-->
…Sólo
el
extranjero
volvió
a
dar
gracias
a
Dios…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del
segundo
libro
de
los
Reyes 5,
10.
14-17
El
profeta Eliseo mandó un mensajero para que dijera a Naamán, el
leproso: “Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se
restablecerá y quedarás limpio.
Naamán
bajó
y
se
sumergió
siete
veces
en
el
Jordán,
conforme
a
la
palabra
del
hombre
de
Dios;
así
su
carne
se
volvió
como
la
de
un
muchacho
joven
y
quedó
limpio.
Luego
volvió
con
toda
su
comitiva
adonde
estaba
el
hombre
de
Dios.
Al
llegar,
se
presentó
delante
de
él
y
le
dijo:
«Ahora
reconozco
que
no
hay
Dios
en
toda
la
tierra,
a
no
ser
en
Israel.
Acepta,
te
lo
ruego,
un
presente
de
tu
servidor.»
Pero
Eliseo
replicó:
«Por
la
vida
del
Señor,
a
quien
sirvo,
no
aceptaré
nada.»
Naamán
le
insistió
para
que
aceptara,
pero
él
se
negó.
Naamán
dijo
entonces:
«De
acuerdo;
pero
permite
al
menos
que
le
den
a
tu
servidor
un
poco
de
esta
tierra,
la
carga
de
dos
mulas,
porque
tu
servidor
no
ofrecerá
holocaustos
ni
sacrificios
a
otros
dioses,
fuera
del
Señor.»
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
97,
1.
2-3b.
3c-4
(R.:
cf.
2b)
R. El
Señor
reveló
su
victoria
a
los
ojos
de
las
naciones.
Canten
al
Señor
un
canto
nuevo,
porque
el
hizo
maravillas:
su
mano
derecha
y
su
santo
brazo
le
obtuvieron
la
victoria.
El
Señor
manifestó
su
victoria,
reveló
su
justicia
a
los
ojos
de
las
naciones:
se
acordó
de
su
amor
y
su
fidelidad
en
favor
del
pueblo
de
Israel.
Los
confines
de
la
tierra
han
contemplado
el
triunfo
de
nuestro
Dios.
Aclame
al
Señor
toda
la
tierra,
prorrumpan
en
cantos
jubilosos.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de
la
segunda
carta
del
apóstol
san
Pablo
a
Timoteo 2,
8-13
Querido
hermano:
Acuérdate
de
Jesucristo,
que
resucitó
de
entre
los
muertos
y
es
descendiente
de
David.
Esta
es
la
Buena
Noticia
que
yo
predico,
por
la
cual
sufro
y
estoy
encadenado
como
un
malhechor.
Pero
la
palabra
de
Dios
no
está
encadenada.
Por
eso
soporto
estas
pruebas
por
amor
a
los
elegidos,
a
fin
de
que
ellos
también
alcancen
la
salvación
que
está
en
Cristo
Jesús
y
participen
de
la
gloria
eterna.
Esta
doctrina
es
digna
de
fe:
Si
hemos
muerto
con
él,
viviremos
con
él.
Si
somos
constantes,
reinaremos
con
él.
Si
renegamos
de
él,
él
también
renegará
de
nosotros.
Si
somos
infieles,
él
es
fiel,
porque
no
puede
renegar
de
sí
mismo.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Lucas 17,
11-19
Mientras
se
dirigía
a
Jerusalén,
Jesús
pasaba
a
través
de
Samaría
y
Galilea.
Al
entrar
en
un
poblado,
le
salieron
al
encuentro
diez
leprosos,
que
se
detuvieron
a
distancia
y
empezaron
a
gritarle:
«
¡Jesús,
Maestro,
ten
compasión
de
nosotros!»
Al
verlos,
Jesús
les
dijo:
«Vayan
a
presentarse
a
los
sacerdotes.»
Y
en
el
camino
quedaron
purificados.
Uno
de
ellos,
al
comprobar
que
estaba
curado,
volvió
atrás
alabando
a
Dios
en
voz
alta
y
se
arrojó
a
los
pies
de
Jesús
con
el
rostro
en
tierra,
dándole
gracias.
Era
un
samaritano.
Jesús
le
dijo
entonces:
«
¿Cómo,
no
quedaron
purificados
los
diez?
Los
otros
nueve,
¿dónde
están?
¿Ninguno
volvió
a
dar
gracias
a
Dios,
sino
este
extranjero?»
