Dejen que crezcan juntos hasta la siega
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta
Jeremías 7, 1-11
Palabra que llegó a Jeremías
de parte del Señor, en estos términos: «Párate a la puerta de la Casa del
Señor, y proclama allí esta palabra. Tú dirás: Escuchen la palabra del Señor,
todos ustedes, hombres de Judá que entran por estas puertas para postrarse
delante del Señor.
Así habla el Señor de los
ejércitos, el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus acciones, y yo haré
que ustedes habiten en este lugar. No se fíen de estas palabras ilusorias:
“¡Aquí está el Templo del Señor, el Templo del Señor, el Templo del Señor!”
Pero si ustedes enmiendan
realmente su conducta y sus acciones, si de veras se hacen justicia unos a
otros, si no oprimen al extranjero, al huérfano y a la viuda, si no derraman en
este lugar sangre inocente, si no van detrás de otros dioses para desgracia de
ustedes mismos, entonces yo haré que ustedes habiten en este lugar, en el país
que he dado a sus padres desde siempre y para siempre.
¡Pero ustedes se fían de
palabras ilusorias, que no sirven para nada! ¡Robar, matar, cometer adulterio,
jurar en falso, quemar incienso a Baal, ir detrás de otros dioses que ustedes
no conocían! Y después vienen a presentarse delante de mí en esta Casa que es
llamada con mi Nombre, y dicen: “¡Estamos salvados!”, a fin de seguir
cometiendo todas estas abominaciones.
¿Piensan acaso que es una
cueva de ladrones esta Casa que es llamada con mi Nombre? Pero yo también veo
claro -oráculo del Señor-.»
Palabra de Dios.
SALMO Sal 83, 3. 4. 5-6a y 8a.
11 (R.: 2)
R. ¡Qué amable es tu Morada,
Señor del universo!
Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman
ansiosos
por el Dios viviente. R.
Hasta el gorrión encontró una
casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del
universo,
mi Rey es mi Dios. R.
¡Felices los que habitan en tu
Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su
fuerza en ti!
Ellos avanzan con vigor
siempre creciente. R.
Vale más un día en tus atrios
que mil en otra parte;
yo prefiero el umbral de la Casa
de mi Dios
antes que vivir entre
malvados. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 24-30
Jesús propuso a la gente otra
parábola:
«El Reino de los Cielos se
parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos
dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando
creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los
peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado
buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”
El les respondió: “Esto lo ha
hecho algún enemigo
Los peones replicaron:
“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”
“No, les dijo el dueño, porque
al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen
que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores:
Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan
el trigo en mi granero.”»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Hacia el año 608 a. C., a principios del reinado de
Joaquín y teniendo en cuenta que la reforma de Josías no había calado demasiado
hondo, Jeremías pronunció un discurso en la puerta del templo, que
tuvo graves consecuencias.
Se enfrenta abiertamente al culto formalista del
templo de Jerusalén y será detenido y acusadopor haber blasfemado.
Jeremías, duda de la calidad de la presencia de Dios en el templo, mientras el
pueblo se entrega al pecado y ejerce un culto formalista. De la idea de Isaías,
de que Jerusalén no podía ser destruida, porque era el lugar de la presencia
divina, se deducía la seguridad de que esa protección existiría de modo
incondicional.
Jeremías reacciona contra una falsa seguridad que
el Templo, suscitaba en el pueblo, eximiéndolo de toda búsqueda y de todo
conocimiento verdadero de Yahvé. De nada les servirá tener entre ellos la casa
de Yahvé, si el pueblo continúa hurtando, matando, cometiendo adulterio,
jurando en falso, quemando incienso a Baal, y yendo detrás de dioses extranjeros.
No se opone al templo, pero critica el uso que se hace de él, ni tampoco
la función sacerdotal, sino el modo en que se realiza.
La clave de la seguridad no consiste en afirmar que
Yahvé está en medio de ellos, protegiéndolos desde su templo, sino en obrar
de acuerdo con esta presencia de Yahvé; haciendo valer la justicia entre
los hombres, no oprimiendo ni al peregrino, ni al huérfano y a la viuda, no
derramando sangre inocente, no actuando de manera idolátrica.
