29 de septiembre de 2013 – TO - DOMINGO XXVI – Ciclo C
…Ay de los que se sienten seguros…
PRIMERA LECTURA
Lectura de la
profecía de Amós 6, 1a. 4-7
¡Ay
de los que se sienten seguros en Sión! Acostados en lechos de marfil y
apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros
sacados del establo. Improvisan al son del arpa, y como David, inventan
instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los
mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José.
Por
eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la
orgía de los libertinos.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 145, 7.
8-9a. 9b y 8d y 10 (R.: 1b)
R. ¡Alaba
al Señor, alma mía!
El
Señor hace justicia a los oprimidos
y
da pan a los hambrientos.
El
Señor libera a los cautivos.
El
Señor abre los ojos de los ciegos
y
endereza a los que están encorvados.
El
Señor ama a los justos
y
protege a los extranjeros.
Sustenta
al huérfano y a la viuda
y
entorpece el camino de los malvados.
El
Señor reina eternamente,
reina
tu Dios, Sión,
a
lo largo de las generaciones.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la
primera carta del apóstol san Pablo
a
Timoteo 6, 11-16
Hombre
Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la constancia, la
bondad. Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has
sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en
presencia de numerosos testigos.
Yo
te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y delante de Cristo
Jesús, que dio buen testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está
prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de
nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el
bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el
único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún
hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura del
santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
Jesús
dijo a los fariseos:
«Había
un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía
espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado
Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los
perros iban a lamer sus llagas.
El
pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también
murió y fue sepultado.
En
la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de
lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: “Padre Abraham, ten
piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y
refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan.”
“Hijo
mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro,
en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el
tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera
que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se
puede pasar de allí hasta aquí.”
El
rico contestó: “Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi
padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos
también caigan en este lugar de tormento.”
Abraham
respondió: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen.”
“No,
padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se
arrepentirán.”
Pero
Abraham respondió: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite
alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán.”»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
ñ En
qué punto los tratados, convenciones, declaraciones
y otros instrumentos en los que se plasmaron los derechos del hombre, se han
convertido en letra muerta. Mientras se reivindican derechos de
todo tipo pareciera que el derecho a vivir dignamente no entra en los derechos
más importantes. No existen juicios por discriminación de estómagos.
ñ Cada vez hay más pobres y cada vez hay
menos ricos. La realidad indica que un puñado de ricos cada vez más ricos,
tienen en sus manos el destino de esos ejércitos de hambrientos. En
un tiempo no muy lejano algunos sostenían que a mayor miseria, mayores
posibilidades de producir cambios estructurales en la sociedad. La realidad
parece haber demostrado más bien lo contrario.
ñ
La calculadora solidaria de la ONU
muestra dígitos que producen miedo. Por ejemplo, cuenta que si el progreso
avanza tan lentamente como ahora habrá que esperar más de 130 años para
erradicar el hambre del mundo. En un Informe sobre Desarrollo Humano, habla del
“nivel grotesco” que alcanzan las diferencias entre los poderosos y los
oprimidos, una brecha que la globalización es incapaz de cicatrizar. En
los albores del siglo XXI, el 1% de la población más rica del mundo gana al año
lo mismo que el 57% de los pobres de la tierra.
ñ Si
bien, con este contexto, hablar de derechos humanos, justicia equitativa, igualdad
de posibilidades es cada vez más difícil; paradójicamente es también, cada vez
más necesario, porque el derecho a una vida digna no se ha derogado
todavía.
***
ñ
El profeta Amós se alza vigoroso contra la vida de su tiempo.
Formula una dura crítica de los ricos y, en general, de la sociedad de su
época, una sociedad que se entrega a todos los lujos y a todos los excesos con
una increíble sensación de seguridad. El profeta
considera desastrosa la situación real de Israel; porque los ricos viven a costa
de la sociedad y de los pobres sobre todo. Allí ya no se ven la fe de Israel ni
su Ley. El profeta no pretende condenar el aumento
de bienestar, sino los abusos y la distancia demasiado grande entre diferentes
condiciones de vida, viviendo unos del trabajo de los otros y
de su indigencia. La protesta de Amós apunta sobre todo a los
que viven en medio del abuso aún profesando externamente la religión de Israel.
