“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán.”
PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Daniel 12, 1-3
En
aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los
hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde
que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado
tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro.
Y
muchos de los que duermen en el suelo polvoriento se despertarán, unos para la
vida eterna, y otros para la ignominia, para el horror eterno.
Los
hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que
hayan enseñado a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por los
siglos de los siglos.
Palabra
de Dios.
SALMO Sal
15, 5 y 8. 9-11 (R.: 1)
R. Protégeme,
Dios mío,
porque
me refugio en ti.
El
Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡tú
decides mi suerte!
Tengo
siempre presente al Señor:
él
está a mi lado, nunca vacilaré.
Por
eso mi corazón se alegra,
se
regocijan mis entrañas
y
todo mi ser descansa seguro:
porque
no me entregarás a la Muerte
ni
dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
Me
harás conocer el camino de la vida,
saciándome
de gozo en tu presencia,
de
felicidad eterna a tu derecha.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la
carta a los Hebreos 10, 11-14. 18
Cada
sacerdote se presenta diariamente para cumplir su ministerio y ofrecer muchas
veces los mismos sacrificios, que son totalmente ineficaces para quitar el
pecado. Cristo, en cambio, después de haber ofrecido por los pecados un único
Sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios, donde espera que sus
enemigos sean puestos debajo de sus pies. Y así, mediante una sola oblación, él
ha perfeccionado para siempre a los que santifica.
Y
si los pecados están perdonados, ya no hay necesidad de ofrecer por ellos
ninguna otra oblación.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
X Lectura del
santo Evangelio según san Marcos 13, 24-32
Jesús
dijo a sus discípulos:
«En
ese tiempo, después de esta tribulación, el sol se oscurecerá, la luna dejará
de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Y se verá
al Hijo del hombre venir sobre las nubes, lleno de poder y de gloria. Y él
enviará a los ángeles para que congreguen a sus elegidos desde los cuatro
puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte.
Aprendan
esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y
brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. Así
también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está
cerca, a la puerta.
Les
aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. El cielo y la
tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto a ese día y a la hora,
nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.»
Palabra
de Dios.
Para
reflexionar
ñ
Día a día sentimos que la vida se nos
presenta como novedad. Experimentamos que el mundo al que estamos habituados se
ha quedado viejo. Viejo de repetir demasiado a menudo los mismos gestos un poco
maquillados, pero que son más de lo mismo, y a veces peor. Si algo se constata
hoy es la necesidad de alumbrar un mundo, una sociedad, un hombre nuevo. Desde
los jóvenes que nos muestran de infinitas formas su eterna rebeldía e
insatisfacción, hasta los grupos más revolucionarios y fundamentalistas,
pasando por toda gama de grupos y personas. Todos tienen la
pretensión, no sólo de anunciar un mundo nuevo y verdadero, sino de haber
encontrado la fórmula para llevarlo acabo.
ñ Sin embargo nuestro mundo sigue arrastrando
dolor, sufrimiento, injusticia, mentira, odio. Todos los
modelos y sistemas presentados con la arrogancia de la solución de las crisis
del hombre, ya sea de izquierda, derecha, centro, arriba o bajo, capitalistas,
comunistas, neo marxistas, manifiestan su impotencia para satisfacer el anhelo
del “mundo feliz” que buscamos todos los hombres.
ñ Hoy es la ideología del progreso consumista
la que promete la plenitud deseada, preparándose para ser la próxima
frustración. Se espera que sea lo definitivo pero se sabe que
no lo es. De ese modo, la espera ilusionada pelea con el desánimo y el miedo.
Para evitar a toda costa el conflicto se vive el irremediable “hoy” con la
intensidad y la adrenalina del último día. Obviamente después de tantos
fracasos se teme apostar a una nueva esperanza que apunte a mañana. El
símbolo humano ya no es el Prometeo que intenta robar para el hombre lo que le
pertenece Dios, sino el Narciso que vive para sí mismo y no mira al mundo
exterior. Pareciera que hay que acostumbrarse a vivir sin
ideales.
