15 de agosto de 2015 – TO - Sábado
de la semana XIX
15 de agosto - La Asunción de la Virgen María (S)
…eres
bendita entre todas las mujeres…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab
Se abrió el Templo
de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza.
Y apareció en el
cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y
una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada
y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
Y apareció en el
cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez
cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera
parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se
puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto
naciera.
La Mujer tuvo un
hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el
hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto,
donde Dios le había preparado un refugio.
Y escuché una voz
potente que resonó en el cielo: «Ya llegó la salvación, el poder y el Reino de
nuestro Dios y la soberanía de su Mesías.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 44, 10bc. 11-12. 15b-16 (R.: 10b)
R. Es la reina,
adornada con tus joyas y con oro de Ofir.
Una hija de reyes está de pie a tu
derecha:
es la reina,
adornada con tus joyas,
y con oro de Ofir. R.
¡Escucha, hija mía, mira y presta
atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él. R.
Las vírgenes van detrás,
sus compañeras la guían,
con gozo y alegría,
entran al palacio real. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo
a los cristianos de
Corinto 15, 20-27a
Hermanos:
Cristo resucitó de
entre los muertos, el primero de todos. Porque la muerte vino al mundo por
medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección.
En efecto, así
como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en Cristo, cada uno
según el orden que le corresponde: Cristo, el primero de todos, luego, aquellos
que estén unidos a él en el momento de su Venida.
En seguida vendrá
el fin, cuando Cristo entregue el Reino a Dios, el Padre, después de haber
aniquilado todo Principado, Dominio y Poder. Porque es necesario que Cristo
reine hasta que ponga a todos los enemigos debajo de sus pies. El último
enemigo que será vencido es la muerte, ya que Dios todo lo sometió bajo sus
pies.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 1, 39-56
María partió y fue
sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y
saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría
en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
« ¡Tú eres bendita
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo,
para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño
saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo
que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo entonces:
«Mi alma canta la
grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las
generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes
cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en
generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y
elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos
con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y
de su descendencia para siempre.»
María permaneció
con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Buscamos seguridad, pero a menudo
experimentamos soledad y angustia. ¿Y qué decir de la muerte? Aunque lo
enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos,
aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar
nuestros días en la tierra con todos los medios posibles a nuestro alcance,
todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad. A
causa de esta necesidad se ha logrado colar la creencia en la re-encarnación y
otras tantas teorías similares.
La Asunción de María es un acontecimiento
que nos afecta de cerca. Sobre todo hombre destinado a morir, hay una promesa
de Cristo que lo abre a una futura resurrección. El misterio de la Asunción de
la Virgen nos asegura que la muerte no es la última palabra.
Dios da señales que invitan a la
esperanza: la lucha a muerte del dragón contra la mujer y su descendencia, el
arca de la alianza como signo de la presencia de Dios en medio su pueblo. La
mujer es la asamblea del pueblo de Dios reunida ahora y aquí, en la Eucaristía
dominical. El dragón es el mal, que actúa insertándose en la historia humana,
para intentar destruir la unidad y la comunión de la asamblea dominical. El
poder de este mundo se opone al alumbramiento de la mujer (se opone a Cristo) y
quiere destruir su fruto (los cristianos). El Cristo elevado y sentado en el
Trono de Dios señala la derrota de Satanás. La Iglesia en el desierto, huye del
mal y es sostenida por Dios, como Jesús. La glorificación de Cristo, una vez
para siempre, es la garantía que nunca jamás, nada, impedirá que El sea dado a
luz por la asamblea eucarística dominical en el hoy, en el espacio-tiempo,
hasta su venida en la plenitud de la gloria. María asunta es figura de la
Iglesia, tanto la celestial como la que camina dando a luz a Cristo para el ser
humano de hoy, y prefigura la victoria final de toda la Iglesia con Cristo, por
Él y en Él.
La segunda lectura nos afirma que Cristo
es el Resucitado, el vencedor de la muerte, causa de la resurrección de los
muertos. Cristo ha derrotado la muerte en su propio terreno y le ha arrebatado
todo su poder sobre la vida, liberando a todos los que estaban bajo su poder.
El evangelio se centra en el encuentro de
las dos madres y de sus respectivos niños, se unen los relatos paralelos de la
infancia de Juan, el último profeta y de Jesús. El Espíritu marca la
continuidad del designio de Dios entre Antiguo y Nuevo Testamento. Lucas pone
en boca de María este himno inspirado en el cántico de Ana y en toda la
tradición bíblica que expresa la fe y la esperanza de los pobres y humildes del
pueblo de Dios. Son los pobres del Señor quienes, en María y con ella, alaban a
Dios por las grandes obras que ha hecho en ellos.
