MIÉRCOLES VII
El que no está contra
nosotros está con nosotros
Lectura de la carta del apóstol
Santiago 4, 13-16
Y ustedes, los que ahora dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y nos
quedaremos allí todo el año, haremos negocio y ganaremos dinero», ¿saben acaso
qué les pasará mañana? Porque su vida es como el humo, que aparece un momento y
luego se disipa.
Digan más bien: «Si Dios quiere, viviremos y haremos esto o aquello.»
Ustedes, en cambio, se glorían presuntuosamente, y esa jactancia es mala.
El que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 48, 2-3. 6-7. 8-10.
11 (R.: Mt 5, 3)
R. ¡Felices los que tienen alma
de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos!
Oigan esto, todos los pueblos;
escuchen, todos los habitantes del mundo:
tanto los humildes como los poderosos,
el rico lo mismo que el pobre. R.
¿Por qué voy a temer en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
de esos que confían en sus riquezas
y se jactan de su gran fortuna? R.
No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
el precio de su rescate es demasiado caro,
y todos desaparecerán para siempre. R.
Cualquiera ve que mueren los sabios;
necios e ignorantes perecen por igual,
y dejan a otros sus riquezas. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9,
38-40
Juan le dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en
tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.»
Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro
en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está
con nosotros.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
·
Santiago, predicador concreto, se dirige sucesivamente a algunas grandes
categorías sociales de su tiempo. En el pasaje de hoy Santiago hablará más
particularmente a los «comerciantes», algunos judíos que desde la época del
exilio en Babilonia se habían especializado en el gran comercio internacional.
·
Si bien lo que dice no es una novedad estamos siempre tentados a ignorarlo.
Sabemos que nuestra vida es fugaz; como la niebla que se ve un rato y luego se
desvanece. A pesar de esto tendemos a actuar como si el futuro estuviera en
nuestras manos, dependiera de nosotros. La invectiva contra los ricos es muy
dura.
·
Es lastimoso dejarse deslumbrar por el brillo de las riquezas y de los
vestidos, del oro y la plata. Todo llegará. El Señor ahora no está, pero
volverá. La riqueza se pudre, los vestidos se apolillan, el oro y la plata se
los come el orín.
·
Lo único cierto es que estamos en manos de Dios. No vale la pena
absolutizar nada: ni los negocios, ni los proyectos, ni nuestro futuro. La
Palabra nos enseña a mantener una sana indiferencia, para que no nos aferremos
demasiado de las cosas pasajeras.
·
Lo que el autor de la carta dice al engreído de sí mismo puede valer para
todos. En efecto, a menudo nos creemos capaces de disponer de nuestra vida a
nuestro gusto, sin contar con Dios, y Santiago nos recuerda que la vida es
corta.
***
·
En el episodio de hoy, uno de los discípulos, Juan, corre donde Jesús para
pedir autorización y detener a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús
sin ser del grupo.
·
Los apóstoles se dejaban llevar muchas veces por la impaciencia y los
celos. Querían arrancar la cizaña del campo, deseaban que lloviera fuego del
cielo porque en un pueblo no los habían querido recibir. Jesús tenía siempre
mucha más paciencia y un corazón mucho más generoso. Es muchas veces la
tentación de los que se piensan buenos o “parte de”; pretender acaparar o
monopolizar los dones de Dios y sentir celos de que otros hagan cosas buenas.
Querer tener todo controlado.
·
La respuesta de Jesús está en consonancia con toda la novedad del
Evangelio. Abre la posibilidad para que todo el que quiera obrar el bien en su
nombre lo haga. No obliga a todos a meterse bajo el mismo paraguas. La
preocupación de Jesús es verdaderamente universal porque le preocupa el bien de
la humanidad y no los intereses de su pequeño grupo. Hacer el bien a los demás
es más importante que los protagonismos.
·
Frente a los criterios pequeños de los discípulos, el Señor abre la
posibilidad a un horizonte más amplio. el que no está contra nosotros, está con
nosotros. Junto al espíritu estrecho y sectario de Juan, el trueno, tenemos
aquí la apertura total de Jesús que invita a sus discípulos a confiar en el
Espíritu Santo.
