Vende todo lo que tiene y
compra el campo
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de los
Reyes 3, 5.7-12
En aquellos días, el Señor se apareció
en sueños a Salomón y le dijo: “Pídeme lo que quieras.” Respondió Salomón:
“Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a
mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está
en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se
puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo
para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo
contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”
Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y le dijo: “Porque tú
has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida
de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar
con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y
prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie
como tú después de ti.”
Palabra de Dios
SALMO
Sal 118,57.72. 76-77.127-130
R. ¡Cuánto
amo tu voluntad, Señor!
Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
R.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R.
Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira. R.
Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras
ilumina,
da inteligencia a los ignorantes. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo
a los cristianos de
Roma 8, 28-30
Hermanos:
Sabemos que Dios dispone todas las
cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que él llamó según su
designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos
hermanos; y a los que predestinó, también los justificó; y a los que justificó,
también los glorificó.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la
gente: “El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el
que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo
que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece
también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor,
se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece
también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está
llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y
los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entienden bien todo esto?” Ellos
le contestaron: “Sí.” Él les dijo: “Ya ven, un escriba que entiende del reino
de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo
antiguo.”
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Por encima de las crisis económicas,
políticas, culturales, y de todas las crisis que atraviesa la sociedad actual,
se encuentra la otra gran crisis que atraviesa el corazón de los hombres. Es
una crisis que hiere el centro de la vida misma, su validez, su
sentido. Es lamentable reconocer que el hombre de hoy, tras la fachada de las
innumerables conquistas realizadas, con mucha frecuencia, no sabe ya
por qué, ni para qué vive.
Estudios realizados constatan como
trágico que en las sociedades más civilizadas y los centros de desarrollo más
importantes, se observan los índices más altos en cuanto a trastornos
psicológicos o suicidios mientras que, los habitantes
de tribus todavía no civilizadas no padecen neurosis ni enfermedades
psicológicas.
Muchas violencias, muchas angustias,
muchos suicidios, obedecen simplemente a que el hombre ha perdido contacto con
lo vital. El hombre no puede soportar en paz, vivir por nada, ni para nada. El
corazón humano se resiste a conformarse con un ir tirando o simplemente
sobrevivir. Por más que el hombre trate de emborracharse con poder, placer y
dinero en el momento de la sobriedad le rebrota una y otra vez, desde lo más
hondo del corazón, la pregunta por el sentido de su vida. Tarde o
temprano, al hombre le aparecerá como un absurdo todo aquello que, una vez
vivido, no lo pueda sentir valioso.
Equivocado, o no, el hombre
siente desesperadamente la necesidad de un sentido, una razón por la que vivir.
La frustración creciente, profunda,
omnipresente proviene de que esta sociedad es capaz de dárnoslo todo, menos una
razón para vivir. Lo que ahoga y estresa al hombre no es la cantidad de
trabajo, sino
la ausencia de un motivo para vivir, una causa por la cual gastarse y desgastarse. No es lo difícil lo que angustia al hombre, es lo fácil y sin sentido.
la ausencia de un motivo para vivir, una causa por la cual gastarse y desgastarse. No es lo difícil lo que angustia al hombre, es lo fácil y sin sentido.
***
El texto de este domingo narra el
diálogo entre Dios y Salomón. El Señor se revela a Salomón en Gabaón a través
de una visión que tiene en sueños. A través de este dialogo, Salomón es
confirmado en su cargo de poder sobre Israel.
Salomón ha accedido al reino de Israel
no por méritos propios, sino por puro don divino, por fidelidad de
Dios a las promesas hechas un día a David. Salomón siente su impotencia
para llevar a cabo la dirección de un pueblo, y por eso le pide al Señor el
arte de saber gobernar. No pide victorias militares, ni el triunfo de su
política, sino saber escuchar y saber discernir entre lo bueno y lo
malo para su pueblo, apertura de mente para saber ver la
verdad, allí donde esté.
El don divino supera la petición, ya
que el Señor le concede al monarca, sin condiciones, el don de saber juzgar y
gobernar a su pueblo, pero añade además la riqueza y la gloria que él no había
pedido.