***
ñ El texto de la carta a Timoteo es una
llamada a la lucha por la fe. El hombre piadoso, religioso, sabe que en este
mundo, mantener la fe, no es fácil, porque las cosas de Dios y del evangelio no
se imponen por sí mismas. Otros dioses, otros poderes, roban
el corazón de los hombres y es necesario mantener la perseverancia en una
dinámica que nos abre al proyecto futuro de Dios. Este mundo tiene que ir
realizándose en la justicia, en la solidaridad, en el amor…hasta que llegue la
manifestación de la plenitud de Dios, que nos ha revelado Jesucristo.
***
ñ
El capítulo social que el domingo
pasado planteaba la actitud de los cristianos ante el dinero o las
riquezas cierra con la famosa parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón. Lucas
aprovecha para poner de manifiesto lo que les espera a los que no son capaces
de compartir sus riquezas con los pobres.
ñ Dos
hombres distanciados por un abismo de egoísmo e insolidaridad que, según Jesús,
puede hacerse definitivo, por toda la eternidad. En
las casas acomodadas, era costumbre el uso de migajas en la comida para
limpiarse las manos que luego se tiraban debajo de la mesa. El pobre Lázaro,
que significa “Dios ayuda”, suspiraba por ellas, pero nadie se las daba.
Los perros le lamían las llagas, pero los invitados del rico, también ricos, lo
ignoraban.
ñ
El rico despreocupado “banquetea
espléndidamente”, ajeno al sufrimiento de un pobre mendigo a quien “nadie daba
nada”. El pecado del rico no es su riqueza sino disfrutar
despreocupadamente de ella sin acercarse a la necesidad del pobre Lázaro.
ñ Jesucristo ama a todos sin excepciones, no
habla “contra” los ricos, pero con dureza quiere advertirlos acerca del peligro
que significa, dejarse aprisionar por el dinero.
La convicción profunda de Jesús es que la riqueza en cuanto “apropiación
desordenada de bienes”, no hace crecer al hombre, sino que lo esclaviza,
lo destruye y deshumaniza cuando lo hace indiferente, apático e insolidario
ante la necesidad ajena.
ñ El
rico no se condena por el hecho de ser rico, sino porque prescinde de Dios y
porque se resiste a compartir lo suyo con el pobre que muere de hambre a su
propia puerta. Tampoco el pobre se salva por el hecho de serlo, sino cuando
está abierto a Dios y espera la salvación de “quien hace justicia a los
oprimidos y da pan a los hambrientos, como canta el salmo de este domingo. La
acumulación de riquezas es injusta; pero es más injusta todavía cuando al lado
hay personas que ni siquiera tienen las migajas necesarias para comer.
ñ Dios no quiere la miseria, ni le
gustan los sacrificios que la pobreza impone. Al contrario, quiere que todos
sus hijos vivan dignamente y sean felices. La pobreza existe paralelamente a la
riqueza. No existen ciudades bonitas si dentro de ellas
hay hombres mendigando o muriendo de frío en las calles, no hay familias
ideales si algún miembro de ellas está solo y abandonado, no nos sentiremos
satisfechos de nosotros mismos si tenemos que pasar de largo para no ver la
injusticia del que sufre.
ñ El infierno no es otra cosa que la
“consagración” de este estado de separación, de lejanía. Separación de Dios y
de sus amigos, porque aquí abajo se ha vivido lejos de los otros,
separado de los valores verdaderos, aferrado únicamente al tener, apegado al
placer egoísta, separado de su vocación más auténtica. Condenación significa
“privación” .
ñ
El abismo entre los ricos y los pobres que Lucas quiere poner de
manifiesto, puede y debe cambiarse en el presente. El futuro se hace en el
presente y quien sabe cambiar su presente, cambia también el futuro.
