26 de julio de 2014


Dejen que crezcan juntos hasta la siega

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías    7, 1-11

    Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: «Párate a la puerta de la Casa del Señor, y proclama allí esta palabra. Tú dirás: Escuchen la palabra del Señor, todos ustedes, hombres de Judá que entran por estas puertas para postrarse delante del Señor.
    Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus acciones, y yo haré que ustedes habiten en este lugar. No se fíen de estas palabras ilusorias: “¡Aquí está el Templo del Señor, el Templo del Señor, el Templo del Señor!”
    Pero si ustedes enmiendan realmente su conducta y sus acciones, si de veras se hacen justicia unos a otros, si no oprimen al extranjero, al huérfano y a la viuda, si no derraman en este lugar sangre inocente, si no van detrás de otros dioses para desgracia de ustedes mismos, entonces yo haré que ustedes habiten en este lugar, en el país que he dado a sus padres desde siempre y para siempre.
    ¡Pero ustedes se fían de palabras ilusorias, que no sirven para nada! ¡Robar, matar, cometer adulterio, jurar en falso, quemar incienso a Baal, ir detrás de otros dioses que ustedes no conocían! Y después vienen a presentarse delante de mí en esta Casa que es llamada con mi Nombre, y dicen: “¡Estamos salvados!”, a fin de seguir cometiendo todas estas abominaciones.
    ¿Piensan acaso que es una cueva de ladrones esta Casa que es llamada con mi Nombre? Pero yo también veo claro -oráculo del Señor-.»

Palabra de Dios.

SALMO    Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a. 11 (R.: 2)

R.    ¡Qué amable es tu Morada, Señor del universo!

    Mi alma se consume de deseos
    por los atrios del Señor;
    mi corazón y mi carne claman ansiosos
    por el Dios viviente. R.

    Hasta el gorrión encontró una casa,
    y la golondrina tiene un nido
    donde poner sus pichones,
    junto a tus altares, Señor del universo,
    mi Rey es mi Dios. R.

    ¡Felices los que habitan en tu Casa
    y te alaban sin cesar!
    ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti!
    Ellos avanzan con vigor siempre creciente. R.

    Vale más un día en tus atrios
    que mil en otra parte;
    yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios
    antes que vivir entre malvados. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    13, 24-30

    Jesús propuso a la gente otra parábola:
    «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”
    El les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo
    Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”
    “No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero.”»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Hacia el año 608 a. C., a principios del reinado de Joaquín y teniendo en cuenta que la reforma de Josías no había calado demasiado hondo, Jeremías pronunció un discurso en la puerta del templo, que tuvo graves consecuencias.
Se enfrenta abiertamente al culto formalista del templo de Jerusalén y será detenido y acusadopor haber blasfemado. Jeremías, duda de la calidad de la presencia de Dios en el templo, mientras el pueblo se entrega al pecado y ejerce un culto formalista. De la idea de Isaías, de que Jerusalén no podía ser destruida, porque era el lugar de la presencia divina, se deducía la seguridad de que esa protección existiría de modo incondicional.
Jeremías reacciona contra una falsa seguridad que el Templo, suscitaba en el pueblo, eximiéndolo de toda búsqueda y de todo conocimiento verdadero de Yahvé. De nada les servirá tener entre ellos la casa de Yahvé, si el pueblo continúa hurtando, matando, cometiendo adulterio, jurando en falso, quemando incienso a Baal, y yendo detrás de dioses extranjeros. No se opone al templo, pero critica el uso que se hace de él, ni tampoco la función sacerdotal, sino el modo en que se realiza.
La clave de la seguridad no consiste en afirmar que Yahvé está en medio de ellos, protegiéndolos desde su templo, sino en obrar de acuerdo con esta presencia de Yahvé; haciendo valer la justicia entre los hombres, no oprimiendo ni al peregrino, ni al huérfano y a la viuda, no derramando sangre inocente, no actuando de manera idolátrica.
***
Jesús compara el Reino de Dios y por consiguiente, la Iglesia y toda la humanidad con este campo en el que conviven el trigo y la cizaña.
En la vida de la comunidad se mezclan, continuamente, el bien y el mal, la gracia y el pecado. La justicia crece en medio de la corrupción y la opresión. La paz va floreciendo aún en medio de la violencia. El amor vive en medio del egoísmo. El Reino de Dios va surgiendo en un ambiente hostil. Creemos que al final, será el Reino quien derrote a las fuerzas de las tinieblas y la maldad. Si las cosas no fueran así, no tendría sentido nuestro trabajo por la causa de Jesús. Por eso, para el creyente, no hay lugar para el desánimo y la derrota, si tiene su mirada puesta en el Padre, que resucitó a Jesús y nos envía permanentemente la luz de su Espíritu, para confirmarnos en la fe y fortalecernos en el compromiso.
Frente a la presencia del mal, el instinto de los criados, los lleva a querer eliminar de inmediato el elemento nocivo y acabar con esta situación.
Jesús nos presenta, en la lógica del dueño del campo, el corazón del Padre que espera hasta el último momento, la posibilidad del cambio.
Es difícil aceptar que en una realidad ambigua y mediocre, crezca el Reino de Dios, y a veces nos desanimamos porque es tan fuerte el poder de la maldad, la corrupción y la violencia en el mundo, que sentimos la tentación de desistir de la misión. Lo importante es tratar de descubrir las señales del Reino, para potenciarlo; y no favorecer nada que ayude a contentarnos en la mediocridad. No obstante, el hecho de vivir sumergidos en una mezcla de bien y mal, no debe impedir el avance de nuestra vida espiritual; lo contrario sería convertir nuestro trigo en cizaña.
Es imposible crecer de otro modo, ni podemos buscar el Reino en ningún otro lugar que en este mundo y en esta sociedad en la que estamos. Nuestra tarea será hacer que crezcan en ella, los signos del Reino de Dios.
El Evangelio nos llama a no dar crédito a los que se creen salvados. Siempre estará la tentación de pensar que unos ya han alcanzado la meta, y que otros están lejos. Jesús constata que todos estamos en camino, absolutamente todos.
Estemos atentos para no dejar que el maligno se filtre en nuestras vidas, cosa que ocurre cuando nos instalamos, nos creemos seguros y más que los otros.