***
Jesús compara el Reino de Dios y por
consiguiente, la Iglesia y toda la humanidad con este campo en el que
conviven el trigo y la cizaña.
En la vida de la comunidad se mezclan, continuamente,
el bien y el mal, la gracia y el pecado. La justicia crece en medio
de la corrupción y la opresión. La paz va floreciendo aún en medio de
la violencia. El amor vive en medio del egoísmo. El Reino de
Dios va surgiendo en un ambiente hostil. Creemos que al final, será el
Reino quien derrote a las fuerzas de las tinieblas y la maldad. Si las cosas no
fueran así, no tendría sentido nuestro trabajo por la causa de Jesús. Por eso,
para el creyente, no hay lugar para el desánimo y la derrota, si tiene
su mirada puesta en el Padre, que resucitó a Jesús y nos envía permanentemente
la luz de su Espíritu, para confirmarnos en la fe y fortalecernos en el
compromiso.
Frente a la presencia del mal, el instinto de los
criados, los lleva a querer eliminar de inmediato el elemento nocivo y acabar
con esta situación.
Jesús nos presenta, en la lógica del dueño del
campo, el corazón del Padre que espera hasta el último momento, la
posibilidad del cambio.
Es difícil aceptar que en una realidad ambigua y
mediocre, crezca el Reino de Dios, y a veces nos desanimamos porque es tan
fuerte el poder de la maldad, la corrupción y la violencia en el mundo, que
sentimos la tentación de desistir de la misión. Lo importante es tratar
de descubrir las señales del Reino, para potenciarlo; y no favorecer
nada que ayude a contentarnos en la mediocridad. No obstante, el hecho de vivir
sumergidos en una mezcla de bien y mal, no debe impedir el avance de nuestra
vida espiritual; lo contrario sería convertir nuestro trigo en cizaña.
Es imposible crecer de otro modo, ni podemos buscar el
Reino en ningún otro lugar que en este mundo y en esta sociedad en la que
estamos. Nuestra tarea será hacer que crezcan en ella, los signos del
Reino de Dios.
El Evangelio nos llama a no dar crédito a los que se
creen salvados. Siempre estará la tentación de pensar que unos ya han alcanzado
la meta, y que otros están lejos. Jesús constata que todos estamos en
camino, absolutamente todos.
Estemos atentos para no dejar que el maligno se
filtre en nuestras vidas, cosa que ocurre cuando nos instalamos, nos creemos
seguros y más que los otros.
PARA DISCERNIR
¿Cuál es mi actitud ante la presencia del mal en el
mundo?
¿Cuál es mi actitud ante la presencia del pecado en mi
vida?
¿Descubro el bien presente en medio de las
dificultades y adversidades?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
…Dame paciencia en las dificultades…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”En Cristo, Cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo
(Col 1,18), todos los cristianos forman «la raza elegida, el sacerdocio real,
la nación consagrada, el pueblo adquirido por Dios para anunciar sus hazañas»
(1P 2,9). La eucaristía, como misterio para vivir, se ofrece a cada uno de
nosotros en la situación en que se encuentra, haciendo de esta situación
existencial el lugar en el que se debe vivir cotidianamente la novedad
cristiana. Si el sacrificio eucarístico alimenta y hace crecer en nosotros lo
que se nos dio ya en el bautismo, por el cual somos llamados a la santidad, eso
debe, pues, aparecer y manifestarse precisamente en las situaciones o en los
estados de vida en las que se encuentra cada cristiano. Así día tras día,
viviendo la vida como una llamada, nos convertimos en un culto agradable a
Dios. Si partimos de la convocatoria a la que somos llamados por la
liturgia, es el mismo sacramento de la eucaristía el que nos compromete en la realidad
cotidiana para que todo sea hecho para la gloria de Dios.
Y puesto que el mundo es «el
campo» en el que Dios pone a sus hijos como buen grano, los cristianos laicos,
en virtud de su bautismo y de su confirmación, y fortificados por la eucaristía,
son llamados a vivir la radical novedad traída por Cristo, precisamente, en
medio de las condiciones comunes de la existencia. Deben alimentar el deseo que
la eucaristía marque cada vez más profundamente su vida cotidiana,
conduciéndolos a ser testigos identificables en su medio de trabajo y en la
sociedad toda entera.