***
Esta es la última parte del presente
capítulo de Romanos.
El amor de Dios por nosotros no
tiene otra finalidad que ésta: hacernos conformes a la imagen del Hijo.
Todo el plan divino, desde el comienzo de los tiempos, se concentra en esta
obra. Quienes aman a Dios han entrado en un proceso salvador, que no puede
fallar por tener al mismo Señor como garantía.
Para esta llamada, Dios nos destina
una gracia. Por el don del Espíritu, el Hijo está continua y dinámicamente
presente en nosotros. El Espíritu hace posible que podamos llamar a Dios: ¡Padre! Esto
significa que no somos huérfanos a merced de los avatares de la vida.
***
Jesús comenzó su vida pública en
Galilea anunciando el reino de Dios, proclamando su venida, y ése es, sin duda,
el contenido de su evangelio. Jesús, para enseñar el misterio del reino de
Dios, hacía constantemente uso de parábolas, que tomaba de la vida
cotidiana. Con su evangelio, con su buena noticia, desciende al terreno que le
es a cada uno más conocido, pero llama a todos indistintamente.
En las parábolas, el reino de
Dios
se compara siempre a un suceso, y nunca a una cosa. No es propiamente como un tesoro, ni como una perla, ni como una red…, sino que en él sucede algo semejante a lo que le pasa al labrador con el tesoro, al mercader con la perla y a los pescadores con las redes que echan al mar.
se compara siempre a un suceso, y nunca a una cosa. No es propiamente como un tesoro, ni como una perla, ni como una red…, sino que en él sucede algo semejante a lo que le pasa al labrador con el tesoro, al mercader con la perla y a los pescadores con las redes que echan al mar.
Como el domingo pasado, también hoy
las tres parábolas se refieren al Reino de los cielos, las dos primeras tienen
el trasfondo de una persona que encuentra una cosa valiosa, y vende cuanto
tiene para quedarse con ella. La tercera tiene el mismo
trasfondo que la parábola de la cizaña y su aplicación al juicio escatológico. Las
parábolas del tesoro y de la perla quieren reflejar la actitud a tomar
ante el Reino. Haber descubierto el Reino es haber descubierto el valor
supremo dentro de una escala de valores. La parábola de la red, da
un nuevo aviso, advirtiendo que determinar quiénes son buenos y malos es
competencia de Dios y sólo Él puede hacerlo.
***
En este contexto social es donde hoy
sigue teniendo vigencia como nunca la parábola evangélica del tesoro escondido. El
hombre, como el de todos los tiempos, sigue buscando consciente e
inconscientemente un tesoro, un tesoro que valga más que todo lo que lo rodea,
un tesoro que rescate su vida de la anorexia existencial, dándole una razón
para vivir y para morir, porque las grandes razones para vivir son a la vez
grandes razones para morir, para dar la vida por ellas.
Jesús nos presenta, también para hoy,
el reino de Dios como el tesoro mayor para el hombre. Vivir de acuerdo con
el evangelio tiene más valor que todo el dinero del mundo, más que todos
los honores y privilegios, más que cualquier tipo de poder.
A partir del encuentro con
Jesucristo, la vida cobra un sentido nuevo; se produce una verdadera revolución
en la escala de valores; todo lo demás se relativiza. Se sabe que se vive, por
qué se vive y para qué se vive. Nadie puede entrar en el reino como si tomara
una cosa, adquiriera un estado o una posición, sino más bien como alguien que
incorpora un estilo y comienza a vivir una vida nueva insospechada, más allá de
todos nuestros méritos y trabajos. Entrar en el reino de Dios es tomar
parte en la historia de salvación.
Todo lo que se es y todo lo que se
tiene, se ordena en atención a lo que vale de verdad. Y esto nos libera de todo
aquello a lo que podemos estar sometidos. Alcanzamos la libertad para dar
la vida. Todo adquiere sentido, porque ya sabemos dónde tenemos el corazón, y
eso es lo que nos llena de inmensa alegría.