PARA DISCERNIR

¿Cuál es mi actitud ante la presencia del mal en el mundo?
¿Cuál es mi actitud ante la presencia del pecado en mi vida?
¿Descubro el bien presente en medio de las dificultades y adversidades?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

…Dame paciencia en las dificultades…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…”En Cristo, Cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (Col 1,18), todos los cristianos forman «la raza elegida, el sacerdocio real, la nación consagrada, el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus hazañas» (1P 2,9). La eucaristía, como misterio para vivir, se ofrece a cada uno de nosotros en la situación en que se encuentra, haciendo de esta situación existencial el lugar en el que se debe vivir cotidianamente la novedad cristiana. Si el sacrificio eucarístico alimenta y hace crecer en nosotros lo que se nos dio ya en el bautismo, por el cual somos llamados a la santidad, eso debe, pues, aparecer y manifestarse precisamente en las situaciones o en los estados de vida en las que se encuentra cada cristiano. Así día tras día, viviendo la vida como una llamada, nos convertimos en un culto agradable a Dios. Si partimos de la convocatoria  a la que somos llamados por la liturgia, es el mismo sacramento de la eucaristía el que nos compromete en la realidad cotidiana para que todo sea hecho para la gloria de Dios.
     Y puesto que el mundo es «el campo» en el que Dios pone a sus hijos como buen grano, los cristianos laicos, en virtud de su bautismo y de su confirmación, y fortificados por la eucaristía, son llamados a vivir la radical novedad traída por Cristo, precisamente, en medio de las condiciones comunes de la existencia. Deben alimentar el deseo que la eucaristía marque cada vez más profundamente su vida cotidiana, conduciéndolos a ser testigos identificables en su medio de trabajo y en la sociedad toda entera.
     Quiero dar un ánimo particular a las familias a fin de que saquen inspiración y fuerza de este sacramento. El amor entre el hombre y la mujer, la acogida de la vida, la tarea educadora, se revelan como lugares privilegiados en los que la eucaristía puede manifestar su capacidad de transformar y dar plenitud de sentido a la existencia. Los pastores no dejarán nunca de sostener, educar y dar ánimo a los fieles laicos a que vivan plenamente su vocación a la santidad en el mundo al que tanto ha amado Dios que le ha dado su Hijo para que en él tenga la salvación (Jn 3,16)”…
Papa Benedicto XVI – Sacramentum caritatis, 79

PARA REZAR

Señor, todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente en ti:
confío en la inmensidad de tu bondad, poder y sabiduría.

Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos,
frente a los más grandes males, frente a los infortunios más graves,
estaré seguro de ti, confiaré totalmente en ti.

Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro,
tanto más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano providente,
más y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad
de que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…


Inflámame en tu amor para que me confunda contigo,
que eres el Amor mismo: purifica mi miseria
y quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente,
para que ya no tenga apegos por las criaturas
y te ame exclusivamente a ti, el Creador.
Así te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando
únicamente tu Reino de Amor, de paz y de alegría,
despreocupado de todo lo demás…

Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.

SANTOS JOAQUÍN Y ANA,
padres de la Virgen María.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico    44, 1. 10-15

    Elogiemos a los hombres ilustres, a los antepasados de nuestra raza. No sucede así con aquellos, los hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos.
    Su descendencia fue fiel a las alianzas y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá para siempre, y su gloria no se extinguirá.
    Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.

Palabra de Dios.

SALMO    Sal 131, 11. 13-14. 17-18 (R.: Lc 1, 32b)

R.    El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.

    El Señor hizo un juramento a David,
    una firme promesa, de la que no se retractará:
    «Yo pondré sobre tu trono
    a uno de tus descendientes.» R.

    Porque el Señor eligió a Sión,
    y la deseó para que fuera su Morada.
    «Este es mi Reposo para siempre;
    aquí habitaré, porque lo he deseado. R.

    Allí haré germinar el poder de David:
    yo preparé una lámpara para mi Ungido.
    Cubriré de vergüenza a sus enemigos,
    y su insignia real florecerá sobre él.» R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    13, 16-17

    Jesús dijo a sus discípulos:
    «Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.»