Quiero dar un ánimo
particular a las familias a fin de que saquen inspiración y fuerza de este
sacramento. El amor entre el hombre y la mujer, la acogida de la vida, la tarea
educadora, se revelan como lugares privilegiados en los que la eucaristía puede
manifestar su capacidad de transformar y dar plenitud de sentido a la
existencia. Los pastores no dejarán nunca de sostener, educar y dar ánimo a los
fieles laicos a que vivan plenamente su vocación a la santidad en el mundo al
que tanto ha amado Dios que le ha dado su Hijo para que en él tenga la
salvación (Jn 3,16)”…
Papa Benedicto XVI – Sacramentum caritatis, 79
PARA REZAR
Señor, todo lo espero de ti, confío total y exclusivamente
en ti:
confío en la inmensidad de tu bondad, poder y
sabiduría.
Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos,
Nada me hará temer: frente a los enemigos más poderosos,
frente a los más grandes males, frente a los
infortunios más graves,
estaré seguro de ti, confiaré totalmente en ti.
Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro,
Cuanto mayor sea el apremio, cuanto mayor sea el peligro,
tanto más esperaré todo de ti; y si no viera tu mano
providente,
más y más confiaré en ti, me aferraré a la seguridad
de que tu amor por mí es incalculable, ilimitado…
Inflámame en tu amor para que me confunda contigo,
Inflámame en tu amor para que me confunda contigo,
que eres el Amor mismo: purifica mi miseria
y quema todas mis impurezas con ese Amor ardiente,
para que ya no tenga apegos por las criaturas
y te ame exclusivamente a ti, el Creador.
Así te amaré como tú mereces ser amado y viviré buscando
únicamente tu Reino de Amor, de paz y de alegría,
despreocupado de todo lo demás…
Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.
Señor, creo en ti, pero aumenta mi Fe.
Señor, lo espero todo de ti, pero aumenta mi Esperanza.
Señor, te amo, pero aumenta mi Caridad.
SANTOS JOAQUÍN Y ANA,
padres de la Virgen María.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Eclesiástico 44, 1. 10-15
Elogiemos a los hombres
ilustres, a los antepasados de nuestra raza. No sucede así con aquellos, los
hombres de bien, cuyas obras de justicia no han sido olvidadas. Con su
descendencia se perpetúa la rica herencia que procede de ellos.
Su descendencia fue fiel a las
alianzas y también sus nietos, gracias a ellos. Su descendencia permanecerá
para siempre, y su gloria no se extinguirá.
Sus cuerpos fueron sepultados
en paz, y su nombre sobrevive a través de las generaciones. Los pueblos
proclaman su sabiduría, y la asamblea anuncia su alabanza.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 131, 11. 13-14. 17-18
(R.: Lc 1, 32b)
R. El Señor Dios le dará el
trono de David, su padre.
El Señor hizo un juramento a
David,
una firme promesa, de la que
no se retractará:
«Yo pondré sobre tu trono
a uno de tus descendientes.»
R.
Porque el Señor eligió a Sión,
y la deseó para que fuera su
Morada.
«Este es mi Reposo para
siempre;
aquí habitaré, porque lo he
deseado. R.
Allí haré germinar el poder de
David:
yo preparé una lámpara para mi
Ungido.
Cubriré de vergüenza a sus
enemigos,
y su insignia real florecerá
sobre él.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 16-17
Jesús dijo a sus discípulos:
«Felices, en cambio, los ojos
de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos
profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que
ustedes oyen, y no lo oyeron.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Ante la necesidad de dilucidar la cuestión de la
ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental, como San Epifanio y San
Juan Damasceno, tomaron de una vieja tradición en la que aparecen diversas
noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús. Por otra parte, el hecho de
que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas
alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de
su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se
presenta como padre de María, atestigua la popularidad y el cariño con que han
gozado en el pueblo cristiano, San Joaquín y Santa Ana como padres
de María y abuelos de Jesús.