ñ Para que el Reino comience en la tierra,
Jesús pone como primera condición, la ruptura con la ambición para abrazar voluntariamente
el camino de la solidaridad, saber usar los bienes de este
mundo de modo que “a nadie le falte lo que a otros le sobra”. Compartir
con los demás lo que tenemos, que no es solamente responsabilidad de los ricos,
sino también los pobres. Todos tenemos algo que compartir.
Siempre tenemos al lado personas que tienen menos que nosotros.
ñ
La salvación de la humanidad no está
en la abundancia de bienes, de tecnología o de aquellas cosas que no son
necesarias para la vida del ser humano. La salvación de la humanidad está
en comprender que la dinámica de la acumulación desmedida e inmisericorde
de riquezas crea enormes abismos que conducen a toda la humanidad a su
propia autodestrucción. El abismo no se puede minimizar por medio
de limosnas, asistencialismo y ayudas ocasionales tranquilizadoras de
conciencia.
ñ La solidaridad cristiana consiste en un
amor fraternal y compasivo que brota de la experiencia del amor del Padre
que tanto amó al mundo que dio a su Hijo único para que en Él tengamos vida en
abundancia.
ñ La solidaridad cristiana es solidaridad con
el Señor Jesús, solidaridad que implica la firme
adhesión con todo el ser a su misión. De esta fundamental solidaridad con Él,
se desprenden las exigencias del compromiso solidario con todos los hombres.
Todo esfuerzo solidario nos remite a Jesús, porque lo que hacemos a cualquiera
de nuestros hermanos, a Él se lo hacemos.
ñ La solidaridad entendida simplemente como
ayuda caritativa, pero que no cuestiona el sistema injusto, es una solidaridad
a medias porque permite que todo siga igual. La solidaridad
con los que sufren, no es una táctica pastoral, sino un “deber”
que le exige trabajar cada día para transformar positivamente la realidad del
prójimo. La solidaridad que anuncia el evangelio ha
de incluir la justicia, pero la desborda, para abarcar la dimensión más
profunda que es el Amor. Porque, aún cuando los hombres tengan
una seguridad social y beneficios, que cubran todas sus necesidades, seguirán
necesitando siempre ser tratados con amor.
ñ
El discípulo no puede negarle el evangelio a los hombres de este
tiempo reduciéndolo a algo puramente espiritualista; y un modo privilegiado de
anunciarlo es encarnando en nuestra propia vida los gestos y el modo de
solidaridad fraternal que nos enseñó el Señor.
PARA
DISCERNIR
ñ ¿Qué actitud tengo ante los necesitados?
ñ ¿Hasta dónde llega mi compromiso solidario?
ñ ¿Mi fe: llega a tocar mi bolsillo?
REPITAMOS
Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Que no cierre
mi corazón…
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
EN
QUÉ PONEMOS NUESTRA CONFIANZA ULTIMA
Los ricos
quedan descalificados, no porque necesariamente hayan sido injustos, ni
porque hayan robado, ni por el mero hecho de ser ricos. Sino porque están tan
llenos de sus riquezas, o sea, de sí mismos, que no piensan en Dios ni en
los demás.
Se les llama
necios porque no han sabido poner su confianza en algo sólido, sino en lo
más efímero de la vida que, a la hora de la verdad, no les servirá de nada. El
rico lo parecía tener todo, pero llega a la presencia de Dios, a la hora
de su muerte, con las manos vacías. Pobre de solemnidad en lo que más
contaba.
No hace falta
que llevemos una vida disoluta ni banqueteemos a diario, despilfarrando
nuestros bienes, para sentirnos interpelados por la palabra de Amós o de
Cristo. Podemos tener, cada uno en su nivel, los mismos defectos:
¿estamos apegados a las cosas materiales, embotados por lo secundario, y
descuidando lo principal? ¿nos extraña que Jesús dijera que es tan
difícil que se salve un rico lleno de sus cosas como que un camello pase
por el ojo de una aguja?