La «asunción» gloriosa de María que
celebramos no se trata de ninguna elevación o traslación física, de ningún
viaje sideral. No lo fue la «ascensión» de Jesús; mucho menos lo es en el caso
de María. Esa asunción gloriosa significa que en María, Dios ha dignificado a
todos los seres humanos, convirtiéndolos en plenos participantes de su obra
salvífica. El ser humano había echado a perder los planes de Dios con
opresiones, violencias y desigualdades. Dios, en Jesús, llama el mundo al nuevo
orden, donde todos los seres humanos son igualmente dignos y de este modo se
inaugura una nueva era de plenitud.
Esta fiesta nos invita a vivir en el
presente el futuro prometido por Dios y adelantado en la Virgen. María vivió su
existencia como una manifestación de la obra salvadora de Dios. No hubo momento
de su existencia en el que el amor misericordioso del Padre no se hiciera
solidaridad, misericordia y compasión con todas las personas que, como ella,
vivían situaciones de pobreza y exclusión.
María encarnó todos aquellos valores que
nos permiten comprender como el futuro de Dios se puede manifestar en las
limitaciones de nuestro presente. María nos invita a vivir gozosamente la vida
como un encuentro permanente con el Dios de la vida y la historia que realiza
su obra redentora en las miserias de nuestro mundo y en las limitaciones de
nuestra existencia.
La Asunción es la victoria de Dios
confirmada en María y asegurada para nosotros. La Asunción es una señal y
promesa de la gloria que nos espera, cuando en el fin del mundo, nuestros
cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.
«Hoy sube al cielo la Virgen llena de
gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». « ¡Qué regalo más hermoso
envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que
es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo
humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde
proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas,
la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres». San Bernardo
Para
discernir
¿Cómo ilumina mi fe la realidad de la
muerte?
¿Qué lugar le doy a la Virgen en mi
esperanza?
La Asunción de la Virgen ¿Qué le aporta a
mi experiencia de fe?
Repitamos a lo
largo de este día
…El Poderoso ha hecho grandes cosas en mí…
Para la
lectura espiritual
…”El evangelio de la mañana de pascua
describe la resurrección como la capacidad de ver abiertas las tumbas y de
divisar la vida en el lugar de la muerte. Se trata de una experiencia tan
antigua y tan profundamente arraigada en los seres humanos que, probablemente,
nuestra misma conciencia, nuestra misma humanidad, nunca hubiera podido madurar
y realizarse a sí misma si, al mismo tiempo, no hubiéramos desarrollado la
capacidad de ver el mundo también de una manera diferente de como lo vemos sólo
con los ojos terrenos. Si nos consideramos únicamente hijos de este mundo,
estamos perdidos. Si la última palabra sobre nuestra existencia fuera que somos
sólo lo que vemos, es decir, un mecanismo de breve duración, una envoltura
sombría, los pocos años que estamos aquí no serían otra cosa más que un sueño
fugaz, algo irreal, incomprensible, nada más que un capricho y un juego de la
naturaleza.
Las primeras fórmulas interpretaron
unánimemente la resurrección de Jesús como una transformación de nuestra vida
ya aquí en la tierra. No es que Jesús haya fundado la fe en una prosecución de
la vida o en una continuación de la existencia. Es mucho más importante el
hecho de que Jesús vivió la vida contra la muerte y que no quería, ciertamente,
que nosotros empezáramos a vivir sólo después de haber muerto físicamente. Las
mujeres que la mañana de pascua van al sepulcro advierten la gran cantidad de
energía que emana de Jesús. Jesús tuvo dentro de él este poder gracias a su
confianza en la vida, hasta tal punto que la resurrección de la muerte puede
empezar en este momento”…
E. Drewermann, La riqueza de la vida,
Brescia 1998, pp. 268-270, passim.
Profundizamos
un poco más
FUNDAMENTO DE ESTE DOGMA
El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de Noviembre de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la Asunción de María.
Este fue promulgado en la Constitución
“Munificentissimus Deus”:
“Después de elevar a Dios muchas y
reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de
Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para
honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la
muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría
de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los
bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos,
declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que La Inmaculada Madre
de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria del cielo”.
El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales
para la definición del dogma:
1-La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es consecuencia del
pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba libre de la
ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en
cuerpo y alma, en la gloria del cielo.
2-Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del
cuerpo de María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la
suerte del cuerpo de Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le
cuidó, le estrechó contra su pecho. No podemos imaginar que Jesús permitiría
que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la corrupción.
3-Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad
virginal, (toda para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente
que después de la muerte no sufriera la corrupción.
4-Su participación en la obra redentora de
Cristo: María, la Madre del Redentor, por
su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado
el curso de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención,
que es la glorificación del cuerpo y del alma.