No es algo que nos resuelve todos los
problemas; éste sería una imagen mágica de la fe. Es una relación, un encuentro y
un vínculo con Jesús que nos modifica hasta el punto de que, lo que
antes fue considerado como un gran valor, ahora puede no serlo, a partir de esa
relación. Encontrar a Jesucristo es dejarnos proyectar por Él a
una lucha generosa y solidaria en favor de los demás, de manera que todos
los intereses personales quedan revitalizados. El tesoro es Él y todo
lo que Él significa.
La renuncia no es un acto ascético,
sino espontáneo, y el dolor que puede causar la renuncia a algo que se quiere,
queda, pasa a un segundo plano, por la felicidad que produce lo que se
elige.
Esto no significa que no cueste ningún
esfuerzo, renunciar a todo lo que es incompatible con el evangelio, pero lo
realmente importante no es la renuncia, sino la elección; lo que realmente
nos hace mejores no es lo que dejamos, sino lo que elegimos. Si descubrimos y
adoptamos el modelo de vida que propone el evangelio, podremos tener y ofrecer
a los demás, de la manera más excelente, la experiencia del amor
compartido, que es y lleva a la felicidad.
Cuando el discípulo de Jesús descubre
y comprende la grandeza que encierra la propuesta del Reino, debe invertir todo
lo que tiene para construirlo, porque el Reino no es la negación de su
vida, sino la afirmación más completa de su dignidad y grandeza, la
plenitud de su existencia en relación con Dios y con los hermanos.
Cuando descubrimos y comprendemos el
valor de la justicia, la fraternidad, la solidaridad, el servicio y los demás
valores del Reino, no podemos quedar indiferentes; y tiene sentido “venderlo
todo e invertirlo para que se hagan realidad”.
El tesoro del hombre, lo que da
sentido no es una utopía, no es para los creyentes que no existe en ninguna
parte, ni tampoco cualquier cosa. El tesoro que nos colma de alegría es sabernos
amados por Dios, partícipes de su Reino, y capaces de amar como el
Señor, con un amor que da, sin acumular tesoros en la tierra, compartiendo
y sirviendo.
El verdadero tesoro del hombre, ese
amor transformador de Dios, lo encontramos en la carne de Jesús de Nazaret,
mezclado entre los pobres y sufrientes, identificado con ellos. Es ahí donde
Dios se ofrece a los que le buscan, para hacer brotar de ellos, lo mejor de
ellos mismos. Dios mismo se deja encontrar por el hombre, en el hombre, valioso
a los ojos de Dios. Todo trabajo y esfuerzo por la vida del hombre al modo
de Jesús, es haber encontrado el tesoro y haberlo invertido todo.
PARA DISCERNIR
¿Dónde está puesto
mi corazón?
¿Cuáles son mis
búsquedas?
¿Qué es lo que
valoro más en la vida?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA
Señor, eres mi
herencia, mi tesoro y mi único bien
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”Al hombre que «busca perlas finas» se le han de aplicar las siguientes
palabras: «Buscad y hallaréis» y «El que busca, halla» (Mt 7, 7-8). En efecto
¿a qué se pueden referir las palabras «buscad» y «el que busca, halla»? Digámoslo
sin dudar: a las perlas, y particularmente a la perla adquirida por el hombre
que lo ha dado todo y lo ha perdido todo. Es por esta perla que Pablo dice: «He
aceptado perderlo todo para así ganar a Cristo» (Flp 3,8). La palabra «todo»
quiere significar las perlas de gran valor, y por la palabra «ganar a Cristo»
significa la única perla de gran valor.
Seguramente que la lámpara es de gran valor para los que están en las tinieblas
y tienen necesidad de ella hasta que amanezca el sol. Es de gran valor también
la gloria que resplandecía en el rostro de Moisés (2C 3,7), y también, creo yo,
sobre los demás profetas. Da gusto verla porque nos ayuda a progresar hasta que
podamos contemplar la gloria de Cristo, de la cual el Padre da testimonio cuando
dice: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto» (Mt 3,17). «Aquello que fue
particularmente glorioso en otro tiempo, ya no lo es puesto que ahora hay una
gloria que está por encima de todo» (2C 3,10). Tenemos necesidad, en un primer
momento, de una gloria susceptible de desaparecer ante «la gloria que está por
encima de todo», tal como tenemos necesidad «de un conocimiento parcial» que
«desaparecerá cuando obtenga el conocimiento perfecto» (1C 13,9s).
