20 de julio de 2014 – TO - DOMINGO XVI – Ciclo A
Dejen que
crezcan juntos
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro de la
Sabiduría 12, 13. 16-19
Fuera de ti, no
hay otro Dios que cuide de todos, a quien tengas que probar que tus juicios no
son injustos.
Porque tu fuerza
es el principio de tu justicia, y tu dominio sobre todas las cosas te hace
indulgente con todos. Tú muestras tu fuerza cuando alguien no cree en la
plenitud de tu poder, y confundes la temeridad de aquellos que la conocen.
Pero, como eres dueño absoluto de tu fuerza, juzgas con serenidad y nos
gobiernas con gran indulgencia, porque con sólo quererlo puedes ejercer tu
poder.
Al obrar así, tú
enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo de los hombres y colmaste a
tus hijos de una feliz esperanza, porque, después del pecado, das lugar al
arrepentimiento.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 85, 5-6. 9-10. 15-16a (R.: 5a)
R. Tú, Señor, eres
bueno e indulgente.
Tú, Señor, eres
bueno e indulgente,
rico en
misericordia con aquellos que te invocan:
¡atiende, Señor, a
mi plegaria,
escucha la voz de
mi súplica! R.
Todas las naciones
que has creado
vendrán a
postrarse delante de ti,
y glorificarán tu
Nombre, Señor,
porque tú eres
grande, Dios mío,
y eres el único que
hace maravillas. R.
Tú, Señor, Dios
compasivo y bondadoso,
lento para
enojarte, rico en amor y fidelidad,
vuelve hacia mí tu
rostro y ten piedad de mí. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 8,
26-27
Hermanos:
El Espíritu viene
en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el
Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que sondea los
corazones conoce el deseo del Espíritu y sabe que su intercesión en favor de
los santos está de acuerdo con la voluntad divina.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 24-43
Jesús propuso a la
gente otra parábola:
«El Reino de los
Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero
mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se
fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor,
¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?
El les respondió:
“Esto lo ha hecho algún enemigo
Los peones
replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?
“No, les dijo el
dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el
trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los
cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y
luego recojan el trigo en mi granero.”»
También les
propuso otra parábola:
«El Reino de los
Cielos se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En
realidad, esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más
grande de las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los
pájaros del cielo van a cobijarse en sus ramas.»
Después les dijo
esta otra parábola:
«El Reino de los
Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad
de harina, hasta que fermenta toda la masa.»
Todo esto lo decía
Jesús a la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas,
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: Hablaré en parábolas
anunciaré cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Entonces, dejando
a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le
dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo.»
El les respondió:
«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo;
la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que
pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es
el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se
arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin
del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su
Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el
horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos
resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga
oídos, que oiga!»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Llamamos a nuestros tiempos, tiempos
de pluralismo. Y nos gusta que así sea. Pero a veces nuestro pluralismo no
es soportado sino a base de anatemas interiores. El pluralismo no nos
ha educado para la convivencia social. El pluralismo no puede
alcanzarse por decreto o imposición. La misma realidad nos muestra que el
mundo late también al ritmo de incomprensiones y rivalidades. Los grupos
que se sienten poseedores de la verdad excluyen a los demás. Las diferencias de
criterio se traducen en enfrentamientos personales, y las distintas opciones de
grupo, en enfrentamientos institucionales irreconciliables, que parece que sólo
pueden solucionarse con la desaparición del disidente. Quien no piensa como yo
está en un error, y quien actúa de distinto modo que nosotros es un equivocado
o un malintencionado. Nadie puede dudar de nosotros y todos nos
permitimos sospechar de los demás.
En nuestra vivencia democrática,
especialmente en tiempos de campañas electorales se experimenta un clima
enrarecido, injusto, angustioso. Para poder colocar nuestra confianza en tal
grupo o dársela a otro tenemos que soportar las críticas despiadadas, corrosivas, injustas de
los que buscan, desde su postura e ideas, el bien de todos. Se condena
al adversario sin consideración de ninguna clase porque ha hecho todo
mal o hará todo mal. Mientras que los acusadores, sean del lado que sean, se
arrogan ser la única solución. La realidad se intenta presentar como una
inmensa película del Oeste con «los buenos» de un lado y «los malos» del otro.
