. El supo rectificar después del "sueño". Necesitamos de la Palabra para encontrar salidas y soluciones.

Las pruebas más duras son aquellas que proceden de Dios, cuando nos pide la aceptación de la misión, de la comunidad donde nos encontramos, del hermano que convive a nuestro lado. Son también pruebas ante la pérdida de un ser querido, ante la enfermedad o el dolor, ante una ruptura necesaria con determinadas personas o situaciones. Van siempre unidas a la fe. Son elementos purificadores. Cristo mismo las experimentó varias veces y de manera particular en el huerto de los olivos. El también se fió y arriesgó su persona: "aleja de mí este cáliz, mas no se haga lo que yo quiero sino lo que Tú quieres" (Mc. 14, 36).

Arriesgar en la fe, fiados de Dios, al estilo de José que recibe a María en su casa. Gran cantidad de santos han experimentado estas mismas pruebas y se han visto comprometidos en la misma respuesta, a veces con angustia.

Hay otras pruebas que surgen porque nos las preparamos nosotros mismos. Vamos dando prioridad a nuestro yo, a las personas o a las situaciones en detrimento de Dios. Y viene la crisis cuando nos desmontan el apoyo, cuando no responden a la estima o a las consideraciones que esperábamos, cuando nos desinstalan de nuestra posición de ambigüedad. Entonces aparece, como en el caso de José, el "repudio" en secreto, el distanciamiento de la comunidad, la desconfianza en los Hermanos y en los superiores, la crítica a la Institución y a las estructuras. En el mejor de los casos pedimos garantías lógicas y se nos dan razones de fe, de entrega, algo así como el "sueño" de José. Desde la lógica, convencen muy poco, en estas circunstancias, las garantías del Espíritu, la Palabra (siempre tan oída y con tantas interpretaciones), la Regla, etc. Sin embargo hay que arriesgar como José. Hay que fiarse poniendo la persona en manos de Dios y dispuestos a aceptar lo que venga, conscientes de la propia limitación. Hay que decidir desde la fe y la confianza.

Más difíciles de superar son aquellas pruebas que nosotros mismos nos ponemos: las necesidades que nos creamos. Ser mártir de la propia causa. En estos casos se necesita ayuda de otras personas.

• Hablar con Dios sobre mi actitud ante las dificultades, mis enfados por lo que no sale bien, el mal humor, ..

• Reconocer el valor de la fe en las mediaciones, en las cosas pequeñas, en la oración, en la vida monótona, .. para solucionar multitud de situaciones de ansiedad.

• Pedir por aquellas personas que se encuentran en situaciones de prueba, de tentación, por los que lo pasan mal.

• Agradecer a Dios la acción de la comunidad, de los demás hermanos, de cuantos nos ayudan.

Y con José Dios crea su casa, donde Cristo es acogido con amor, donde puede nacer, crecer y aprender. La casa, la familia, la comunidad, es necesaria y es muy importante que la construya Dios, el Espíritu, la Palabra aceptada. Cristo siempre necesita una casa, la de tu corazón, tu familia, tu comunidad, tu Fraternidad.

Que la Sagrada Familia, que se forja como familia en la prueba, nos ayude a superar las nuestras. Que unidos a Cristo y a los hermanos, a la Iglesia, salgamos también fortalecidos en la superación de las pruebas. Que nunca falte la fuerza del ángel para que aliente, aunque sea en sueños, en la noche de la fe. Que siempre terminemos abriendo las puertas del corazón, como José, para recibir en casa a quien Dios quiera. Que dejemos acercarse al ángel que nos envía Dios desde donde menos lo esperamos. Que sepamos ser ángeles para quien nos necesite. Que nunca falte nuestra palabra de aliento, de esperanza.

• También hoy tiene Dios sus planes sobre la Iglesia, la comunidad, la sociedad, y en esos planes entras tú.

• Espera que aceptes como José, comprometiendo tu persona.

• Las dificultades son menos si se encuentra ayuda. Hoy puedes ayudar a quienes encuentres a sobrellevar momentos malos. Que encuentren tu compañía y tu consuelo.

• Hay muchos momentos malos que les creamos nosotros mismos. Que los demás no tengan que culparnos de su desdicha o de sus penas.

La Sagrada Familia es una comunidad familiar convocada, reunida y guiada por el Espíritu Santo. Es una, la primera comunidad carismática. Aceptan al Espíritu Santo como don y lazo de su vocación, causa de su matrimonio y de las responsabilidades que asumen. Se fían del Espíritu y le dejan hacer con plenitud, tanto que Cristo, el don del Padre, puede manifestarse y crecer. La comunidad religiosa, la comunidad cristiana, la familia cristiana son también comunidades carismáticas, donde debe actuar el espíritu siempre al servicio de Cristo, de su cuerpo que es la Iglesia.


ORACION: Dios, Padre todopoderoso, que has querido manifestarnos la fuerza de tu salvación a través del sacrificio de tu hijo en la cruz, te rogamos que alcancemos tu paz en la adhesión a tu voluntad.

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