NUESTROS
PECADOS DE OMISIÓN
Se les achaca,
además, a estos ricos su falta de solidaridad. No se han querido dar
cuenta de que otros, a su lado, están padeciendo necesidad, y hacen uso
totalmente egoísta de sus bienes. Esto no sólo pasa en las relaciones
entre naciones ricas y pobres, con sus insoportables y crecientes
diferencias. También sucede entre familias, entre comunidades eclesiales
y entre personas concretas, que pueden tener una lastimosa ignorancia de
la finalidad de los bienes de este mundo y de la necesidad que otros
padecen muy cerca de nosotros.�
Es una llamada
a saber usar los bienes de este mundo. A compartir con los demás lo que
tenemos. Lo cual deben hacer no sólo los ricos, sino también los pobres. Todos
tenemos algo que compartir. Siempre tenemos al lado personas que tienen
menos que nosotros. También cuentan, a la hora de la evaluación de
nuestra vida, los “pecados de omisión”. Seremos juzgados por lo que hemos
hecho: “tuve hambre y me disteis de comer”, y también por lo que hemos
dejado de hacer: “estuve enfermo y no me visitasteis”.
J.
ALDAZÁBAL
PARA REZAR
Señor
Jesús yo sé que tu vida se complicó demasiado.
Yo sé que luchaste por la paz y la justicia y la libertad.
Yo sé que lo diste todo por amor y la verdad.
Yo sé que perdonaste y devolviste la dignidad humana a muchos hombres.
Yo sé que viviste entre marginados y asumiste su vida.
Yo sé que proclamaste que Dios era Padre para ellos.
Yo sé que llamaste a vivir en tu Reino a los hombres de corazón roto.
Yo sé que te acorralaron los poderosos y te condenaron.
Yo sé que te metieron en la cárcel y te sentaron en el banquillo.
Yo sé que te clavaron en el madero como a un maldito.
Yo sé que te mataron para que las cosas siguieran igual.
Yo sé que tu muerte fue un fracaso. ¡Un fracaso!
Pero yo sé que Tú diste la vida por amor.
Yo sé que tu estilo de vida no podía quedar en el sepulcro.
Yo sé que tu Padre, Señor de la Historia, te levantó, te puso en pie.
Todos nosotros sabemos que resucitaste. Lo sabemos y creemos
En Ti, Señor Resucitado.
Señor Jesús, Señor Resucitado, Solidario con los hombres.
Creemos en el Hombre Nuevo, en la Nueva Humanidad que nos dejaste.
Creemos, Señor Jesús, que sigues siendo solidario de los hombres.
¡Creemos en el hombre como un ser salvado! ¡Salvado desde la Cruz!
¡Señor, auméntanos la fe! Amén.
Yo sé que luchaste por la paz y la justicia y la libertad.
Yo sé que lo diste todo por amor y la verdad.
Yo sé que perdonaste y devolviste la dignidad humana a muchos hombres.
Yo sé que viviste entre marginados y asumiste su vida.
Yo sé que proclamaste que Dios era Padre para ellos.
Yo sé que llamaste a vivir en tu Reino a los hombres de corazón roto.
Yo sé que te acorralaron los poderosos y te condenaron.
Yo sé que te metieron en la cárcel y te sentaron en el banquillo.
Yo sé que te clavaron en el madero como a un maldito.
Yo sé que te mataron para que las cosas siguieran igual.
Yo sé que tu muerte fue un fracaso. ¡Un fracaso!
Pero yo sé que Tú diste la vida por amor.
Yo sé que tu estilo de vida no podía quedar en el sepulcro.
Yo sé que tu Padre, Señor de la Historia, te levantó, te puso en pie.
Todos nosotros sabemos que resucitaste. Lo sabemos y creemos
En Ti, Señor Resucitado.
Señor Jesús, Señor Resucitado, Solidario con los hombres.