Todos sabemos que no existe la división entre buenos absolutos y malos
absolutos.
Lo peor es que esto no sucede sólo en el
ámbito político. en la vida ordinaria se nos enseña, ya de chicos, a dividir a
los hombres en buenos y malos, a poner a ciertas personas o ciertos grupos de
personas, entre los aceptables, y a otros, entre los indeseables. Con
la particularidad de que los malos siempre son los otros.
Con las mejores intenciones
la intolerancia pasa a ser una actitud habitual, hasta incluso en
muchos ambientes, muy bien aceptada. Sin embargo la intolerancia nos hace
daltónicos sociales, todo es blanco o negro y con pocos matices.
La clave para aprender a vivir con
tolerancia es aprender a mirar nuestros propios yerros, desde los cuales
podemos empezar a comprender los yerros de los otros, comprenderlos y ayudarlos
a superarlos.
***
En la primera lectura el sabio medita
la historia y le arranca enseñanza. En las sucesivas etapas del pasado ve
que el poder de Dios es el principio de su justicia y de su
misericordia. Este pasaje forma parte de la reflexión sapiencial sobre los
castigos infligidos por Dios a los cananeos a causa de sus crímenes. La actitud
severa que Dios ha adoptado ha estado acompañada de sentimientos de
misericordia. Esto no es manifestación de debilidad sino de su señorío. La
garantía de la justicia de Dios es precisamente su fuerza y su poder. Más aún,
precisamente porque es todopoderoso es también misericordioso. Yahvé es el
único Dios que juzga de todo y no tiene que dar cuentas a nadie de su proceder,
pero quiere demostrarnos que sabe juzgar con justicia. Este poder no es un
motivo para que obre como un tirano; por el contrario, es el fundamento de
su serena justicia.
***
Todos los trabajos y esfuerzos de la
humanidad van encaminados tras la vida, la felicidad, la libertad y son
equiparables a un parto. Pablo es consciente de que esto encierra el anhelo
universal por la redención del hombre y la liberación.
La humanidad vive en estado de parto,
ilusionada con dar a luz el hombre nuevo. Pero también experimenta la
debilidad, el egoísmo que la encierra en sí misma, imposibilitando toda
colaboración en la tarea de la nueva creación. El Espíritu viene en
nuestra ayuda abriéndonos la perspectiva del nuevo estado de felicidad y
libertad, al que ya pertenecemos por nuestra condición de hijos. Esta acción
del Espíritu es silenciosa. El que escudriña los corazones, Dios, reconoce
en estos gemidos inefables de nuestro corazón la oración del Espíritu por
nuestra redención. La esperanza nunca quedará defraudada.
***
La parábola quiere responder a una
situación de la comunidad primitiva que padeció pronto la tentación de la
rigidez que la llevaba a vivir como un escándalo los pecados ocurridos
después del bautismo. También en tiempo de Jesús existía el movimiento fariseo,
que pretendía ser el pueblo santo, separado de la
multitud de los pecadores. Asimismo estaba el movimiento de Qumran, con su idea
de oposición y separación, de rígida santidad, que exigía rechazar a
cuantos no eran puros. Por otro lado la predicación del Bautista anunciaba al
Mesías como el que tamizaría el grano y lo separaría de la cizaña. Tanto los
zelotes, fariseos y Qumran afirmaban la santidad a costa de la separación.
Llega Jesús y parece hacer lo contrario de todas estas tentativas: no
separa a los pecadores, sino que hasta come con ellos.
La parábola del trigo y la cizaña va
seguida de una explicación y enseña que en el campo hay buenos y malos. La
presencia de la cizaña no constituye un fracaso. En el Reino de Dios tienen
cabida todos, incluidos aquellos de los cuales tal vez menos se sospecha.
