23 de julio de 2013


…Éstos son mi madre y mis hermanos… 

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Éxodo    14, 21-15, 1

    Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda. Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar.
    Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos. Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con dificultad. Los egipcios exclamaron: «Huyamos de Israel, porque el Señor combate en favor de ellos contra Egipto.»
    El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros.» Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el Señor los hundió en el mar. Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni uno solo se salvó. Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
    Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar, y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
    Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:
     (No se dice Palabra de Dios)

SALMO    Ex 15, 8-9. 10 y 12. 17 (R.: 1b) 
R.    Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria.

    Al soplo de tu ira se agolparon las aguas,
    las olas se levantaron como un dique,
    se hicieron compactos los abismos del mar.
    El enemigo decía:
    «Los perseguiré, los alcanzaré,
    repartiré sus despojos, saciaré mi avidez,
    desenvainaré la espada,
    mi mano los destruirá.» R.

    Tú soplaste con tu aliento,
    y el mar los envolvió;
    se hundieron como plomo en las aguas formidables.
    Extendiste tu mano y los tragó la tierra. R.

    Tú lo llevas y lo plantas
    en la montaña de tu herencia,
    en el lugar que preparaste para tu morada,
    en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos. R.

EVANGELIO
    X Lectura del santo Evangelio según san Mateo    12, 46-50

    Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte.»
    Jesús le respondió: « ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Hoy tenemos la descripción de los últimos episodios del paso del mar Rojo. Dios ha salvado a Israel de la esclavitud de Egipto. Este hecho es como el núcleo fundamental de su fe.
Los judíos aprovecharon una especie de marea baja, y el viento fuerte del este secó las aguas más superficiales de aquel lugar de paso. Los egipcios, por otro lado, nublados por la obsesión de alcanzar a los fugitivos, no se dieron cuenta de que las aguas volvían a su cauce. Entrar en el terreno pantanoso fue la ruina de sus carros y de todo el ejército. La otra versión más épica, que también aparece en la lectura, es la de las aguas formando como una muralla a derecha e izquierda del pueblo.
Lo importante es que el pueblo experimenta que aquel día el Señor los salvó de las manos de Egipto y creyó en el Señor y en Moisés.
Las distintas tradiciones confluyen para explicar que los orígenes del pueblo hebreo se deben ante todo a la iniciativa de Dios.
Los autores no pretenden describir unos detalles históricos concretos. Este texto, escrito mucho después de sucedido, pero partiendo de tradiciones orales, ha querido valorizar una vez más, la presencia de Dios que acompaña y salva a su pueblo. Israel vio la mano fuerte que el Señor había desplegado. 
***
El rechazo del Reino por parte de los fariseos hecho en presencia de la multitud, ha puesto de relieve la profundidad que el Reino de Dios, produce en todo hombre. Jesús se dirigirá ahora a todos para invitarlos al discipulado y al seguimiento.
En este pasaje todavía Jesús estaba hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron a, tratando de hablar con Él.
Con el término “madre y hermanos” se designa una realidad amplia, que puede englobar la pertenencia a la misma familia, pero también el parentesco entre los miembros de un clan o de una tribu.
Jesús dijo: “¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?”, sorprende la pregunta porque todos los que lo conocen, en efecto, saben que la que está allí fuera es su madre.
La pregunta
no significa un desprecio de Jesús hacia los suyos: nadie ha amado a su madre mejor que El con un amor fuerte. Pero Jesús quiso poner de relieve la ruptura, que el Reino de los cielos introduce en las relaciones humanas en general, y en la familia de sangre en particular. Aquellos con quienes lo ligan lazos familiares no son los que se hallan “fuera”, sino los que se encuentran con El, a los que puede señalar con la mano, “los discípulos”.
Frente a la familia de sangre, se presenta la verdadera familia. De esta forma Jesús señala que el vínculo de sangre derivado de la pertenencia a un mismo hogar, clan o pueblo debe ceder ante otro tipo de vínculoel que surge del discipulado y del seguimiento. El discípulo es “familiar de Jesús”. Jesús ofrece a los hombres la cálida intimidad de su familia. Entre Dios y los hombres ya no hay sólo relaciones de obediencia y sumisión como entre un amo y los subalternos. Con Jesús entramos en la familia de Dios, como sus hermanos y hermanas, como su madre.
Este nuevo vínculo se realiza en torno al Padre del cielo que es capaz de crear un nuevo tipo de unidad familiar. Esta nueva unidad surge de la participación en el mismo querer del Padre, en la asimilación de la propia vida al proyecto del Padre.
Se trata por tanto, de la constitución de una nueva familia universal de hermanos, hermanas, madre, que le ha sido dada a Jesús por el Padre del cielo.
Este es el lazo familiar que debe predominar en la vida del discípulo. La nueva familia de Jesús se realiza en todos aquellos que colocan por encima de todo el beneplácito del Padre, realizado en Jesús y en su mensaje. La característica esencial del discípulo de Jesús: es “hacer la voluntad de Dios”.
Reconocer en Jesús, al Maestro, Hermano, Servidor y Mesías que implanta el derecho para todos y responde a las esperanzas de todo hombre; y poder descubrirde esta forma el verdadero rostro de Dios escondido en la cotidianeidad de la vida de los hombres, posibilita formar parte de la comunidad que constituye la verdadera familia de Jesús. Entrar en comunión con Dios, haciendo su voluntad es, al mismo tiempo, entrar en comunión con incontables hermanos y hermanas que tratan también, de hacer esa misma voluntad.
La invitación se dirige a todo hombre a lo largo del tiempo. El Señor, el Dios de la historia, que es Dios con nosotros hasta el fin de los tiempos, sigue dirigiéndola a todo aquel que está dispuesto a compartir su suerte, entrando en comunión con el Padre y su Palabra hecha carne, y asumiendo gozosamente sus exigencias.