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Ante la necesidad de dilucidar la cuestión de la ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental, como San Epifanio y San Juan Damasceno, tomaron de una vieja tradición en la que aparecen diversas noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús. Por otra parte, el hecho de que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se presenta como padre de María, atestigua la popularidad y el cariño con que han gozado en el pueblo cristiano, San Joaquín y Santa Ana como padres de María y abuelos de Jesús.
La devoción a Santa Ana es más popular y más antigua que la de San Joaquín. Ya en el año 550, el 25 de Julio el emperador Justiniano le dedicó una basílica a Santa Ana en Constantinopla. Desde entonces, las iglesias orientales celebraron su fiesta en esa fecha. Siglos más tarde, y sobre todo a raíz de las cruzadas, esta celebración se difundió en Occidente, pero la celebración se colocó el día 26. Finalmente, en 1584 la fiesta quedó fijada para toda la Iglesia, tanto en los países orientales como en los occidentales.
El culto de San Joaquín se introduce hacia el siglo XIV, época en la que también se populariza el culto de San José. Dos siglos más tarde se consolida la fiesta que se celebraba primero el 20 de marzo. En 1738 se trasladó al domingo siguiente al 15 de agosto (Asunción de la Virgen); y finalmente, a principios del siglo XX, el Papa Pío X la fijó en el día siguiente de la Asunción, el 16 de agosto. A raíz de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, en 1969, se unió la conmemoración de los padres de María en una única fiesta, la del 26 de julio.
***
Si queremos saber acerca de ellos tendremos que acudir a los evangelios apócrifos, más especialmente al protoevangelio de Santiago.
Ana, -significa “gracia”- era oriunda de Belén, hija de Matán y de Emerenciana. Vivía en aquellos tiempos en tierras de Israel un hombre rico y temeroso de Dios llamado Joaquín -significa “Yahvé prepara”-, perteneciente a la tribu de Judá. A los veinte años había tomado por esposa a Ana, de su misma tribu, la cual, al cabo de veinte años de matrimonio, no le había dado descendencia alguna.
Santa Ana ya estéril por su avanzada edad, vivía con mucho dolor la falta de descendencia, ya que los judíos creían que no tener hijos era una maldición. Un día, al adelantarse Joaquín para ofrecer su sacrificio, un escriba llamado Rubén le cortó el paso diciéndole: “No eres digno de presentar tus ofrendas por cuanto no has suscitado vástago alguno en Israel”.
Joaquín se retira al desierto y ayuna 40 días. Un ángel le anuncia el nacimiento de su hija. La humilde súplica obtuvo una respuesta inmediata de lo Alto. Un ángel del Señor se le apareció anunciándole que iba a concebir y a dar a luz, y que de su prole se hablaría en todo el mundo. Nada más oír esto, Ana prometió ofrecerlo a Dios. Cuando se le cumplió a Ana su tiempo alumbró y al saber que había dado a luz una niña, exclamó: “Mi alma ha sido hoy enaltecida”. Y puso a su hija por nombre Miriam.
Por fin a los tres años, fue llevada la pequeña María, al Templo, para ser criada con las otras vírgenes y santas viudas que moraban en las habitaciones vecinas al templo. Allí se dedicarían a las labores, oraciones y demás servicios de Dios.
El sacerdote la recibió con estas palabras: “El Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel”. Y la hizo sentar sobre la tercera grada del altar.
Y sus padres regresaron, llenos de admiración, alabando al Señor Dios porque la niña no se había vuelto atrás. Con este heroico rasgo de desprendimiento, los apócrifos cierran el capítulo dedicado a los padres de la Virgen María. Después de dejar a su hija en el Templo Ana se aleja silenciosamente. Su misión había terminado. Se cree que Joaquín y Ana decidieron venir a vivir a Jerusalén, para poder visitar a la niña frecuentemente. Joaquín muere a los 80 años y Ana a los 79.
***
Ante la ausencia de datos ciertos, el pasaje de Mateo, nos sirve como marco de reflexión para la celebración de la fiesta de san Joaquín y santa Ana. Jesús alaba y llama felices a los discípulosporque, no solamente ven y escuchan lo que todos ven y escuchan, sino porque, además, pueden descubrir el paso de Dios. A diferencia de las otras bienaventuranzas que encontramos en Mateo 5, en esta, no se hace mención alguna a la condición de contrariedad o desgracia actual de los futuros bienaventurados. La felicidad aquí, es ver y entender desde ahora mismo el proyecto de Jesús. Jesús afirma que la felicidad se encuentra en el hecho de poder verlo y de oír sus palabras, porque con Él, ha llegado el tiempo definitivo (cfr. He 1,1-2), de tal manera que, al poner la mirada en su persona, podemos hablar de un antes y un después.
Así, Dios se sirve de unos elementos humanos como preparación del nuevo tiempo: por el hecho de formar parte de nuestra historia, el Hijo de Dios necesita una madre, y ésta será María; la Virgen también necesita unos padres que fueron Joaquín y Ana. Ellos, sin saberlo, serán los abuelos del Mesías.
La felicidad es haber descubierto la perla de gran valor. “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra…” (Mt 13, 44-45). Así, pues, a semejanza de un tesoro o de una perla de gran valor, el Reino de Dios -el Reino de los cielos – se encontraba escondido en aquella casa de Nazaret, en la que María, hija de Joaquín y Ana, se preparaba al momento de la Anunciación.
…”Nosotros, cuando meditamos sobre el acontecimiento de la Anunciación en la plegaria del “Ángelus Domini”, pedimos que el Reino de Dios -el Reino de los cielos- esté también escondido en nuestros corazones, en nuestras familias, en todo el campo de nuestra vida, a fin de que no se malgaste este tesoro, no se pierda esta perla de tanto valor, no se pierda por ningún motivo, ya que, “¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?” …(Juan Pablo II 1981)
Por todo esto, San Juan Damasceno felicita a los santos esposos con estas palabras: « ¡Oh matrimonio feliz de Joaquín y Ana, limpio en verdad de toda culpa! Seréis conocidos por el fruto de vuestras entrañas». Qué felicidad para los padres que tienen la suerte de tener unos hijos que pueden admirar su fidelidad y agradecer su comportamiento generoso, por el cual recibieron su existencia humana y cristiana. Pero también qué felicidad para los hijos que tienen la suerte de conocer más y mejor a Jesucristo, puesto que han recibido de sus respectivos padres la formación cristiana, con el ejemplo de vida y de oración familiar.