Y
agregó:
«Levántate
y
vete,
tu
fe
te
ha
salvado.»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- Resulta muy común poner más esfuerzo en recordar los odios que los afectos. La memoria de ofensas, desprecios o agresiones recibidas las mantenemos muy viva y la acariciamos enfermizamente por mucho tiempo, a veces toda la vida, Por el contrario, olvidamos en minutos el agradecimiento que debemos a tantas personas que nos han ayudado; incluso, a aquellos a quienes deberíamos rendir gratitud de por vida. Peor aún, muchas veces una sola falta aislada lleva a perder una larga historia de amistad o de vida familiar. Son mucho más abundantes en nuestra vida personal y social las “listas de agravios exigiendo reparación”, las “listas de indeseables”, las “listas negras”.
- Por el bien que recibimos, la gratitud es a menudo ligera como una pluma; mientras que el daño que recibimos o creímos recibir se hacen una mochila pesada como el plomo. Por otro lado, cuando alguien nos debe agradecimiento, enseguida lo recordamos. Los hombres suelen, si reciben un mal, escribirlo sobre el mármol; si un bien, en el polvo (Thomas Moore).
- La ingratitud, amnesia del corazón, es hija de la soberbia. Cuando domina la ingratitud pensamos y sentimos que todo nos es debido, o calificamos como debido lo que ha sido gratuito.
- La gratitud es la memoria buena del corazón.
Ser agradecido es más que saber pronunciar unas palabras de forma mecánica, o un hábito de buena educación, la gratitud es aquella actitud que nace del corazón que aprecia y valora lo que alguien ha hecho por nosotros. Encierra un sentido más importante cuando encontramos que también quiere decir reconocimiento. - Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda (Martín Lutero).
- Rechaza a Dios el desagradecido porque considera que no hay nada que agradecerle, dado que todo son méritos propios. Rechazado Dios, el hombre, necesitado de una salvación, opta por salvarse a sí mismo, se cierra en sí mismo, en su egoísmo, y crea una salvación a su propia medida.
***
- La lectura del Libro de los Reyes nos presenta la acción beneficiosa para un leproso extranjero; Naamán, el general de Siria, eterno pueblo enemigo de Israel. La enfermedad de la lepra era una de las lacras de aquella sociedad, por eso era considerada la enfermedad más impura y diabólica. Eliseo recurre al mítico Jordán, el río de la tierra santa, para que se bañe en sus aguas casi divinas, para aquella mentalidad. Es como un baño en la fe de Israel; este es el sentido del texto. Lo más importante es la acción de gracias a Dios, ya que el profeta no quiere aceptar nada para sí.
***
- La segunda lectura seguramente procede de una antigua fórmula de fe que confiesa no solamente la descendencia davídica de Jesús, sino principalmente su resurrección, a partir de la cual viene al mundo la salvación. Este acontecimiento es lo que llevó a Pablo a abandonar su vida de seguridad en el judaísmo y a luchar hasta la muerte para que el mundo encuentre en este acontecimiento la razón última de la historia futura. El quiere ayudar a salvarse a los hermanos. Ahora, escribiendo a Timoteo, le ordena conservar la “memoria” de Jesús. “Haz memoria del Señor Jesucristo”. Elemento integrante de la gratitud es la “memoria“.
***
- En el evangelio, Jesús camina hacia Jerusalén donde lo espera su destino de muerte y de salvación para los hombres, podemos comprender su acción, el riesgo y el sentido de todo lo que hace.
- El leproso era ante todo un marginado; su enfermedad le convertía en un extraño dentro de la vida de su pueblo; por eso se podía tomar como un maldito.
- Se acercan diez leprosos que forman entre sí una especie de comunidad de miseria y de sufrimiento, errante por lugares desiertos.
- La enfermedad y la miseria los reúne y los coloca en posición de búsqueda y necesidad. Han oído hablar de sus milagros y salen al encuentro de Jesús y a gritos le suplican que los cure. No pueden hacer más que gritar pidiendo auxilio. En su petición está implícito el grito de todos los hombres que descubren sus límites y llaman a la puerta del misterio en busca de salvación. Le gritan desde lejos, respetando de este modo, la prohibición que tenían los leprosos de acercarse a las ciudades y a los caminos.
- Todos esperaban un gesto maravilloso, un prodigio de Jesús. La actitud del maestro rompe el contexto legal: les habla y les da un consejo que los llevará a la curación: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Jesús se limitó a decirles que hicieran lo que tenían que hacer, cumplir la ley y presentarse al sacerdote. Mientras iban de camino se produce el milagro externo: todos quedan curados.