La devoción a Santa Ana es más popular
y más antigua que la de San Joaquín. Ya en el año 550, el 25 de Julio el
emperador Justiniano le dedicó una basílica a Santa Ana en Constantinopla.
Desde entonces, las iglesias orientales celebraron su fiesta en esa fecha.
Siglos más tarde, y sobre todo a raíz de las cruzadas, esta celebración se
difundió en Occidente, pero la celebración se colocó el día 26. Finalmente, en
1584 la fiesta quedó fijada para toda la Iglesia, tanto en los países
orientales como en los occidentales.
El culto de San Joaquín se
introduce hacia el siglo XIV, época en la que también se populariza el
culto de San José. Dos siglos más tarde se consolida la fiesta que se celebraba
primero el 20 de marzo. En 1738 se trasladó al domingo siguiente al 15 de
agosto (Asunción de la Virgen); y finalmente, a principios del siglo XX, el
Papa Pío X la fijó en el día siguiente de la Asunción, el 16 de agosto. A raíz
de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, en 1969, se unió la
conmemoración de los padres de María en una única fiesta, la del 26 de julio.
***
Si queremos saber acerca de ellos tendremos que acudir
a los evangelios apócrifos, más especialmente al protoevangelio de
Santiago.
Ana, -significa “gracia”- era oriunda de Belén, hija de Matán y de Emerenciana. Vivía en aquellos tiempos en tierras de Israel un hombre rico y temeroso de Dios llamado Joaquín -significa “Yahvé prepara”-, perteneciente a la tribu de Judá. A los veinte años había tomado por esposa a Ana, de su misma tribu, la cual, al cabo de veinte años de matrimonio, no le había dado descendencia alguna.
Ana, -significa “gracia”- era oriunda de Belén, hija de Matán y de Emerenciana. Vivía en aquellos tiempos en tierras de Israel un hombre rico y temeroso de Dios llamado Joaquín -significa “Yahvé prepara”-, perteneciente a la tribu de Judá. A los veinte años había tomado por esposa a Ana, de su misma tribu, la cual, al cabo de veinte años de matrimonio, no le había dado descendencia alguna.
Santa Ana ya estéril por su
avanzada edad, vivía con mucho dolor la falta de descendencia, ya que los
judíos creían que no tener hijos era una maldición. Un día, al adelantarse
Joaquín para ofrecer su sacrificio, un escriba llamado Rubén le cortó el paso
diciéndole: “No eres digno de presentar tus ofrendas por cuanto no has
suscitado vástago alguno en Israel”.
Joaquín se retira al desierto y ayuna 40 días. Un
ángel le anuncia el nacimiento de su hija. La humilde súplica obtuvo una
respuesta inmediata de lo Alto. Un ángel del Señor se le apareció anunciándole
que iba a concebir y a dar a luz, y que de su prole se hablaría en todo el
mundo. Nada más oír esto, Ana prometió ofrecerlo a Dios. Cuando se le cumplió a
Ana su tiempo alumbró y al saber que había dado a luz una niña, exclamó: “Mi
alma ha sido hoy enaltecida”. Y puso a su hija por nombre Miriam.
Por fin a los tres años, fue llevada la pequeña María,
al Templo, para ser criada con las otras vírgenes y santas viudas que moraban
en las habitaciones vecinas al templo. Allí se dedicarían a las labores,
oraciones y demás servicios de Dios.
El sacerdote la recibió con estas palabras: “El
Señor ha engrandecido tu nombre por todas las generaciones, pues al fin de los
tiempos manifestará en ti su redención a los hijos de Israel”. Y la hizo
sentar sobre la tercera grada del altar.
Y sus padres regresaron, llenos de admiración,
alabando al Señor Dios porque la niña no se había vuelto atrás. Con este
heroico rasgo de desprendimiento, los apócrifos cierran el capítulo dedicado a
los padres de la Virgen María. Después de dejar a su hija en el Templo Ana se
aleja silenciosamente. Su misión había terminado. Se cree que Joaquín y Ana
decidieron venir a vivir a Jerusalén, para poder visitar a la niña
frecuentemente. Joaquín muere a los 80 años y Ana a los 79.