PARA DISCERNIR

¿Tengo experiencia de Dios como salvador, la he compartido con otros?
¿Qué rasgos de mi ser “discípulo” me invita a revisar y convertir esta palabra?
¿Camino en comunión con otros hermanos, la construyo, discierno en comunidad la voluntad del Padre Dios?

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

…Dame un corazón dócil a tu voluntad, Señor…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«El que cumple la voluntad de mi Padre… ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»

    …La Bienaventurada Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras El moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas.
Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia.  Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia… Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora…
     Ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única… 
Concilio Vaticano II – Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium » 61-62

PARA REZAR

Escuchar la Palabra

Señor de la Vida,
abre nuestro corazón a tu Palabra.
Queremos anunciar tu Reino
y construirlo con nuestras vidas.
Queremos ser testigos
de tu amor y tu proyecto
para todos.
Ayúdanos a escuchar tu Palabra,
a leer y rezar con la Biblia,
a contemplar la vida y la historia
para descubrir tu propuesta
y caminar hacia Tí.
Tu Señor, que aprendiste
de la mano de María,
la virgen fiel,
enséñanos a seguir su ejemplo.
Maestra de las cosas de Dios,
quien guardaba en su corazón
lo que vivía,
y meditaba en el silencio
lo que iba descubriendo.
María, mujer sencilla,
que no entendía todo
pero se animó a decir sí a todo.
Ella nos enseña
que para vivir la fe
hay que escuchar mucho,
hay que escuchar siempre… (…)


LECTIO DIVINA

Señalando con la mano a sus discípulos, dijo:
Estos son mi madre y mis hermanos

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     12, 46-50

    Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte».
    Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