Así pues, toda alma que todavía se encuentra en la infancia y camina «hacia la
perfección de los adultos» (Hb 6,1), tiene necesidad de ser enseñada, rodeada,
acompañada hasta que alcance la «plenitud de los tiempos» (Gal 4,4)…Al fin
llegará a su madurez y recibirá su patrimonio: la perla de gran valor, «aquello
que es perfecto y hace desaparecer lo que es parcial» (1C 13,10). Llegará a
este bien que está por encima de todo: el conocimiento de Cristo (Flp 3,8).
Pero son muchos los que no comprenden la belleza de las numerosas perlas que
tiene la Ley y el «conocimiento parcial» que ya habían dado a conocer todos los
profetas; se imaginan, equivocadamente, que sin la Ley y los profetas,
perfectamente comprendidos, podrían encontrar la única perla de gran valor…: la
plena comprensión del Evangelio y todo el sentido de los actos y las palabras
de Jesucristo”…
Orígenes. Comentario al evangelio de Mateo, 10, 9-10; GCS 10,
10-11
PARA REZAR
Señor, mi corazón inquieto e
inestable,
busca incesante de un sentido para la
vida.
Sé que mi voluntad,
muchas veces se ha fijado en cualquier
cosa
y se ha agarrado a ella
como si ya hubiera encontrado lo que
deseaba.
Pero no es esto me dije una y otra
vez:
no es lo que atesoro con mi trabajo
y guardo después bajo siete llaves,
no es la riqueza, ni el éxito, ni el
poder.
No es nada de lo que puedo alcanzar
por mí mismo
y sólo para mí mismo,
porque es el mismo insospechado
y sorprendente Dios, el hombre en
Jesucristo.
El tesoro que puedo encontrar
escondido en el campo
no es fruto de la tierra,
la perla de gran valor no la puedo ni
fabricar
ni hacer con mi dinero.
Pero es en esta tierra de los hombres
donde está el tesoro de mi corazón
que es siempre mayor de todo lo que
puedo pensar
y que excede a todas mis ilusiones.
Es Dios que sale a mi encuentro aquí,
en el hombre y para el hombre.
Es Jesucristo, “lugar” de Dios, y es
el hombre,
el pobre, el hermano mi “lugar” del
encuentro con Jesucristo,
tesoro escondido pero cercano,
oculto pero develado a los ojos de la
fe.
LECO DIVINA
Vende todo lo que posee y compra el campo
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 44-52
Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los Cielos se
parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a
esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se
parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al
encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
El Reino de los Cielos se
parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces.
Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen
lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
Así sucederá al fin del
mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para
arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
«¿Comprendieron todo esto?»
«Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo
escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de
casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El tesoro y la perla (13.44-46)
Cuando un hombre, sin haberlo buscado,
encuentra un tesoro escondido en un campo, o cuando un mercader que se dedica a
buscar perlas finas descubre una de gran valor, uno y otro, llenos de gozo,
toman las medidas pertinentes: uno vende todo lo que tiene para adquirir la
joya de extraordinario valor; el otro sabe que sólo puede asegurarse la
posesión del tesoro escondido comprando aquel campo, y adquiere el terreno.
Esta conducta hace ver que Jesús comprendió el reino de Dios como un
descubrimiento cuyo gozo acaba con cualquier tipo de vacilación. En los dos
casos se toma una decisión radical, pero esa decisión se origina en la profunda
fascinación que produce el descubrimiento del reino.
El versículo 44 señala expresamente la
alegría provocada por el hallazgo del tesoro escondido. El reino de Dios no llega
como una exigencia que reclama un sacrificio extraordinario o heroico. Al
contrario, es gozoso don de Dios, que por su dimensión y su bondad hace total y
absolutamente feliz. Todo palidece ante el esplendor y la riqueza de lo que se
ha descubierto. Ningún esfuerzo por conseguir el tesoro parece excesivo. Del
mismo modo, el compromiso que exige de los discípulos puede llegar hasta la
renuncia a todos sus bienes (19.27; 8.18-22). Ese compromiso no es facultativo.