Creemos en el Hombre Nuevo, en la Nueva Humanidad que nos dejaste.
Creemos, Señor Jesús, que sigues siendo solidario de los hombres.
¡Creemos en el hombre como un ser salvado! ¡Salvado desde la Cruz!
¡Señor, auméntanos la fe! Amén.
Cáritas
Sevilla
Jesús dijo a los fariseos:
Señor, ayúdame a mirar al necesitado con tus ojos de misericordia y a servirlo en forma práctica.
LECTIO DIVINA
Has recibido bienes y Lázaro recibió males;
ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento
ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas 16, 19-31
Jesús dijo a los fariseos:
Había
un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía
espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado
Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los
perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico
también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio
de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: «Padre Abraham,
ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua
y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan».
«Hijo mío,
respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en
cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que
quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de
allí hasta aquí».
El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de
mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos
también caigan en este lugar de tormento».
Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen».
«No, padre
Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se
arrepentirán».
Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque
resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán».
Palabra del
Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
La parábola está
construida en base a contrastes extremadamente marcados entre sus dos
personajes, los mismos a su vez cambian abruptamente en los dos escenarios
descriptos.
El primer contraste se
presenta en sus vidas en la escena terrenal.
El rico vivía lleno de
lujos exteriores y banquetes. Sus vestimentas seguramente costaban el
equivalente a varios años de trabajo de un obrero. En un país donde la gente
pobre era afortunada si comía carne una vez por semana, el rico comía todos los
días exóticos platos en banquetes donde invitaba a sus iguales quienes eran su
compañía.
El pobre, llamado Lázaro
es el único personaje de las parábolas de Jesús que tiene nombre propio. El
nombre Lázaro es la forma latina de Eleazar, que significa “Dios es mi ayuda”.
La vestimenta de Lázaro
eran sus llagas parcialmente cubiertas de harapos. Su comida era lo que caía de
la mesa del rico (algunas traducciones aclaran “migajas”). En la época de Jesús
no había ni cuchillo ni tenedores ni servilletas. Se comía con las manos, y en
toda casa rica, las manos se limpiaban en gruesas rebanadas de pan que luego se
tiraban. Lázaro estaba esperando ese pan.
La compañía de Lázaro eran
los perros cuyo único interés era lamer sus llagas. La ubicación de Lázaro
yaciendo a las puertas de la casa del rico es un elemento fundamental en la
parábola.
Seguramente durante mucho
tiempo el rico y Lázaro se vieron el uno al otro, pero un gran abismo los
separaba. El mismo no era en esencia una cuestión sólo de dinero. Era el abismo
de la opulencia orgullosa frente a la pobreza sufriente, el derroche insultante
ante la necesidad urgente, la insensibilidad ciega a una miseria evidente.
La parábola no reprocha en
ningún momento al rico haber adquirido su fortuna de forma deshonesta o haber
cometido algún otro crimen, sino que sugiere con fuerza que no se preocupaba de
los pobres.
El pecado del rico había
sido no prestar atención a Lázaro, haberlo aceptado como parte del panorama,
haber pensado que era perfectamente natural e inevitable que Lázaro estuviera
tendido en el dolor y el hambre, mientras él nadaba en la opulencia.
El escenario luego de la
muerte de ambos cambia rotundamente y su situación también lo hace
dramáticamente. ¡Lázaro está en la gloria y el rico en el tormento!
El rico alcanza a ver y reconocer
a Lázaro junto a Abraham. Está sediento hasta la desesperación, pero ni aún así
se dirige a Lázaro en busca de ayuda, le habla a Abraham para que dé un recado
a Lázaro a su favor. Ahora el abismo es insalvable. Es el del juicio de Dios,
el cumplimiento de lo anunciado por la Ley y los Profetas.