Para rezar
Decir tu nombre, María
Decir tu nombre, María,
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
es decir que la Pobreza
compra los ojos de Dios.
Decir tu nombre, María,
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
es decir que la Promesa
sabe a leche de mujer.
Decir tu nombre, María,
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
es decir que nuestra carne
viste el silencio del Verbo.
Decir tu nombre, María,
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
es decir que el Reino viene
caminando con la Historia.
Decir tu nombre, María,
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
es decir junto a la Cruz
y en las llamas del Espíritu.
Decir tu nombre, María,
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
es decir que todo nombre
puede estar lleno de Gracia.
Decir tu nombre, María,
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.
es decir que toda muerte
puede ser también Su Pascua.
Decir tu nombre, María,
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
es decirte Toda Suya,
Causa de Nuestra Alegría.
Oración
Señor Dios todopoderoso, Tú que, mirando
complacido la profunda humildad de la siempre Virgen María, la elevaste a la
excelsa dignidad de ser madre de tu Hijo hecho hombre y, en este día, la
coronaste de gloria y de honor, concédenos, por su intercesión, que ya que como
María tenemos parte en tu redención, alcancemos, también como ella, la gloria
del reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
15 de agosto –
El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
elevó a los humildes
elevó a los humildes
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Lucas
1, 39-56
María partió y
fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías
y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría
en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres
bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy
yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el
niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá
lo que te fue anunciado de parte del Señor.»
María dijo
entonces:
«Mi alma canta
la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las
generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes
cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en
generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo,
dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y
elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos
con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su
misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y
de su descendencia para siempre.»
María
permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la lectura:
En la primera
parte del evangelio de hoy resuenan las palabras de Isabel, “Bendita tú
entre las mujeres”, precedidas por un movimiento espacial. María deja
Nazaret, situada al norte de la Palestina, para dirigirse al sur, a casi ciento
cincuenta kilómetros, a una localidad que la tradición identifica con la actual
Ain Karen, poco lejana de Jerusalén. El moverse físico muestra la sensibilidad
interior de María, que no está cerrada para contemplar de modo privado e
intimista el misterio de la divina maternidad que se encierra en ella, sino que
es lanzada sobre el sendero de la caridad. Ella se mueve para llevar ayuda a su
anciana prima. El dirigirse de María a Isabel es acentuado por el añadido “de
prisa” que San Ambrosio interpreta así: “María se puso de prisa en camino
hacia la montaña, no porque fuese incrédula a la profecía o incierta del
anuncio o dudase de la prueba, sino porque estaba contenta de la promesa y
deseosa de cumplir devotamente un servicio, con el ánimo que le venía del
íntimo gozo…La gracia del Espíritu Santo no comporta lentitud”.
El lector, sin
embargo, sabe que el verdadero motivo del viaje no está indicado, pero se lo
puede figurar a través de las informaciones tomadas del contexto. El ángel
había comunicado a María la preñez de Isabel, ya en el sexto mes (cfr. v.37).
Además el hecho de que ella se quedase tres meses (cfr. v.56), justo el tiempo
que faltaba para nacer el niño, permite creer que María quería llevar ayuda a
su prima. María corre y va a donde le llama la urgencia de una ayuda, de una
necesidad, demostrando así una finísima sensibilidad y concreta disponibilidad.
Junto con
María, llevado en su seno, Jesús se mueve con la Madre. De aquí es fácil
deducir el valor cristológico del episodio de la visita de María a la prima: la
atención cae sobre todo en Jesús. A primera vista parecería una escena
concentrada en las dos mujeres, en realidad, lo que importa para el evangelista
es el prodigio presente en sus dos respectivas concepciones. La movilización de
María, tiende en el fondo, a que las dos mujeres se encuentren.
Apenas María
entra en casa y saluda a Isabel, el pequeño Juan da un salto. Lucas usa un
verbo griego particular que significa propiamente “saltar”. Queriendo
interpretar el verbo, un poco más libremente, se le puede traducir por
“danzar”, excluyendo así la acepción de un fenómeno sólo físico. Algunos
piensan que esta “danza”, se pudiera considerar como una especie de “homenaje”
que Juan rinde a Jesús, inaugurando, aunque todavía no nacido, aquel
comportamiento de respeto y de subordinación que caracterizará toda su vida: “Después
de mí viene uno que es más fuerte que yo y al cuál no soy digno de desatar las
correas de sus sandalias” (Mc 1,7). Un día el mismo Juan testimoniará: “Quien
tiene a la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo que está presente y lo
escucha, salta de gozo a la voz del esposo, pues así este mi gozo es cumplido.
Él debe crecer y yo por el contrario disminuir” (Jn 3,29-30).
Así lo comenta
san Ambrosio: “Isabel oyó antes la voz, pero Juan percibió antes la gracia”.