***
Ante la ausencia de datos ciertos, el pasaje de Mateo,
nos sirve como marco de reflexión para la celebración de la fiesta de san
Joaquín y santa Ana. Jesús alaba y llama felices a los discípulosporque,
no solamente ven y escuchan lo que todos ven y escuchan, sino porque,
además, pueden descubrir el paso de Dios. A diferencia de las otras
bienaventuranzas que encontramos en Mateo 5, en esta, no se hace mención alguna
a la condición de contrariedad o desgracia actual de los futuros
bienaventurados. La felicidad aquí, es ver y entender desde ahora mismo el
proyecto de Jesús. Jesús afirma que la felicidad se encuentra en el hecho de
poder verlo y de oír sus palabras, porque con Él, ha llegado el tiempo
definitivo (cfr. He 1,1-2), de tal manera que, al poner la mirada
en su persona, podemos hablar de un antes y un después.
Así, Dios se sirve de unos elementos humanos como
preparación del nuevo tiempo: por el hecho de formar parte de nuestra historia,
el Hijo de Dios necesita una madre, y ésta será María; la Virgen también
necesita unos padres que fueron Joaquín y Ana. Ellos, sin saberlo, serán los
abuelos del Mesías.
La felicidad es haber descubierto la perla de
gran valor. “El Reino de los cielos se parece también a un comerciante
en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo
que tiene y la compra…” (Mt 13, 44-45). Así, pues, a semejanza de un
tesoro o de una perla de gran valor, el Reino de Dios -el Reino de los cielos –
se encontraba escondido en aquella casa de Nazaret, en la que María, hija
de Joaquín y Ana, se preparaba al momento de la Anunciación.
…”Nosotros, cuando meditamos sobre el acontecimiento
de la Anunciación en la plegaria del “Ángelus Domini”, pedimos que el Reino de
Dios -el Reino de los cielos- esté también escondido en nuestros corazones, en
nuestras familias, en todo el campo de nuestra vida, a fin de que no se malgaste
este tesoro, no se pierda esta perla de tanto valor, no se pierda por ningún
motivo, ya que, “¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su
alma?” …(Juan Pablo II 1981)
Por todo esto, San Juan Damasceno felicita a los
santos esposos con estas palabras: « ¡Oh matrimonio feliz de Joaquín y
Ana, limpio en verdad de toda culpa! Seréis conocidos por el fruto de vuestras
entrañas». Qué felicidad para los padres que tienen la suerte de tener unos
hijos que pueden admirar su fidelidad y agradecer su comportamiento generoso,
por el cual recibieron su existencia humana y cristiana. Pero también qué
felicidad para los hijos que tienen la suerte de conocer más y mejor a
Jesucristo, puesto que han recibido de sus respectivos padres la formación
cristiana, con el ejemplo de vida y de oración familiar.
Patronos de los abuelos
El Papa mencionaba en el encuentro de las Familias en
Valencia que los abuelitos deben ser entronizados en el altar de la familia y
solicitó para ellos un trascendente servicio, una sagrada misión: “Deseo
referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos
pueden ser -y son tantas veces- los garantes del afecto y la ternura que
todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva
del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún
concepto, sean excluidos del círculo familiar”.
“Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las
nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de
la muerte”… No olvidemos que todos, si Dios quiere, llegaremos un día a ser
ancianos; tratémoslos, pues, como esperamos que nos traten a nosotros.
Para ilustrar su mensaje puede ayudar el siguiente
relato:
…”Un abuelo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su
nieto de 6 años. Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos
flaqueaban.
La familia completa comía junta en la mesa, pero las
manos temblorosas y la vista enferma del anciano hacían que el alimentarse
fuera un asunto difícil. La sopa caía de su cuchara al suelo y cuando intentaba
tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y su esposa se
cansaron de la situación.
“Tenemos que hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo.
“Ya he tenido suficiente. Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la
comida al suelo”.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos de porcelana, su comida se la servían ahora en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y aunque no se quejaba, podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de 6 años observaba todo en silencio.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos de porcelana, su comida se la servían ahora en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y aunque no se quejaba, podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El niño de 6 años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su
hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: “¿Qué
estás haciendo?”.
Con la misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy
haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes
coman en ellos”.