Patronos de los abuelos

El Papa mencionaba en el encuentro de las Familias en Valencia que los abuelitos deben ser entronizados en el altar de la familia y solicitó para ellos un trascendente servicio, una sagrada misión: “Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar”.
“Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”… No olvidemos que todos, si Dios quiere, llegaremos un día a ser ancianos; tratémoslos, pues, como esperamos que nos traten a nosotros.
Para ilustrar su mensaje puede ayudar el siguiente relato: 
…”Un abuelo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de 6 años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían que el alimentarse fuera un asunto difícil. La sopa caía de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
“Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo”.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos de porcelana, su comida se la servían ahora en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y aunque no se quejaba, podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de 6 años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: “¿Qué estás haciendo?”.
Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos”.
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

PARA DISCERNIR

¿Le damos valor a los gestos cotidianos en los que Dios nos manifiesta su proyecto de amor?
¿Buscamos a Dios en lo sencillo de la vida?
¿Le damos valor a nuestra familia y a nuestra historia?

PARA REZAR

Señor, Dios de nuestros padres,
que concediste a san Joaquín y a santa Ana
el privilegio de tener como hija a María,
la madre del Señor, concédenos,
por la intercesión de estos dos santos,
la salvación que has prometido a tu pueblo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

LECTIO DIVINA 
  
Dejad que crezcan juntos hasta la siega

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     13, 24-30

    Jesús propuso a la gente otra parábola:
    El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?»
    Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo.»
    Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
    «No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
Palabra del Señor.

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:                      

Después de la parábola del sembrador y su explicación (vv. 1-23), Mateo añade tres parábolas más: la cizaña, el grano de mostaza y la levadura (vv. 24-33). 
La primera de ellas se basa en una serie de figuras antitéticas: el propietario del campo y su adversario, el tiempo presente de la siembra y la cosecha futura, el granero donde se recoge el trigo y el fuego que consume la cizaña. Pero el motivo principal está sin duda en el diálogo que contrapone la impaciencia de los peones en aquel momento al querer extirpar la cizaña, y la negativa del dueño para no perjudicar la buena siembra. 
Jesús debió afrontar la impaciencia mesiánica de muchos, y lo hizo con esta parábola que contrapone el tiempo presente al día del juicio. En el presente se encuentran entremezclados buenos y malos; el juicio final será la hora de la separación definitiva (25.32). El reino crece como una semilla que se abre camino a través de la cizaña. El término de ese crecimiento son la “parusía” y el juicio del Hijo del hombre (v.41), simbolizado en la cosecha (v.30), que es una imagen tradicional del juicio de Dios (Joel 4.13; Mt 3.12). La mezcla del buen trigo y la cizaña, sembrados, respectivamente, por el Hijo del hombre y por el diablo, se prolongará hasta el día de la cosecha final (vv 36-43). 
 “Por eso los obreros, indignados con el padre de familia, querían ir a arrancar la cizaña, pero no se lo consintió; quisieron arrancar la cizaña y no se les permitió separar esa cizaña. Hicieron aquello para lo que servía, y dejaron la separación para los ángeles. No querían reservar para los ángeles la separación de la cizaña; mas el padre de familia, que conocía a todos y sabía que era menester dejar para más tarde la separación, les mandó tolerarla, no separarla. Ellos preguntaron: ¿Quieres que vayamos y la recojamos? Él respondió: No, no vaya a ser que al querer arrancar la cizaña arranquéis también el trigo. ¿Entonces, Señor, la cizaña estará también con nosotros en el granero? Al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged la cizaña y atad los haces para quemarla. Tolerad en el campo lo que no tendréis con vosotros en el granero.  (Agustín).

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación:
   
Ø   ¿Veo con espíritu de juicio la mala semilla junto a la buena?
Ø   ¿Tengo la ansiedad de quitar inmediatamente la cizaña?
Ø   ¿Qué aprendo sobre la soberanía de Dios y sus tiempos en esta parábola?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, Tú que me mandas a no emitir juicios ni quitar por mis medios la cizaña, dame la vocación de ser buena semilla y ayudar a la mala a restaurarse.

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Trato de imaginar “la historia” descrita por Jesús en la parábola y luego leo la explicación de la misma (36-43).  
Reflexiono sobre mi propia actitud e impulsos ante la presencia de cizaña.

5.     ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 
                    
Ø   ¿Cómo consideraré a los que aparentan ser cizaña?
Ø   ¿Qué haré para ser buena semilla?
Ø   ¿Cómo descansaré en la justicia de Dios?


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