Y son precisamente a las
Escrituras a las que apela Abraham como recurso propuesto de advertencia a la
familia del rico ante su pedido. Sin embargo, el rico sigue despreciando la
palabra de Dios y desvalorizando a Lázaro. Espera que Abraham envíe a Lázaro
como objeto mensajero. No es de extrañar entonces que Abraham vuelva a resaltar
la Biblia como don dado por Dios en donde su amor, juicio y misericordia han
sido revelados.
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Cómo
está mi sensibilidad ante la necesidad, independientemente a mi situación
económica?
Ø ¿Tengo
actualmente abismos insalvables de tipo social, racial, etc. con mis
semejantes?
Ø ¿Cómo
puedo evaluar equilibradamente la temporalidad terrenal y la eternidad?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame a mirar al necesitado con tus ojos de misericordia y a servirlo en forma práctica.
Señor, que pueda
complacerme en tu Ley y meditar en ella de día y de noche. Amén.
4.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
ü Reflexiono
en la vida y consecuencia de los dos personajes de la parábola.
ü Escucho
con atención las palabras de Abraham y medito en ellas.
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Qué
acción práctica de atención al pobre estoy dispuesto a hacer?
Ø ¿Hay
un caso concreto de necesidad que conozco, quizá con nombre, que no he
atendido?
Ø ¿Estoy
dispuesto a aportar tiempo diario en la meditación de las Escrituras?
ECLESALIA,
25/09/13. - Según
Lucas, cuando Jesús gritó “no podéis servir a Dios y al dinero”, algunos
fariseos que le estaban oyendo y eran amigos del dinero “se reían de él”. Jesús
no se echa atrás. Al poco tiempo, narra una parábola desgarradora para que los
que viven esclavos de la riqueza abran los ojos.
Jesús
describe en pocas palabras una situación sangrante. Un hombre rico y un mendigo
pobre que viven próximos el uno del otro, están separados por el abismo que hay
entre la vida de opulencia insultante del rico y la miseria extrema del pobre.
El
relato describe a los dos personajes destacando fuertemente el contraste entre
ambos. El rico va vestido de púrpura y de lino finísimo, el cuerpo del pobre
está cubierto de llagas. El rico banquetea espléndidamente no solo los días de
fiesta sino a diario, el pobre está tirado en su portal, sin poder llevarse a
la boca lo que cae de la mesa del rico. Sólo se acercan a lamer sus llagas los
perros que vienen a buscar algo en la basura.
No
se habla en ningún momento de que el rico ha explotado al pobre o que lo ha
maltratado o despreciado. Se diría que no ha hecho nada malo. Sin embargo, su
vida entera es inhumana, pues solo vive para su propio bienestar. Su corazón es
de piedra. Ignora totalmente al pobre. Lo tiene delante pero no lo ve. Está ahí
mismo, enfermo, hambriento y abandonado, pero no es capaz de cruzar la puerta
para hacerse cargo de él.
No
nos engañemos. Jesús no está denunciando solo la situación de la Galilea de los
años treinta. Está tratando de sacudir la conciencia de quienes nos hemos
acostumbrado a vivir en la abundancia teniendo junto a nuestro portal, a unas
horas de vuelo, a pueblos enteros viviendo y muriendo en la miseria más
absoluta.
Es
inhumano encerrarnos en nuestra “sociedad del bienestar” ignorando totalmente
esa otra “sociedad del malestar”. Es cruel seguir alimentando esa “secreta
ilusión de inocencia” que nos permite vivir con la conciencia tranquila
pensando que la culpa es de todos y es de nadie.
Nuestra
primera tarea es romper la indiferencia. Resistirnos a seguir disfrutando de un
bienestar vacío de compasión. No continuar aislándonos mentalmente para
desplazar la miseria y el hambre que hay en el mundo hacia una lejanía
abstracta, para poder así vivir sin oír ningún clamor, gemido o llanto.
El
Evangelio nos puede ayudar a vivir vigilantes, sin volvernos cada vez más
insensibles a los sufrimientos de los abandonados, sin perder el sentido de la
responsabilidad fraterna y sin permanecer pasivos cuando podemos actuar.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos,
indicando su procedencia).
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