5 de diciembre de 2015 – ADVIENTO – SÁBADO DE LA SEMANA I
Se
compadeció de nuestras debilidades
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 30, 19-21. 23-26
Así habla el
Señor:
Sí, pueblo de
Sión, que habitas en Jerusalén, ya no tendrás que llorar: él se apiadará de ti
al oír tu clamor; apenas te escuche, te responderá.
Cuando el Señor
les haya dado el pan de la angustia y el agua de la aflicción, aquel que te
instruye no se ocultará más, sino que verás a tu maestro con tus propios ojos.
Tus oídos escucharán detrás de ti una palabra: «Este es el camino, síganlo,
aunque se hayan desviado a la derecha o a la izquierda.»
El Señor te
dará lluvia para la semilla que siembres en el suelo, y el pan que produzca el
terreno será rico y sustancioso.
Aquel día, tu
ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los asnos que trabajen el
suelo comerán forraje bien sazonado, aventado con el bieldo y la horquilla.
En todo monte
elevado y en toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua, el día de la
gran masacre, cuando se derrumben las torres. Entonces, la luz de la luna será
como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces más intensa -como la luz
de siete días- el día en que el Señor vende la herida de su pueblo y sane las
llagas de los golpes que le infligió.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 146, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: Is 30, 18)
R. Felices los
que esperan en el Señor.
¡Qué bueno es
cantar a nuestro Dios,
qué agradable y
merecida es su alabanza!
El Señor
reconstruye a Jerusalén
y congrega a
los dispersos de Israel. R.
Sana a los que
están afligidos
y les venda las
heridas.
El cuenta el
número de las estrellas
y llama a cada
una por su nombre. R.
Nuestro Señor
es grande y poderoso,
su inteligencia
no tiene medida.
El Señor eleva
a los oprimidos
y humilla a los
malvados hasta el polvo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8
Jesús recorría
todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la
Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a
la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas
que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
«La cosecha es
abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados
que envíe trabajadores para la cosecha.»
Jesús convocó a
sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de
curar cualquier enfermedad o dolencia.
A estos Doce,
Jesús los envió con las siguientes instrucciones:
«Vayan, en
cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen
que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los
muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han
recibido gratuitamente, den también gratuitamente.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Las palabras esperanzadoras de Isaías
han de leerse en el contexto dramático que viven los habitantes de
Jerusalén viendo acercarse a su puerta la amenaza asiria.
Los ejércitos de la época arrasan las ciudades y matan a todos los habitantes,
a excepción de los más fuertes que son deportados.
El profeta enseña al pueblo que tiene
que creer y confiar en el Señor simplemente porque éste es bueno y llama hacia
él: creer en Dios significa experimentar que es fiel. Después de tantas
infidelidades de Israel a la alianza, el profeta les recuerda que, la confianza
firme en el amor misericordioso de Dios y el encuentro constante con su amor,
que lo perdona y asume su fracaso constantemente, son la única esperanza y la
única certeza en las que se puede abandonar el creyente; toda la iniciativa
viene de Él. El hombre solamente puede recoger el don de su amor.
Isaías evoca una felicidad paradisíaca,
un futuro reino mesiánico del que todo mal habrá desaparecido. El anuncio de
esperanza que se apoya en la fidelidad de Dios que no defrauda, se cumple en
Cristo Jesús.
***
El Dios que sana corazones destrozados,
el Cristo que se apiada de los que sufren, es quien hoy nos invita
a nosotros a tener y a repartir esperanza en una humanidad que sigue
hambrienta, desorientada, desilusionada. La llamada del Adviento, el anuncio de
la venida de Jesús a nuestra historia, viene dirigida a nosotros. Viene
a enjugar nuestras lágrimas y a vendar nuestras heridas con ternura.
Jesús no sólo muestra compasión, sino
que es la compasión de Dios que se ha hecho presente en el
mundo y en la historia. Su actitud humana revela a los hombres el corazón de
Dios volcado hacia los hombres, un corazón que por la gracia estamos
invitados a reproducir. Un corazón invitado a dejarse hablar por la
realidad, un corazón que sabe compartir y hacer propias las angustias y
esperanzas de los hombres para dar creativamente respuestas.
El trabajo del discípulo queda
perfectamente delineado por el mismo Jesús: proclamar el reino, y
al mismo tiempo hacerlo manifiesto a través de las obras: curar
enfermos, resucitar muertos, purificar leprosos y expulsar demonios.