Una confirmación de esta interpretación la encontramos en las mismas palabras
de Isabel que precisa: “Ha saltado de gozo en mi seno”.
Lucas, con
estos detalles particulares, ha querido evocar el prodigio verificado en la
intimidad de Nazaret. Sólo ahora, gracias al diálogo con una interlocutora, el
misterio de la divina maternidad deja su secreto y su dimensión individual,
para llegar a convertirse en un hecho conocido, objeto de aprecio y de
alabanza. Las palabras de Isabel “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre! ¿A qué debo que la madre de mi Señor venga a mí?” (vv.
42-43). Con una expresión semítica que equivale a un superlativo (“entre las
mujeres”), el evangelista quiere atraer la atención del lector sobre la función
de María: ser la “Madre del Señor”. Y por tanto a ella se le reserva una
bendición (“bendita tú”) y dichosa beatitud. ¿En qué consiste esta última?
Expresa la adhesión de María a la voluntad divina. María no es sólo la
destinataria de un diseño arcano que la hace bendita, sino persona que sabe
aceptar y adherirse a la voluntad de Dios. María es una criatura que cree,
porque se ha fiado de una palabra desnuda, que ella ha revestido con un “sí” de
amor.
Ahora Isabel
le reconoce este servicio de amor, identificándola “bendita como madre y
dichosa como creyente”.
Mientras
tanto, Juan percibe la presencia de su Señor y salta, expresando con este
movimiento interior el gozo que brota de aquel contacto salvífico. De tal
suceso se hará intérprete María en el canto del Magnificat.
En este canto
María se considera parte de los anawim, de los “pobres de Dios”, de
aquéllos que “temen a Dios”, poniendo en Él toda su confianza y esperanza y que
en el plano humano no gozan de ningún derecho o prestigio. La espiritualidad de
los anawin puede ser sintetizada por las palabras del salmo 37,79: “Está
delante de Dios en silencio y espera en Él”, porque “aquéllos que esperan en el
Señor poseerán la tierra”.
En el Salmo
86,6, el orante, dirigiéndose a Dios, dice: “Da a tu siervo tu fuerza”: aquí el
término “siervo” expresa el estar sometido, como también el sentimiento de
pertenencia a Dios, de sentirse seguro junto a Él.
Los pobres, en
el sentido estrictamente bíblico, son aquéllos que ponen en Dios una confianza
incondicionada; por esto han de ser considerados como la parte mejor, cualitativa,
del pueblo de Israel.
Los
orgullosos, por el contrario, son los que ponen toda su confianza en sí mismos.
Ahora, según el Magnificat, los pobres tienen muchísimos motivos para alegrarse, porque Dios glorifica a los anawim (Sal 149,4) y desprecia a los orgullosos.
Ahora, según el Magnificat, los pobres tienen muchísimos motivos para alegrarse, porque Dios glorifica a los anawim (Sal 149,4) y desprecia a los orgullosos.
Una imagen del
N. T. que traduce muy bien el comportamiento del pobre del A. T., es la del
publicano que con humildad se golpea el pecho, mientras el fariseo
complaciéndose de sus méritos se consuma en el orgullo (Lc 18,9-14).
En definitiva
María celebra todo lo que Dios ha obrado en ella y cuanto obra en el creyente.
Gozo y gratitud caracterizan este himno de salvación, que reconoce grande a
Dios, pero que también hace grande a quien lo canta.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para la
meditación:
Mi oración ¿es
ante todo expresión de un sentimiento o celebración y reconocimiento de la
acción de Dios?
María es
presentada como la creyente en la Palabra del Señor. ¿cuánto tiempo dedico a
escuchar la Palabra de Dios?
¿Mi oración se
alimenta de la Biblia, como ha hecho María?
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
SALMO Sal 44, 10bc. 11-12. 15b-16 (R.: 10b)
R. Es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir.
Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir. R.
¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él. R.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
con gozo y alegría entran al palacio real. R.
R. Es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir.
Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir. R.
¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él. R.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
con gozo y alegría entran al palacio real. R.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
La Virgen María, templo
del Espíritu Santo, ha acogido con fe la Palabra del Señor y se ha entregado
completamente al poder del Amor.
Por este motivo se ha
convertido en imagen de la interioridad, o sea toda recogida bajo la mirada de
Dios y abandonada a la potencia del Altísimo.
María no habla de sí, para
que todo en ella pueda hablar de las maravillas del Señor en su vida.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO
EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Te convence
que volver a la plegaria bíblica es seguridad de encontrar un alimento sólido,
escogido por María misma?
¿Está en la
lógica del Magnificat la felicidad de la gratuidad, de la donación?
¿Con quién
compartiré lo reflexionado en la lectio de hoy?
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