Existen siempre los que quieren
anticipar el juicio de Dios; pero no debe anticiparse y no está
reservado a los hombres. Dios es el que establece la hora; el bien y el mal
deben llegar a su plenitud. El centro de la parábola no se encuentra
simplemente en la presencia de la cizaña, ni tampoco que más tarde el trigo
será separado de la cizaña. El centro lo constituye el hecho de que
la cizaña no sea arrancada ahora. La fuerza
novedosa, sorpresiva y escandalosa
es la paciencia Dios y la nueva dinámica del Reino de Dios. El Reino ha llegado aunque siga habiendo pecadores.
es la paciencia Dios y la nueva dinámica del Reino de Dios. El Reino ha llegado aunque siga habiendo pecadores.
Para Jesús amar a los hombres es
amarlos hasta en su pecado, hasta cuando rechazan los planes que Dios tiene
sobre ellos. El pecado de los hombres es el que ha llevado a Cristo a la
cruz. La mayor prueba de amor, es la de dar la vida por aquellos a quienes
se ama. Hasta el mismo momento en que el pecado del hombre conduce a Jesús a la
muerte, todavía persiste el amor, se hace todavía más grande y se
afirma victorioso. La paciencia de Jesús se reveló en toda su plenitud durante su
Pasión. En el momento supremo, en que los proyectos divinos llegan
aparentemente al fracaso, el amor se hace completamente misericordioso.
Jesús ha amado a los hombres hasta el fin.
El Reino crece, sea como sea. Nada lo
puede frenar. Incluso crece en el mismo lugar donde el Maligno ha sembrado mala
semilla; “los hijos del Reino” viven en los mismos lugares donde viven “los
hijos del Maligno”. Claramente la parábola añade que Dios “da lugar al
arrepentimiento”.
Trigo y cizaña cuando nacen tienen las
mismas apariencias y no cualquiera podría distinguirlos, crecen tan juntos que
no se podría arrancar uno sin arrancar la otra. Ello hace que sea necesario
tolerar el crecimiento de la cizaña.
Lo mismo pasa en nuestra vida. No existe
el hombre absolutamente bueno ni tampoco existe el hombre absolutamente
malo; todos tenemos un fondo bueno. La bondad y la maldad no dividen a la
humanidad en dos bloques, los buenos y los malos. La frontera entre el bien y
el mal pasan por el corazón de cada uno. Todos tenemos trigo y
cizaña; capacidad de bien y de mal. Por eso, nadie está en condiciones de
rechazar enteramente a ningún hermano. Porque rechazaría su cizaña y
ciertamente también su trigo. No se trata nunca de eliminar a un hombre
porque tenga cizaña, sino de hacer crecer su trigo hasta que domine la cizaña.
El campo de la parábola es el mundo, en el
que observamos la presencia simultánea del bien y mal, tan entrelazado, que
resulta difícil distinguir uno y otro. Por eso en la vida de la comunidad vemos
que se mezclan, continuamente, el evangelio y el pecado: injusticias,
explotaciones, envidias con actos de generosidad, de amor, de justicia. En una
realidad ambigua y mediocre crece el Reino. La misma Iglesia no es la
comunidad de los salvados, de los elegidos, sino el lugar donde podemos
salvarnos, y no podemos pensar que acaparamos todo el trigo y que
fuera de nosotros no hay más que cizaña. Fuera de la Iglesia también hay
trigo y dentro de ella también hay cizaña. La frontera entre el trigo y la
cizaña también pasa por el corazón de cada uno de los cristianos. Necesitamos
asumir que vivimos en una mezcla y que podemos avanzar y crecer, descubriendo
los signos del Reino para potenciarlos. Es imposible crecer, y buscar el Reino
en ningún otro lugar que en esta realidad.