v.46: Todavía estaba hablando a la muchedumbre: Es la gente anónima que lo rodea, llamada a decidirse por Él o contra Él. No puede seguir siendo neutral.
Estas multitudes somos nosotros, los lectores, llamados a ser como los discípulos que acogen el don de la vida: de lo contrario somos como los fariseos que lo llevan a la muerte.
Su madre y sus hermanos: En Marcos 3,20 ss, el episodio se mira en sentido negativo. Los suyos lo aman, pero creen que está fuera de sí, van a “hacerse cargo de Él” y a llevarlo a la casa para atenderlo. Aunque lo aman, ellos – como para Pedro y los otros – existe un largo camino de conversión para llegar a la sabiduría de Dios. No aceptan su modo de pensar ni de obrar. La sabiduría de Dios es necedad para el hombre (1 Co 1,17-2,16). Mateo utiliza el episodio con otra óptica: dice que la familia de Jesús está constituida por los que cumplen, como Él, la voluntad de su Padre.
Se presentaron fuera. Es un residuo del relato de Marcos, estructurado sobre el “dentro” y “fuera” de la casa. Uno puede ser pariente cercano del Señor – pertenecer a su pueblo desde varias generaciones – pero no por eso está “dentro” de su casa. Debe entrar personalmente en la relación Hijo/Padre.
Trataban de hablar con Él. No es tanto el hablar con Él que nos hace suyos, sino el escucharlo. El hablar con Él puede ser el primer paso, pero no basta.
v.47: Alguien le dijo,…. De los suyos que tratan de hablarle, se pasa a este anónimo que le habla: es uno de la multitud, uno de nosotros. ¿Pero su hablarle se convertirá en deseo de escucharlo?
v.48: Él respondió al que se lo decía. A quien le habla, Jesús le responde, descubriendo su misterio.
¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Jesús cuestiona lo que parece obvio. Todo el Evangelio, de principio a fin, es un cuestionamiento a las “certezas”: quita al hombre sus certezas, para abrirlo a la verdad de Dios. A quien le pregunta si quiere hablar o no con los suyos, Jesús responde problematizando una evidencia que se da por descontada: ¿Quiénes son los suyos? Él no nació de la carne, sino del Espíritu (1,20). Su madre es madre suya porque le ha dicho “sí” a la voluntad del Padre (Lc 1,38). El que, como ella, acoge la Palabra, es madre suya; le da vida en la propia vida, le da carne en la propia carne.
v.49: Extendiendo su mano hacia los discípulos: No es un simple gesto para señalar a sus discípulos. Su mano es la misma del Padre, de la cual ninguno puede arrebatarlos (Jn 10,28ss).
¡Éstos son mi madre y mis hermanos! El discípulo está en comunión con Él, su hueso y su carne (2S 19,13): el uno es el otro, con una pertenencia recíproca de amor.
Hasta el punto de que es su madre. La maternidad es una relación pero no de igualdad, sino de dependencia. La vida del Verbo encarnado depende del hombre. Así como se la puede quitar, también se la puede dar. El que cierra la mano, lo mata; el que la abre a su don, lo hace vivir en sí. Él se entrega en nuestras manos: su cuerpo y su sangre son para nosotros. La Eucaristía es el lugar lleno de familiaridad con Él.
v.50: Todo el que cumple la voluntad de mi Padre celestial.  La voluntad está siempre en conexión con el Padre: es su amor al Hijo, que le corresponde con el mismo amor. El Padre y el Hijo tienen un único amor: es el Espíritu Santo, su beso, su respiro, su vida.
Jesús, a través del “sí” de una mujer, vino en nuestra carne para decirnos y darnos el amor del Padre. Nuestra existencia no es el desarrollo de un destino ciego e ineluctable, sino el cumplimiento libre de la voluntad del Padre (6,10; 7,21; 12,50; 18,14; 21,3; 26,42).
Ése es mi hermano.  Cumplir la voluntad del Padre es mi identidad: me hace hijo suyo y hermano de Jesús.
Mi hermana.  En Israel la mujer no podía ser discípula. Para Jesús no existen hombre y mujer; todos somos uno en Él (Ga 3,28). El que lo ama y lo escucha es igual a Él, el Hijo, su hermano o su hermana.
Mi madre.  El trozo comienza y termina con la palabra “madre”. La de María es la vocación originaria de cada hombre: decir “sí” al Padre, hacerse respuesta a su propuesta. Como Dios es Padre del Verbo en los cielos, así en la tierra es para Él madre el que dice “sí” al Padre.
Al igual que el anterior (11,25-30), también este capítulo se cierra con la perspectiva más alta que se le concede al hombre: él es por gracia lo que Dios es por naturaleza. Su belleza, sublime e increíble, es tener parte en el secreto de Dios: entrar en su misma vida de amor entre el Padre y el Hijo.

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Estoy ansioso de hablar con Jesús?
¿Me podría señalar Jesús como parte de su familia?
¿Entiendo el hacer la voluntad del Padre como signo de pertenencia filial divina?

ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, ayúdame a hacer la voluntad del Padre y de esa manera ser señalado por Vos como parte de tu íntima familia. Amén.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Trato de recrear la escena descripta en el texto, oír la multitud, escuchar al anónimo que se anima a hablar con Jesús e interceder por su familia.
Luego escucho la pregunta de Jesús, veo a los discípulos y trato de imaginar lo que la multitud pensó en ese momento.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Cómo buscaré espacios en mi vida para poder hablar con Él a pesar de la multitud de personas y de situaciones que se me presentan?
¿De qué forma práctica haré la voluntad del Padre?
¿Qué valor le daré a la pertenencia filial que tengo con Jesús? 



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