Sonrió y siguió con su tarea.
Sonrió y siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal
forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque
ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer. Esa
tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la
mesa de la familia.
Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con
ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más
cada vez que el tenedor se tiraba, la leche se derramaba o se ensuciaba el
mantel.
PARA DISCERNIR
¿Le damos valor a los gestos cotidianos en los que
Dios nos manifiesta su proyecto de amor?
¿Buscamos a Dios en lo sencillo de la vida?
¿Le damos valor a nuestra familia y a nuestra
historia?
PARA REZAR
Señor, Dios de nuestros padres,
que concediste a san Joaquín y a santa Ana
el privilegio de tener como hija a María,
la madre del Señor, concédenos,
por la intercesión de estos dos santos,
la salvación que has prometido a tu pueblo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
LECTIO
DIVINA
Dejad que crezcan juntos
hasta la siega
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 24-30
Jesús propuso a la gente otra parábola:
El
Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y
se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la
cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: «Señor,
¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en
él?»
Él les respondió: «Esto lo ha hecho algún enemigo.»
Los peones replicaron: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?»
«No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de
arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y
entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en
manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero».
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Después de la
parábola del sembrador y su explicación (vv. 1-23), Mateo añade tres parábolas
más: la cizaña, el grano de mostaza y la levadura (vv. 24-33).
La primera de
ellas se basa en una serie de figuras antitéticas: el propietario del campo y
su adversario, el tiempo presente de la siembra y la cosecha futura, el granero
donde se recoge el trigo y el fuego que consume la cizaña. Pero el motivo
principal está sin duda en el diálogo que contrapone la impaciencia de los
peones en aquel momento al querer extirpar la cizaña, y la negativa del dueño
para no perjudicar la buena siembra.
Jesús debió
afrontar la impaciencia mesiánica de muchos, y lo hizo con esta parábola que
contrapone el tiempo presente al día del juicio. En el presente se encuentran
entremezclados buenos y malos; el juicio final será la hora de la separación
definitiva (25.32). El reino crece como una semilla que se abre camino a través
de la cizaña. El término de ese crecimiento son la “parusía” y el juicio del
Hijo del hombre (v.41), simbolizado en la cosecha (v.30), que es una imagen
tradicional del juicio de Dios (Joel 4.13; Mt 3.12). La mezcla del buen trigo y
la cizaña, sembrados, respectivamente, por el Hijo del hombre y por el diablo,
se prolongará hasta el día de la cosecha final (vv 36-43).
“Por eso
los obreros, indignados con el padre de familia, querían ir a arrancar la
cizaña, pero no se lo consintió; quisieron arrancar la cizaña y no se les
permitió separar esa cizaña. Hicieron aquello para lo que servía, y dejaron la
separación para los ángeles. No querían reservar para los ángeles la separación
de la cizaña; mas el padre de familia, que conocía a todos y sabía que era
menester dejar para más tarde la separación, les mandó tolerarla, no separarla.
Ellos preguntaron: ¿Quieres que vayamos y la recojamos? Él respondió: No, no
vaya a ser que al querer arrancar la cizaña arranquéis también el trigo.
¿Entonces, Señor, la cizaña estará también con nosotros en el granero? Al
tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged la cizaña y atad los haces para
quemarla. Tolerad en el campo lo que no tendréis con vosotros en el granero. (Agustín).
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø ¿Veo
con espíritu de juicio la mala semilla junto a la buena?
Ø ¿Tengo
la ansiedad de quitar inmediatamente la cizaña?
Ø ¿Qué
aprendo sobre la soberanía de Dios y sus tiempos en esta parábola?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, Tú que
me mandas a no emitir juicios ni quitar por mis medios la cizaña, dame la
vocación de ser buena semilla y ayudar a la mala a restaurarse.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Trato de
imaginar “la historia” descrita por Jesús en la parábola y luego leo la
explicación de la misma (36-43).
Reflexiono
sobre mi propia actitud e impulsos ante la presencia de cizaña.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo
consideraré a los que aparentan ser cizaña?
Ø ¿Qué
haré para ser buena semilla?
Ø ¿Cómo
descansaré en la justicia de Dios?
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