ñ Ante
las tremendas preguntas de un tremendo drama la fe tiene algo que decir, una
novedad para aportar.
· ·
·
ñ El
libro de Daniel quiere sostener la fe y la esperanza de los judíos perseguidos
por Antíoco Epífanes. El perseguidor va a ser derribado por Dios, y entonces
vendrá el tiempo del fin. Daniel va revelando el sentido último que tiene la
historia. Dios asegura un orden nuevo para su
pueblo y para los individuos. De esta manera los momentos de la historia del
mundo se convierten en momentos del plan de Dios. Cada momento
de la historia se hace profecía si se ve a la luz de Dios. En este proceso
despertar para la vida o para la ignominia, exige haber practicado la justicia.
· ·
·
ñ En la Carta a los Hebreos Cristo es
presentado como sacerdote mediador entre Dios y los hombres. El
es el único sacerdote capaz de ofrecer un sacrificio válido por los pecados de
los hombres. El ha ofrecido este sacrificio de una vez para siempre.
ñ Lo
anunciado por el Profeta Daniel ya se ha realizado en Cristo; el anuncio se
convierte en realidad. La salvación y el juicio de Dios se ha realizado, con
novedad insospechada en Cristo Jesús.
· ·
·
ñ En
el texto de Marcos, aproximándose en su estilo a la apocalíptica judía. se
mencionan tres momentos importantes: la conmoción del universo, la venida del
Hijo del Hombre y la reunión de los elegidos.
ñ Marcos contempla la segunda venida del Hijo
del Hombre invitándonos a esperar apoyados en la certeza de que las palabras de
Jesús no pasarán. Toda tribulación es, de alguna
manera, el anuncio de este mundo nuevo, de esta nueva creación, de este nuevo
parto. No es posible el anuncio de una nueva creación sin dolores, sin crisis,
sin rupturas. Estos son como los signos de la naturaleza que anuncian la
primavera.
ñ Los cristianos vivimos el drama que vive su
mundo. Somos peregrinos en esta historia y no estamos ausentes del mundo. Cristo
es la imagen de lo que estamos llamados a ser. Y Cristo no fue ajeno al mundo,
vivió en el mundo y con los hombres participando de su condición. Compartiendo
la pasión humana, ofreció por los pecados un sacrificio para siempre.
ñ Los
discípulos creemos que el resucitado vive y camina hoy junto a nosotros, Él es
el Señor y todo será puesto algún día bajo sus pies. Mientras tanto, los
cristianos vivimos la condición terrestre de Cristo, nos toca sufrir la pasión
de ser hombres en el mundo de hoy.
ñ A los hombres que vivimos este tiempo: el
que va desde el sacrificio de Cristo hasta la segunda venida, nos toca la
construcción del mundo nuevo que esperamos. Aunque no
sepamos el momento, no hay que despreciar cada instante. El final se realiza en
el compromiso de nuestras acciones humanas.
ñ Caminamos nuestro hoy con esperanza,
sabiendo que no es definitivo. Una esperanza apoyada en la fe en Jesús que es
el Señor de la historia. Una esperanza que se apoya en la
novedad de Cristo, pero que espera todavía su manifestación plena. Nuestro modo
de vivir aquí y ahora, necesita identificarse al modo de vivir de Dios, que
conocemos perfectamente, porque fue el modo de vivir de Cristo.
ñ
Nuestra fe cristiana no es una mera contemplación estática sino
una fuerza que nos debe llevar a comprometernos en la marcha de las cosas que
hacen posible que la vida del hombre en esta tierra vaya acercándose a esa
situación ideal que Jesús presentó como el Reino de Dios, en la que reine la
justicia, la fraternidad, la libertad, etc..