Parece increíble, pero así somos. Con
el mismo corazón con que creemos «amar a Dios sobre todas las cosas»,
envidiamos, somos avaros y odiamos. Somos capaces de pasar del «amar con todo
el corazón» al «odiar con todo el corazón».
Todos estamos en camino,
absolutamente todos. Sin dejar de ser exigentes, debemos poner los medios
para avanzar juntos; soportando también juntos el peso de las
imperfecciones ajenas.
El crecimiento del Reino no obedece
nuestros criterios, ni su lógica es la nuestra. El dueño del campo
corrige la impaciencia de los criados que querían arrancar la cizaña cuanto antes. Por naturaleza tendemos a ser precipitados, impacientes y exigentes. La velocidad y la manera de hacer de nuestro tiempo, seguramente aceleran el afán de resolver las cosas de golpe, y olvidando que somos también trigo y cizaña, quisiéramos más de una vez, imponer nuestros criterios en este campo que es el mundo y la Iglesia; olvidando que detrás de la cizaña hay trigo también. Como nunca, somos hoy llamados a la paciencia. Esta paciencia que no es una realidad pasiva o estática, sino algo activo y eficaz.
corrige la impaciencia de los criados que querían arrancar la cizaña cuanto antes. Por naturaleza tendemos a ser precipitados, impacientes y exigentes. La velocidad y la manera de hacer de nuestro tiempo, seguramente aceleran el afán de resolver las cosas de golpe, y olvidando que somos también trigo y cizaña, quisiéramos más de una vez, imponer nuestros criterios en este campo que es el mundo y la Iglesia; olvidando que detrás de la cizaña hay trigo también. Como nunca, somos hoy llamados a la paciencia. Esta paciencia que no es una realidad pasiva o estática, sino algo activo y eficaz.
La paciencia es una espera
amorosa, convencida de que, por don de Dios, cada persona es un ser de
posibilidades. La fe en el Reino de Dios nos pide la tolerancia y
paciencia. La paciencia tiene que empezar con nosotros
mismos, aceptándonos con los límites que nos son propios y que nos
definen. Pretender arrancar de nosotros el mal es absolutamente imposible;
perderíamos también nuestra condición humana. Lo que sí podemos hacer es que en
nuestro campo crezca el dominio el bien, sabiendo, incluso, sacar experiencia
de nuestro propio pecado. Si Dios perdona, es porque hasta el mismo pecado
puede ser un elemento positivo en nuestro crecimiento espiritual. La condición
de seres que llevan simultáneamente trigo con cizaña, lejos de inmovilizarnos
en una postura fatalista, debe impulsarnos a apoyarnos en lo bueno y sano, para
ganarle terreno al mal. Partir con este esquema, nos lleva a tener elementos
interesantes para transformar los vínculos y criterios en el ámbito
familiar, escolar y pastoral.
Paciencia es amar a los de mi familia
con su manera de ser y de obrar, aceptar las deficiencias de las personas con
quienes trabajo o tengo que compartir la vida. Si la intolerancia por la
cizaña nos polariza nosotros mismos somos cizaña.
Nos toca vivir una época en la que, por
los medios de comunicación, tenemos inmediato conocimiento del mal en el mundo,
que no pocas veces, nos oprime el corazón y nos desesperanza. Del mismo modo
que en el ámbito personal, una mirada serena sobre la realidad nos
llevará a ver que hay mucho más de bueno que de malo, sólo que lo malo se
siente mucho más, es noticia, hace más ruido, nos hace daño. Lo que hay de
bueno parece que es lo normal, se cuenta con ello y no hace falta hablar. .
Frente a la presencia del mal
la tentación social y eclesial es la de dejarse aprisionar por el
cinismo, la depresión y la desesperación. La palabra de hoy nos alienta: cuanto
mayor sean las sombras de presencia de cizaña, tanto mayor debe ser la
presencia de la buena semilla. El mundo entero está en espera de la plena
manifestación de los hijos de Dios. La propuesta no es una lucha
titánica de desgaste de nuestras energías en la erradicación del pecado y del
mal, sino, el empeñoso esfuerzo de vencer al mal con el bien.