- Los nueve judíos como eran miembros del pueblo elegido, creerían que tenían derecho a esa curación, era algo debido por lo que no tenían nada que agradecer. Tranquilos y felices siguieron su camino como si nada especial hubiera pasado por sus vidas; aceptan el prodigio con naturalidad y se disponen a integrarse, sin más, en la vida del pueblo de Israel, su pueblo. El décimo leproso, el samaritano, tenido por renegado en la mentalidad judía, siente la necesidad de volverse para agradecer a Jesús, y lo hace “alabando a Dios a grandes gritos y echándose por tierra a los pies de Jesús”.
- Sólo este samaritano sabe que lo que le ha sucedido es un don, y tuvo la capacidad de sorpresa necesaria para encaminarse agradecido hacia Jesús.
- El agradecimiento del samaritano tiene como base fundamental el reconocimiento de su situación real de pobre hombre marginado, perteneciente a los no-elegidos y que por el amor de Dios ha sido salvado. Por eso sólo le cabe como respuesta posible, el agradecimiento; un agradecimiento que es cambio de vida. Este cambio hace del enfermo un hombre sanado y del maldito, ahora salvado, un testigo que alaba a Dios a los gritos y que se echa a sus pies reconociéndolo públicamente como Salvador.
- Todo lo que somos lo recibimos como un regalo, sin merecerlo, sólo por pura donación. Todo nos es dado, todo es gracia. No hay peor cosa que el ir por la vida pensando que “a todo tenemos derecho”. La salvación es pura gratuidad y despierta gratitud. El agradecimiento es la clave de la relación del cristiano con Dios.
- La acción de gracias es el reconocimiento de nuestra imposibilidad radical de alcanzar por nosotros mismos la salvación y la aceptación gozosa de la gratuidad y amor de Dios. La acción de gracias a Jesús, no se impone, brota del corazón que se hace capaz de reconocer, que Él no nos debe nada, que su amor para con nosotros es totalmente gratuito. Y sólo quien es capaz de descubrir este amor generoso y gratuito de Dios, puede volver a Él agradecido y convertirse en discípulo suyo y seguirlo.
- Volver agradecido a Jesús, es optar por Él y por su causa. Quien ha reconocido a Jesús como el Señor, como el Salvador, no puede dejar de alabar y bendecir su obra; ya no puede construir la vida al margen de Él. No puede construir su vida sin contar con Él como la clave desde la cual se interpreta toda la existencia.
- El trabajo por el reino, es la respuesta agradecida de alabanza concreta y vital del hombre, que se siente amado y salvado gratuitamente y necesita gratuitamente hacer que otros tengan la misma experiencia.
Lamartine,
el poeta y político francés, nos cuenta lo que le sucedió a él
mismo.
Iba paseando cuando oyó a un picapedrero exclamar a cada golpe de martillo:
Iba paseando cuando oyó a un picapedrero exclamar a cada golpe de martillo:
“¡Gracias!”
-Buen hombre, ¿a quién das gracias?
-Buen hombre, ¿a quién das gracias?
-A
Dios – respondió el otro.
-Si
hubieras sido rico, me parecería natural que dieras gracias a Dios,
pero sabes que Dios pensó en ti sólo una vez al tiempo de criarte;
luego te dio un martillo y no ha vuelto a pensar en ti.
-¿Así
que dice usted que Dios pensó en mí por lo menos una vez?
-¡Hombre!
Eso está claro- respondió el poeta.
Y
el picapedrero, que si no era más poeta era más cristiano que
Lamartine, dijo así, llorando:
-¿Y
le parece a usted poco? Todo un Dios pensar en un picapedrero.
¡Gracias, Dios mío, gracias!- y siguió picando piedras.
Damos
gracias
a
Dios
que
nos
ha
dado
el
don
de
la
palabra,
con
la
cual
nos
podemos
comunicar
entre
nosotros
y
con
El
por
medio
de
su
Hijo,
que
se
ha
hecho
Palabra
para
nosotros.
Damos
gracias
a
El
que
por
su
gran
amor
nos
ha
hablado
como
amigos
(cf.
Jn
15,
14-15).
Bendecimos
a
Dios
que
se
nos
da
en
la
celebración
de
la
fe,
especialmente
en
la
Eucaristía,
pan
de
vida
eterna.