Hay que asumirlo apenas se realiza el descubrimiento. Pero lo realmente
decisivo no es la renuncia a lo que antes se tenía, sino el gozo de poder
entrar en el reino de Dios. En tales condiciones, esa renuncia no es sólo
posible sino incluso fácil y alegre.
Las dos parábolas no dicen nada sobre el
uso a que se destina la adquisición del tesoro o la compra de la perla
preciosa. Este final inesperado puede orientarnos sobre la intención de Jesús,
ya que normalmente se espera que la historia tenga un desenlace. Cuando el
desenlace queda en suspenso, cabe preguntar por qué Jesús se detuvo sin llegar
al final de la historia. En el caso de estas dos parábolas, el silencio podría
significar que el reino de Dios es un fin en sí mismo, no un medio para
conseguir otros fines.
La parábola y la red (13.47-50)
La última parábola es una evocación de lo
que el reinado de Dios será en el futuro, cuando llegue la hora del juicio
final. La separación de las especies buenas y malas evoca claramente la idea
del juicio (25.32). Lo mismo que en la parábola de la cizaña, son los ángeles
los ejecutores de la decisión divina.
La parábola y su explicación se entrelazan
aquí mucho más que en las parábolas del sembrador y de la cizaña. El destino
final de los justos se expresa en forma figurada: los pescadores recogen lo
bueno en canastas. Sobre la suerte de los reprobados, la parábola dice muy poco
(tiran lo que no sirve), pero la explicación es mucho más explícita, ya que
menciona el horno ardiente, el llanto y el rechinar de dientes.
Conclusión del discurso (13.51-52)
Los escribas no eran exclusivos del
judaísmo. Según el testimonio de Mateo, había igualmente escribas cristianos,
que actuaban en la iglesia. La existencia de estos escribas es atestiguada en
23.34, que los sitúa expresamente entre los enviados por Jesús después de la
Pascua.
La imagen del escriba instruido en el
reino de los cielos es muy evocadora: el escriba cristiano es el depositario de
un tesoro que incluye lo nuevo y lo viejo. Ese tesoro puede ser la enseñanza de
los escribas judíos, radicalizada y renovada por el mismo Jesús, o bien la
riqueza contenida en los escritos del Antiguo Testamento, que en Cristo han
llegado a su pleno cumplimiento. Aunque sería presuntuoso defender una
interpretación con exclusión de las demás, parecería que el evangelista piensa,
sobre todo, en la enseñanza de Jesús terreno, presentada aquí como la fuente de
todas las cosas antiguas y nuevas que Mateo quiere hacer comprender a su
comunidad.
De este tesoro el escriba cristiano saca
lo nuevo y lo viejo, porque actualiza esa tradición a fin de mostrar su
relevancia en situaciones siempre cambiantes. Este esfuerzo de actualización es
sin duda prioritario, ya que la sentencia, rompiendo el orden lógico, menciona
primero lo nuevo y después lo viejo.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Qué cosas se parecen hoy
para mí a un tesoro o una perla?
Ø ¿Estoy dispuesto a dejar
cosas “valiosas” por encontrar el reino de los Cielos?
Ø ¿Qué cosas nuevas y viejas
recojo del texto bíblico que sustentan mi fe cristiana?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor: ¡Venga a nosotros tu Reino! Gracias
porque el reino de los Cielos es revelado por Ti. Ayúdame a valorarlo de tal
manera que esté dispuesto a dejar cosas que hasta hoy considero valiosas en mi
vida por tener más de él.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Releo las tres parábolas e intento
imaginar el efecto que produjo en ese momento en los que escuchaban.
Reflexiono acerca del valor incomparable del
reino de los Cielos y de las cosas viejas y nuevas en las Escrituras que dan
sustento a mi fe cristiana.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿De qué manera revaloraré el
reino de los Cielos?
Ø ¿Qué cosas que me atan al
mundo estoy dispuesto a dejar de lado para tener más cercanía al reino de Dios?
Ø ¿Qué nuevo valor le doy al
Antiguo Testamento?
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