Saber oponer al mal una acción concreta en favor del bien.
La misión del discípulo es ser sembrador
de la semilla de la Palabra de Dios, que tiene potencia propia para convertirse
en árbol frondoso. La gracia de Dios es una levadura capaz de fermentar toda la
masa, no se quedará ausente en la construcción de este mundo, sino que hará
cuanto esté en su mano para abrirse camino.
“Llegado el momento, los hombres realmente
malos son tan escasos como los hombres realmente buenos”. Bernard Shaw
PARA
DISCERNIR
¿Qué situaciones propias, comunitarias, del mundo que
considero cizaña, indeseables, quiero arrancar?
¿Qué realidades personales tengo que convertir
mirándome con la paciencia y misericordia de Dios?
¿A qué gestos, opciones nuevas me invita la Palabra de
este día?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
«El Señor es paciente y misericordioso»
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”Jesús alude a esta esperanza del Antiguo
Testamento y proclama su cumplimiento. El reino de Dios constituye el tema
central de su predicación, como lo demuestran sobre todo las parábolas.
La parábola del sembrador (Mt 13, 3-8) proclama que el reino de Dios está
ya actuando en la predicación de Jesús; al mismo tiempo invita a contemplar la
abundancia de frutos que constituirán la riqueza sobreabundante del reino al
final de los tiempos. La parábola de la semilla que crece por sí sola (Mc 4,
26-29) subraya que el reino no es obra humana, sino únicamente don del amor de
Dios que actúa en el corazón de los creyentes y guía la historia humana hacia
su realización definitiva en la comunión eterna con el Señor. La parábola de la
cizaña en medio del trigo (Mt 13, 24-30) y la de la red para pescar (Mt 13,
47-52) se refieren, sobre todo, a la presencia, ya operante, de la salvación de
Dios. Pero, junto a los “hijos del reino”, se hallan también los “hijos del
maligno”, los que realizan la iniquidad: sólo al final de la historia serán
destruidas las potencias del mal, y quien ha escogido el reino estará para
siempre con el Señor. Finalmente, las parábolas del tesoro escondido y de la
perla preciosa (Mt 13, 44-46), expresan el valor supremo y absoluto del reino
de Dios: quien lo percibe, está dispuesto a afrontar cualquier sacrificio y
renuncia para entrar en él”…
Juan Pablo II – Tomado de la audiencia general
del miércoles 18 de marzo de 1987
PARA REZAR
Tu Reino Señor
Tu Reino, Señor Jesús, habita dentro de mí
tu Reino es como un tesoro escondido
dentro de un campo;
llevo en el fondo de mi ser la libertad y
el amor,
la justicia y la verdad, la luz y la
belleza.
Llevo dentro de mí el amor de tu Padre que
me llama:
la gracia de tu amor que me salva y
libera,
la amistad y la comunión de tu Espíritu
que me hace fuerte.
¡Tu Reino, Señor, habita dentro de mí,
gracias!
Tu Reino, Señor, habita en medio del
mundo.
Tu Reino está presente oculto en medio de
los hombres.
Donde el amor es más fuerte que el odio,
allí está tu Reino.
Donde el perdón es más fuerte que la
venganza,
allí está tu Reino.
Donde la verdad es más fuerte que la
mentira,
allí está tu Reino.
Donde la justicia es más fuerte que la
opresión,
allí está tu Reino.
Donde la libertad es más fuerte que la
esclavitud,
allí está tu Reino.
Donde la ternura es más fuerte que el
desamor,
allí está tu Reino.
¡Tu Reino, Señor, habita en el corazón de
los hombres
que te aman, se aman y te siguen!
Jesús propuso a la gente otra parábola:
LECTIO DIVINA
Dejen que crezcan juntos hasta la siega
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-43
Jesús propuso a la gente otra parábola:
«El Reino de los Cielos se
parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos
dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando
creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones
fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías
sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?"