La
acción
de
gracias
a
Dios
por
los
numerosos
y
admirables
dones
que
nos
ha
otorgado
culmina
en
la
celebración
central
de
la
Iglesia,
que
es
la
Eucaristía,
alimento
substancial
de
los
discípulos
y
misioneros.
También
por
el
Sacramento
del
Perdón
que
Cristo
nos
ha
alcanzado
en
la
cruz.
Alabamos
al
Señor
Jesús
por
el
regalo
de
su
Madre
Santísima,
Madre
de
Dios
y
Madre
de
América
Latina
y
de
El
Caribe,
estrella
de
la
evangelización
renovada,
primera
discípula
y
gran
misionera
de
nuestros
pueblos.
(Aparecida
25)
PARA
DISCERNIR
- ¿Soy agradecido o siento que la vida me debe?
- ¿Miro siempre lo que me falta o doy gracias por lo que tengo?
- ¿Mi testimonio brota del agradecimiento?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
…Jesús,
Maestro
ten
compasión
de
nosotros…
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
“Se
echó
rostro
en
tierra,
a
los
pies
de
Jesús,
dándole
gracias”
La
meditación
sobre
el
amor
de
Dios,
me
ha
impresionado
fuertemente
considerando
los
bienes
que
recibo
de
Dios
desde
el
primer
momento
de
mi
vida
hasta
hoy.
¡Cuánta
bondad!
¡Cuánto
desvelo!
¡Cuánta
providencia
para
el
cuerpo
y
para
el
alma!
¡Cuánta
paciencia!
¡Cuánta
dulzura!…
Me
parece
que
Dios
me
ha
hecho
penetrar
y
ver
claramente
esta
verdad:
primero,
que
él
está
en
todas
las
criaturas;
segundo,
que
todo
lo
que
hay
de
bueno
en
ellas
es
él;
tercero,
que
es
él
quien
nos
hace
todo
el
bien
que
de
ellas
recibimos.
Y
me
parece
ver
a
este
rey
de
gloria
y
majestad
dedicado
a
calentar
nuestras
vestiduras,
a
refrescarnos
con
el
aire,
a
alimentarnos
con
la
comida,
a
alegrarnos
con
los
sonidos
y
en
los
objetos
agradables,
a
producir
en
mí
todos
los
movimientos
necesarios
para
vivir
y
actuar.
¡Qué
maravilla!
¡Quién
soy
yo,
oh
Dios
mío,
para
ser
así
servido
por
vos,
en
todo
momento,
con
tanta
asiduidad
y
en
todas
las
cosas
con
tanto
mimo
y
tanto
amor!
Y
hace
lo
mismo
con
todas
las
demás
criaturas;
mas
todo
eso
por
mi,
igual
que
un
intendente
celoso
y
vigilante
que
hace
trabajar
en
todos
los
rincones
del
reino
para
su
rey.
Lo
que
es
más
admirable
es
que
Dios
hace
esto
mismo
con
todos
los
hombres,
aunque
nadie
piense
en
ello,
si
no
es
alguna
alma
escogida,
alguna
alma
santa.
Es
preciso
que,
al
menos
yo,
piense
en
ello
y
sea
agradecido.
Me imagino que, así como Dios quiere que el fin último de todos sus actos sea su gloria, así también hace todas estas cosas principalmente por amor de aquellos que piensan en ello y admiran así su bondad, le quedan reconocidos, y de ahí nace la ocasión para amarle: los demás reciben los mismos bienes como por casualidad o por suerte… Dios nos da incesantemente el ser, la vida, las acciones de todo cuanto en el universo hay creado.
Me imagino que, así como Dios quiere que el fin último de todos sus actos sea su gloria, así también hace todas estas cosas principalmente por amor de aquellos que piensan en ello y admiran así su bondad, le quedan reconocidos, y de ahí nace la ocasión para amarle: los demás reciben los mismos bienes como por casualidad o por suerte… Dios nos da incesantemente el ser, la vida, las acciones de todo cuanto en el universo hay creado.
Esta
es
su
ocupación
en
la
naturaleza;
la
nuestra
debe
ser
la
de
recibir
sin
cesar
lo
que
nos
envía
de
todas
partes
y
devolvérselo
con
acción
de
gracias,
alabándole
y
reconociendo
que
él
es
el
autor
de
todas
las
cosas.
He
prometido
a
Dios
de
hacer
cuanto
esté
de
mi
parte.