Realizar esto y no otra cosa, es la misión del discípulo.
El pedido al Padre, que envíe operarios
a la mies, es la oración que ya ha sido escuchada en el don de la
venida de Jesucristo. Porque el Padre ha respondido y ha enviado a su mismo
Hijo, los discípulos pueden ofrecerse confiadamente a sí mismos en el anuncio
del evangelio.
Nosotros somos parte de ese pueblo pobre, hambriento y
necesitado. Pero a la vez el don de Jesucristo, también nos posibilita a dar
desde nuestra pobreza, animarnos a conducir desde nuestro ser conducidos,
consolar desde el consuelo con el que el Señor nos consuela.
Para discernir
¿Experimento la compasión de Jesús por
todos los hombres como propia?
¿Me siento sanado y consolado por el
Buen pastor?
¿Me siento impulsado en este Adviento a
pastorear con Jesús a su pueblo?
Repitamos a lo largo de este día
…Quiero ser anuncio bueno para mis
hermanos…
Para la lectura espiritual
Dios nos ha hablado en Cristo
…”La principal causa por la cual en la
ley antigua eran lícitas las preguntas que se hacían a Dios, y convenía que los
profetas y sacerdotes quisiesen visiones y revelaciones de Dios, era porque
entonces no estaba aún fundada la fe ni establecida la ley evangélica; y así,
era menester que preguntasen a Dios y que él hablase, ahora por palabras, ahora
por visiones y revelaciones, ahora en figuras y semejanzas, ahora en otras
muchas maneras de significaciones. Porque todo lo que respondía y hablaba y
obraba y revelaba eran misterios de nuestra fe y cosas tocantes a ella o
enderezadas a ella. Pero ya que está fundada la fe en Cristo y manifiesta la
ley evangélica en esta era de gracia, no hay para qué preguntarle de aquella
manera, ni para qué él hable ya ni responda como entonces.
Porque en darnos, como nos dio, a su
Hijo -que es una Palabra suya, que no tiene otra-, todo nos lo habló junto y de
una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar.
Y éste es el sentido de aquella
autoridad, con que san Pablo quiere inducir a los hebreos a que se aparten de
aquellos modos primeros y tratos con Dios de la ley de Moisés, y pongan los
ojos en Cristo solamente, diciendo: Lo que antiguamente habló Dios en los
profetas a nuestros padres de muchos modos y maneras, ahora a la postre, en
estos días, nos lo ha hablado en el Hijo, todo de una vez.
En lo cual da a entender el Apóstol,
que Dios ha quedado ya como mudo, y no tiene más que hablar, porque lo que
hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en él todo, dándonos el
todo, que es su Hijo.
Por lo cual, el que ahora quisiese
preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación; no sólo haría una
necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo,
sin querer otra cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera:
«Si te tengo ya hablado todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no
tengo otra cosa que te pueda revelar o responder que sea más que eso, pon los
ojos sólo en él; porque en él te lo tengo puesto todo y dicho y revelado, y
hallarás en él aún más de lo que pides y deseas.
Porque desde el día que bajé con mi
espíritu sobre él en el monte Tabor, diciendo: Éste es mi amado Hijo en que me
he complacido; a él oíd, ya alcé yo la mano de
todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a él; oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.»”…
todas esas maneras de enseñanzas y respuestas, y se la di a él; oídle a él, porque yo no tengo más fe que revelar, más cosas que manifestar. Que si antes hablaba, era prometiéndoos a Cristo; y si me preguntaban, eran las preguntas encaminadas a la petición y esperanza de Cristo, en que habían de hallar todo bien, como ahora lo da a entender toda la doctrina de los evangelistas y apóstoles.»”…
San Juan de la Cruz, Subida al monte Carmelo –
(Libro 2, cap. 22,)
Para rezar
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús para que podamos
sintonizar con tu compasión y hacernos
compasión para nuestros hermanos.
Ven Señor Jesús para que miremos
con tus ojos la mies ya madura y
trabajemos
para que no se pierda por descuido.
Ven Señor Jesús para que sintamos
la seguridad de ser escuchados e
n nuestras plegarias por todos los
hombres.
Ven Señor Jesús para que en comunión
de amor con tu palabra seamos fieles
testigos de tu amor en medio del mundo.
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