Él les respondió: "Esto
lo ha hecho algún enemigo".
Los peones replicaron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
"No, les dijo el dueño,
porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo.
Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores:
Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan
el trigo en mi granero"».
También les propuso otra
parábola:
«El Reino de los Cielos se
parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. En realidad,
esta es la más pequeña de las semillas, pero cuando crece es la más grande de
las hortalizas y se convierte en un arbusto, de tal manera que los pájaros del
cielo van a cobijarse en sus ramas».
Después les dijo esta otra parábola:
Después les dijo esta otra parábola:
«El Reino de los Cielos se
parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina,
hasta que fermenta toda la masa.»
Todo esto lo decía Jesús a
la muchedumbre por medio de parábolas, y no les hablaba sin parábolas, para que
se cumpliera lo anunciado por el Profeta:
«Hablaré en parábolas
anunciaré cosas que estaban ocultas
desde la creación del mundo».
Entonces, dejando a la
multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron:
«Explícanos la parábola de la cizaña en el campo».
Él les respondió: «El que
siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena
semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al
Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del
mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la
cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.
El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos
los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno
ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes.
Entonces los justos resplandecerán como el
sol en el Reino de su Padre.
¡El que tenga oídos, que
oiga!»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
13.24-30
“Dejad que ambas crezcan juntos”, dice el Señor a quien le propone desarraigar la cizaña.
La cizaña es una hierba dañina y venenosa. Al principio no se distingue de una
planta de trigo; luego se arraiga tan bien que, al desarraigarla, se desarraiga
al mismo trigo.
La Palabra siempre tiene que ver con
obstáculos que corren el riesgo de impedir el desarrollo. El bien tiene que
contar con un parásito ineliminable: el mal. Éste no está solamente afuera,
sino también dentro de la comunidad y en el corazón de cada uno.
La historia y cada hombre es un campo de
batalla, donde el Señor siembra con esmero el bien, y el enemigo con astucia
siembra el mal. Por eso existe dualidad de semillas (buena y mala), de
sembradores (el Señor y el enemigo) y de soluciones posibles (dejar o
desarraigar la cizaña).
Dios deja la cizaña para que lo conozcamos
a Él como gracia, para que nosotros lleguemos a ser los hijos que reciben y dan
amor gratuito. Son realmente inescrutables sus juicios e inaccesibles sus
caminos (Rm. 11,33). Ésta es su victoria, en el pleno respeto de nuestra
libertad, pero también de la tuya.
La parábola se divide en tres partes. Los
vs. 24-26 hablan de la doble siembra, primero del bien y luego del mal. Los vs.
27-28a contienen la pregunta de los discípulos y la respuesta de Jesús: la
cizaña es semilla del enemigo (Gn. 3). Los vs. 28b-30 presentan la propuesta
del hombre y la oposición del Señor: “Vamos a arrancarla” y “Dejad que ambas
crezcan juntas”.
13.31-35
“Publicaré lo que estaba oculto desde la
creación del mundo”, dice Jesús al concluir las parábolas
para la gente, antes de entrar en casa con sus discípulos (v.36). Los misterios
ocultos desde siempre, que Jesús revela con la vida y expone con las parábolas,
son los interrogantes profundos de todo ser humano. Antes uno se preguntaba por
qué el bien es hostilizado del exterior y al interior está entremezclado con el
mal (vs. 3-9.18-23.24-30). Ahora uno se pregunta por qué el bien siempre es
“pequeño” (vs. 31-32), aún más, es “inmundo” (v.33). Por qué el reino, que se
inició con él, recogió en torno suyo tan poca gente, - y qué gente – un círculo
insignificante de personas, y además descalificadas religiosamente.
El trozo presenta dos parábolas
simétricas, la de la mostaza y la de la levadura (vs. 31-33), con una
interpretación general de las parábolas (vs. 34-35), como revelación de Dios
que se ofrece a todos.