San
Claudio
de
la
Colombière
(1641-1682),
jesuita
Retiro de 1674, cuarta semana
Retiro de 1674, cuarta semana
PARA
REZAR
Gracias,
Señor, por ese mundo lleno de amor
que
sale a nuestro paso para llenar el corazón con su belleza.
Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre.
Por la risa del niño que se vuelve caricia. Por el mar y la nube.
Por el don de sentir a plenitud la vida.
Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.
Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su
milagro, un pabilo de ensueño.
Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros
padres y nuestras mentes.
Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.
Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber
puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota rocío y por el arco iris y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.
Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy
que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de
misterio.
Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos
que se olvidaron de dártelas, en nombre de lo que somos y lo que seremos.
Gracias por toda la eternidad.
Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre.
Por la risa del niño que se vuelve caricia. Por el mar y la nube.
Por el don de sentir a plenitud la vida.
Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.
Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su
milagro, un pabilo de ensueño.
Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros
padres y nuestras mentes.
Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.
Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber
puesto trinos y alas en las ramas. Gracias por cada gota rocío y por el arco iris y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.
Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy
que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de
misterio.
Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos
que se olvidaron de dártelas, en nombre de lo que somos y lo que seremos.
Gracias por toda la eternidad.
LECTIO DIVINA
Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este
extranjero
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas 17, 11-19
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos,
Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes.» Y en el camino quedaron
purificados.
Uno de ellos,
al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se
arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias.
Era un
samaritano.
Jesús le dijo
entonces: «¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde
están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?» Y agregó:
«Levántate y vete, tu fe te ha salvado.»
Palabra del
Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
En la antigüedad los
leprosos sólo podían esperar la muerte. No podían participar del culto y de la
vida social, para proteger a los demás del contagio masivo. Por esa misma
razón, cuando alguno se consideraba curado, debía certificar su curación. Sólo
de ese modo podía volver a su familia y reintegrarse en la sociedad. Las
personas encargadas de certificar las curaciones eran los sacerdotes. Jesús
cumple con esa norma social, y manda a los leprosos: “Vayan y preséntense a los
sacerdotes” (Lc 17,14).
Por todo esto, la lepra
era una enfermedad tan humillante que su curación era un poderoso signo de
liberación y restauración del ser humano. Al curarse la lepra se recuperaban
todas las cosas importantes: la vida en la familia, la posibilidad de tener un
trabajo, la convivencia social. Entonces, cuando Jesús curaba leprosos
simbolizaba de una manera luminosa que Él venía a buscar el bien del ser
humano.
Jesús no curaba
mágicamente. Siempre requería la aceptación confiada de las personas, la fe.
Por eso decía “Tu fe te ha salvado” (17,19). Con esa frase Jesús daba una gran
importancia a esa cooperación de la persona, y nos invita a descubrir que la
verdadera fe sana, libera, fortalece.
Pero en este texto hay un
detalle que se destaca. Sólo uno de los diez leprosos que Jesús curó, volvió a
dar gracias por su curación. Jesús reprocha a los otros nueve que, una vez
curados, no fueron capaces de agradecer. Así nos muestra la actitud del hombre
concentrado solamente en sus propias necesidades, encerrado en el propio yo. Es
el egocentrismo del que sólo busca una solución a sus dramas, pero es incapaz
de ir más allá para agradecer a Dios que merece ser glorificado: “Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias
a Dios?” (17, 17-18).
Párrafos
extraídos de “El Evangelio del Domingo” – Comentario para meditar – Víctor
Manuel Fernández – Editorial San Pablo - pág. 136-137
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Por
qué Jesús manda a todos a presentarse al sacerdote?
Ø ¿Qué
significado tuvo en su momento y tiene ahora que el único que regresa es un
extranjero?
Ø ¿Cuál
es la diferencia entre estar agradecido a Dios y dar gloria a Dios?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Oremos guiados por la lectura de los Salmos de la liturgia de hoy:
SALMO
Sal 97, 1-4 (R.: cf. 2b)
El Señor manifestó su victoria.
El Señor manifestó su victoria.
Canten al
Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
4.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
¿Qué cosas podrías
agradecerle hoy a Dios?
¿Serías capaz de hacer una
lista?
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Además de seguir los consejos de los médicos, confío en el
Señor cuando estoy enfermo?
Ø ¿Doy gloria a Dios cuando me sano o se sana algún ser
querido?
Ø ¿Doy gloria a Dios cuando estoy sano?
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