ñ La
fe nos llama a vivir activa y comprometidamente esta espera porque sabemos que
el mundo nuevo llegará: solo y cuando el hombre haya
hecho todo lo que haya podido. Sólo de esta manera los cristianos anunciarán
real, verdadera, evangélicamente el mundo nuevo en el que creen. Para el
cristiano la novedad no está fuera de la vida, sino dentro de ella. La novedad
es su vida, que es la de Cristo. La insospechada realidad, que crece en vistas
a su plenitud.
ñ Creer es recibir a Dios en nuestra vida de
cada día; experiencia de amor y de libertad que implica conversión permanente,
consentimiento en renacer de nuevo y una tensión hacia delante.
Solamente la esperanza da fuerza para aguantar el cansancio de vivir y para
superar la monotonía diaria.
ñ “El
futuro absoluto de Dios remite al hombre a su presente”. Desde el futuro es
donde debe el hombre instalarse en el presente. Desde la esperanza es donde el
mundo y la sociedad actuales deben ser no sólo interpretados, sino cambiados.
Jesús no quiso impartir enseñanzas sobre el fin, sino emitir una llamada para
el presente a la vista del fin.
ñ
“El futuro es llamada de Dios al presente”. En este camino de
futuro, todos los cristianos estamos comprometidos.
Para discernir
ñ ¿Me
preocupa el futuro?
ñ ¿Dónde
están puestas mis esperanzas?
ñ ¿Me
siento responsable por el futuro del mundo y la humanidad?
Para repetir
“Protégeme,
Dios mío, porque me refugio en Ti!”
Para la lectura
espiritual
El
Evangelio del penúltimo domingo del año litúrgico es el clásico texto sobre el
fin del mundo. En toda época ha habido quien se ha encargado de agitar
amenazadoramente esta página del Evangelio ante sus contemporáneos, alimentando
psicosis y angustia. Mi consejo es permanecer tranquilos y no dejarse turbar lo
más mínimo por estas previsiones catastróficas. Basta con leer la frase final
del mismo pasaje evangélico: «Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los
ángeles en el cielo, ni el Hijo, sólo el Padre». Si ni siquiera los ángeles ni
el Hijo (se entiende que en cuanto hombre, no en cuanto Dios) conocen el día ni
la hora del final, ¿es posible que lo sepa y esté autorizado a anunciarlo el
último adepto de alguna secta o fanático religioso? El Evangelio Jesús nos
asegura que Él volverá un día y reunirá a sus elegidos desde los cuatro
vientos; el cuándo y el cómo vendrá (entre las nubes del cielo, el
oscurecimiento del sol y la caída de las estrellas) forman parte del lenguaje
figurado propio del género literario de estos relatos.
Otra
observación puede ayudar a explicar ciertas páginas del Evangelio. Cuando
nosotros hablamos del fin del mundo, según la idea que tenemos hoy del tiempo,
pensamos inmediatamente en el fin del mundo en absoluto, después de lo cual ya
no puede haber más que la eternidad. Pero la Biblia razona con categorías
relativas e históricas, más que absolutas y metafísicas. Cuando por ello habla
del fin del mundo, entiende con mucha frecuencia el mundo concreto, aquél que
de hecho existe y es conocido por cierto grupo de hombres: su mundo. Se trata,
en resumen, más del fin de un mundo que del fin del mundo, si bien las dos
perspectivas a veces se entrecruzan.
Jesús
dice: «No pasará esta generación sin que todo esto suceda». ¿Se equivocó? No;
no pasó de hecho aquella generación; el mundo conocido por quienes le
escuchaban, el mundo judaico, pasó trágicamente con la destrucción de Jerusalén
en el año 70 después de Cristo. Cuando en el año 410 sucedió el saqueo de Roma
por obra de los vándalos, muchos grandes espíritus del tiempo pensaron que era
el fin del mundo. No erraban mucho; acababa un mundo, el creado por Roma con su
imperio. En este sentido, no se equivocaban tampoco aquellos que el 11 de
septiembre de 2001, viendo la caída de las Torres Gemelas, pensaron en el fin
del mundo…
Todo
esto no disminuye, sino que acrecienta la seriedad del compromiso cristiano.