La mostaza y la levadura no corresponden a
lo imaginario usual del reino. Uno espera que sea un árbol grande, y olvida que
viene de un ramito (Ez 17,22ss ; Dn 4,1ss; Ez 31.1ss). Uno espera una conquista
triunfal del mundo – todos se postrarán, besarán el polvo y pagarán tributo a
Sión (Is 49,23; Is 60,1ss)-, olvidando que se habla de un pueblo de pecadores
en exilio y del “Siervo” de Dios humillado.
En este trozo Jesús juega con el contraste
entre la pequeñez de la semilla y el tamaño grande del árbol, entre la impureza
de la levadura y su capacidad de contaminar toda la masa.
La parábola es por su naturaleza
“sugestiva”: sugiere interpretaciones diferentes en situaciones diferentes.
Todas son legítimas, si no olvidan que la cruz no es incidente del recorrido
que hay que olvidar, sino que es, ahora y siempre, “su” señal (24,30). Los
triunfalismos, que contraponen los comienzos humildes al éxito logrado, están
siempre fuera de lugar. Aunque la comunidad cristiana abrazará al mundo entero
– y ya Cristo lo abraza – será siempre con los brazos del Crucificado.
13.36-43
“Así será al fin del mundo”, dice Jesús: brillarán dos fuegos, el de la cizaña
que arde como basura, y el de los justos que brilla como el sol.
El juicio de Dios vendrá solo al final, no
ahora, y lo hace Él, no nosotros. El presente es siempre el tiempo de la
paciencia, para que todos lleguemos a la conversión y a la salvación (2 Ped.
3,9).
La explicación de la parábola, pedida por los
discípulos (vs.36), se divide en dos partes: vs. 37-39 son un vocabulario de
los siete elementos simbólicos, los vs. 40-43 son una ampliación del punto
final – el juicio de Dios.
Estos versículos, como también los vs.
48-50, son un llamado a la responsabilidad personal: no debemos juzgar a los
otros para no ser juzgados, usar misericordia para obtener misericordia. Se
exige compromiso de nuestra parte: ¡si la comunidad cristiana no es una secta
de justos, tampoco es una pandilla de malhechores! La misericordia es hacia el
otro. Para consigo mismo se requiere vigilancia y discernimiento, juicio y
conversión continua para llegar a ser precisamente hijos perfectos como el
Padre (5,48.43-47).
Jesús es el Hijo del hombre que ha venido
a sembrar la palabra de la misericordia: en su reino, el del Hijo, son acogidos
todos tales como son, porque son hermanos.
La Iglesia y cada uno de nosotros, es
siempre a la vez buen trigo y cizaña: es el reino del Hijo, todavía no es el
del Padre. Para entrar en éste es necesario ser trigo bueno: aceptar la
misericordia, la cizaña del otro - ¡no la propia!
Párrafos extraídos de “Una Comunidad lee
el Evangelio de Mateo” – Silvano Fausti – Editorial San Pablo – 2da.
Edición – Páginas 294, 295, 298, 299, 300, 303 y 304.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Qué actitud debo tener
sobre personas que a mi parecer “no honran” la Iglesia del Señor?
Ø ¿Cómo es el proceso de
crecimiento de la Iglesia como reino de Dios?
Ø ¿Por qué el Señor enseñaba
en parábolas?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame a ser buena semilla dentro
de la Iglesia. Por tu infinita gracia y misericordia enséñame a amar a todos
los hermanos y hermanas, especialmente a aquellos que no son de mi agrado.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Repaso cada una de las parábolas y trato
de ver cuál es mi lugar en las mismas.
Reflexiono en la acción misericordiosa y
justa del Señor puesta de manifiesta en ellas.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cuál será mi actitud sobre
todos los hermanos y hermanas de la Iglesia?
Ø ¿Cómo seré buena semilla en
el reino de Dios?
Ø ¿Con quiénes compartiré lo
que reflexioné hoy en la Lectio?
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