·
La verdad y el bien no son patrimonio de algunos, sino de aquellos que se
abren a Dios y dejan que su gracia bondadosa los toque. Mientras que los
criterios humanos tienden a estandarizar a todo con sus medidas, Jesús. abre de
par en par, y para todos, el mensaje de salvación. En Jesús, sabiduría y amor,
entran los diferentes, los que no son aparentemente seguidores directos, los
que no tienen el carnet de inscripción en la institución divina, pero que, sin
embargo, demuestran que están en sintonía con la sabiduría de su corazón que
siempre suma, nunca resta. Dios actúa en todas partes y el Espíritu no es
propiedad de ningún grupo, ni de ninguna estructura. El Espíritu sopla donde
quiere.
·
El “Capillismo”, esa tendencia a pensar que solo nuestro grupo, nuestro
movimiento, tal o cual sacerdote o tal o cual líder religioso es el que tiene
la exclusiva para la construcción del Reino, es una de las cosas que evitan que
se dé la unidad en nuestra Iglesia.
·
En la Iglesia, para la construcción del Reino, hay diferentes carismas y
diferentes maneras de proponer el mensaje evangélico. Desde la teología que
propone un evangelio más encarnado e inculturado desde los más pobres, hasta la
renovación en el Espíritu Santo que busca una renovación del individuo, lo que
se busca es la edificación del reino de Dios, así los distintos carismas
cooperan de diferente manera a la única misión de la Iglesia que es
evangelizar.
Para discernir
·
¿Experimento mi vida de fe como un derecho
o privilegio frente a los demás?
·
¿Divido fácilmente entre los míos y los de
otro lado?
·
¿Integro a los distintos?
Repitamos a lo largo de este día
…Es de los nuestros el
que obra el bien…
Para la lectura espiritual
«Se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros»
…”Imitemos la inmensidad del amor del
mismo Jesús, modelo supremo de amor hacia la Iglesia. Indudablemente que la
Esposa de Cristo, la Iglesia, es única; y sin embargo el amor del Esposo divino
se extiende tan ampliamente que, sin excluir a nadie, abarca en su Esposa a
todo el género humano. Si nuestro Salvador ha derramado su sangre, es con el
fin de reconciliar con Dios, en la cruz, a todos los hombres, incluso aunque
estén separados por la nación o la sangre y reunirlos en un solo Cuerpo. El
verdadero amor de la Iglesia exige, pues, no solamente que unos sean miembros
de los otros en el mismo Cuerpo, llenos de mutua solicitud (Rm 12,15), miembros
que deben alegrarse cuando otro miembro es honorado y sufrir con él cuando él
sufre (1C 12,26); sino que exige también que en los demás hombres todavía no
unidos a nosotros en el Cuerpo de la Iglesia, sepamos reconocer en ellos a
hermanos de Cristo según la carne, llamados igual que nosotros a la misma
salvación eterna.
Sin duda que no falta gente, sobre todo
hoy, ¡desgraciadamente!, que orgullosamente alaban la lucha, el odio y la
envidia como medio para sublevar y exaltar la dignidad y la fuerza del hombre.
Pero nosotros, que discernimos con dolor los lamentables frutos de esta
doctrina, seguimos a nuestro Rey pacífico, que nos ha enseñado no sólo amar a
los que no pertenecen a la misma nación o tienen el mismo origen (Lc 10,33s),
sino incluso amar a nuestros enemigos (Lc 6,27s), Celebremos con san Pablo, el
apóstol de las naciones lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo del amor de
Cristo (Ef. 3,18); amor que la diversidad de pueblos o de costumbres no puede
romper, que la inmensidad que se extiende en el océano no puede disminuir, que,
en fin, las guerras, hechas por una causa justa o injusta, no pueden
disgregar”…
Pío XII, papa de 1939 a 1958 Encíclica Mystici
Corporis Christi
Para rezar
Este es tu reino entre nosotros, Señor,
vivir en tu amor ser tus hijos
y contemplar tu rostro,
tal como lo manifestó tu hijo amado, Jesús.
Ahora sabemos que la auténtica sabiduría
está amasada de vida diaria, de trabajo,
de alegrías y penas, de oración y evangelio;
de un caminar constante hacia un mundo nuevo
que renace a su liberación y a la paz definitiva.
Porque esta sabiduría no nos aleja del mundo
sino que nos hace vivir en plenitud
dando sentido a nuestra vida
para volcarnos a un gran proyecto:
una nueva humanidad.
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