Sería la mayor estupidez consolarse diciendo que, total, nadie conoce cuándo
será el fin del mundo, olvidando que puede ser, para cada uno, esta misma
noche. Por eso Jesús concluye el Evangelio de hoy con la recomendación: «Estad
atentos y vigilad, porque no sabéis cuándo será el momento preciso».
Debemos
-considero- cambiar completamente el estado de ánimo con el que escuchamos
estos Evangelios que hablan del fin del mundo y del retorno de Cristo. Se ha
terminado por considerar un castigo y una oscura amenaza aquello que la
Escritura llama «la feliz esperanza» de los cristianos, esto es, la venida de
Nuestro Señor Jesucristo (Tito, 2, 13). También está por en medio la idea misma
que tenemos de Dios. Los recurrentes discursos sobre el fin del mundo, obra
frecuente de personas con un sentimiento religioso distorsionado, tienen sobre
muchos un efecto devastador: reforzar la idea de un Dios perennemente enfadado,
dispuesto a dar rienda suelta a su ira sobre el mundo. Pero éste no es el Dios
de la Biblia, a quien un salmo describe como «clemente y compasivo, tardo a la
cólera y lleno de amor, que no se querella eternamente ni para siempre guarda
su rencor… que él sabe de qué estamos hechos»
(Sal 103, 8-14
Raniero Cantalamessa, ofmca. -predicador de la Casa Pontificia-)
Para rezar
Dios,
tu comunidad está acá para pedirte que nos ayudes
a
construir un Mundo Nuevo donde abunde la Paz.
Somos tus hijos e hijas que de diferentes lugares
Somos tus hijos e hijas que de diferentes lugares
de
esta tierra bendita que nos regalaste,
estamos aquí para compartir nuestras necesidades
estamos aquí para compartir nuestras necesidades
y
ponerlas en tus manos.
Estamos confiados que nos escucharás y ayudarás,
Estamos confiados que nos escucharás y ayudarás,
pues
eres un Dios de amor que te brindas a toda la humanidad.
Te pedimos que transformes los corazones duros
Te pedimos que transformes los corazones duros
de
aquellos que solo quieren poder y riquezas.
Te pedimos por nuestros niños y niñas
Te pedimos por nuestros niños y niñas
que
mueren día a día por hambre,
violencia,
enfermedades, marginalidad.
Te pedimos por tantas familias que quedaron devastadas
Te pedimos por tantas familias que quedaron devastadas
por
la muerte violenta de sus seres queridos
ocasionados
por atentados, robos, secuestros, falta de seguridad.
Te pedimos que nos ayudes a librarnos del egoísmo,
Te pedimos que nos ayudes a librarnos del egoísmo,
del
individualismo, del orgullo, del odio,
que
solo nos lleva a generar más muerte.
Te pedimos que nos acompañes a transitar
Te pedimos que nos acompañes a transitar
los
senderos más sinuosos y a llegar a los lugares más inhóspitos
para
conocer, ayudar y valorar a las personas
que
son ignoradas y abandonadas
por
los sistemas políticos y económicos.
Te pedimos que nos ayudes a renovar nuestras fuerzas
Te pedimos que nos ayudes a renovar nuestras fuerzas
y
seamos luces en el camino para quienes te estén buscando.
Y, porque sabemos que Tú todo lo puedes,
Y, porque sabemos que Tú todo lo puedes,
te
pedimos nuestro Dios que nos ayudes a construir
Comunidades
de Paz para Todos.
Tu nos diste a Jesús y por El aprendimos a ser fuertes y a amar incondicionalmente.
Por El y en El, es que te lo pedimos. Amén.
Tu nos diste a Jesús y por El aprendimos a ser fuertes y a amar incondicionalmente.
Por El y en El, es que te lo pedimos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.