10 de noviembre de 2016

JUEVES DE LA XXXII SEMANA

El reino de Dios está entres ustedes

Lectura de la carta del apóstol
San Pablo a Filemón     7- 20

Querido hermano:
Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús.
Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo. 
Palabra de Dios

SALMO Sal: 145,7.9b.8d.10 
R: Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    17, 20-25

Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: “Está aquí” o “Está allí.” Porque el Reino de Dios está entre ustedes.»
Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: “Está aquí” o “Está allí”, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

La carta de Pablo a Filemón es breve y con mucho sentimiento en pocos versículos aborda una cuestión decisiva: la experiencia cristiana debe influir en la transformación de las estructuras sociales.
Onésimo, esclavo perteneciente a Filemón, es de la comunidad de Colosas, y había huido enojado con su amo; llega a la prisión donde se encuentra Pablo y se convierte a la fe. Pablo reconoce los derechos civiles de Filemón sobre Onésimo. Por eso devuelve el esclavo a su amo con una carta de recomendación.
Pablo apela al amor y la gratitud que Filemón siente por él, para que reciba bien a Onésimo. Con esta carta intercede ante Filemón para que lo perdone, y lo acepte de nuevo, ya no “como esclavo, sino como hermano querido”, dado que ahora los dos, tanto el amo como el esclavo, son cristianos.
El tema no es tanto la esclavitud y su supresión, realidades de la situación social en que se mueven, que ni Pablo ni la primera comunidad pueden cambiar de golpe. Sin embargo con las consignas que da va sentando un precedente que, a su tiempo, harán evolucionar desde dentro, la situación social y llegarán a suprimir la esclavitud. Pablo espera, que Filemón saque consecuencias civiles de este hecho, implícitas en una fe que no hace distinción entre esclavos y libres.
***
Para los antiguos, los acontecimientos de la naturaleza, de la vida colectiva y de la existencia cotidiana, eran expresiones inmediatas de la voluntad divina. Hasta que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le imponía desde fuera. El judío, a pesar de que ansiaba un tiempo de tipo lineal e “histórico”, seguía concibiendo su evolución como una iniciativa exclusiva de Dios.
Por eso estaban quienes trataban de descifrar por cambios de la naturaleza lo que sucedería, y quienes oficialmente se dedicaban a seguir las fases de la luna, para determinar exactamente las fiestas del calendario.
Jesús, intenta sin duda desanimar a sus discípulos para que no sigan pensando en la fecha concreta de la llegada del Reino, como si fuera una invasión militar o un golpe político. Quiere cambiarles la mentalidad acerca de una venida del Reino que se pueda calcular, son ellos los que deben prepararse a la venida del Espíritu “dentro de los corazones”.
La expresión Reino de Dios, para los judíos, contenía como en concentrado, toda la espera de Israel del día en que Dios tomaría el poder, y salvaría a su pueblo de todos sus opresores. Era la espera de días mejores, la espera de la gran noche, el deseo de una humanidad feliz.
Lucas, sin embargo, plantea que el Reino ya está presente en la vida de cada uno; y este esperar masivamente los acontecimientos de tipo apocalíptico, como expresiones de la llegada del Reino, es no comprender esta interpretación.
No son los signos de la naturaleza los que anuncian el tiempo del reino, sino que, el mismo hombre lo define, mediante su compromiso con la realidad cotidiana.
Cristo no esperó un “día extraordinario”; vivió hasta el final siendo fiel a su condición de hombre, y “su día” fue continuamente el día de su fidelidad a Dios, en lo que la realidad le iba presentando.
El reino de Dios es una realidad palpable aquí y ahora. Allí donde, Dios a través de Jesús interviene y salva una vida; allí donde, hay hombres como Jesús que tienen el valor y la fe suficientes para comprender que esta salvación es un don de Dios, y abrirla a los demás hombres; allí donde, hombres y mujeres se comprometen en la justicia por el bien de todos; allí ha empezado ya el reino de Dios.

Para discernir

¿Qué imagen tengo del reino de Dios?
¿Trabajo por el reino, quiero que venga?
¿Cuál es mi aporte para el establecimiento del reino?

Repitamos a lo largo de este día

Que venga tu Reino Señor…

Para la lectura espiritual

El Reino de Dios está en medio de vosotros

..”El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulándola en sí mismo. El es quien nos revela que «Dios es amor» (1Jn 4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, es el mandamiento nuevo del amor… Así, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia.
Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra (Mt 28,18), obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin. Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: si a unos llama a dar testimonio manifiesto con el anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres, y así preparen la materia del reino de los cielos. Pero a todos les libera, para que, con la abnegación propia y el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia humanidad se convertirán en oblación acepta a Dios.
«Señor, que fructifique en nosotros la celebración de la Eucaristía con la que tú nos enseñas, ya en nuestra vida mortal, a descubrir el valor de los bienes eternos y a poner en ellos nuestro corazón». (Misal romano: oración de postcomunión del 1er domingo de Adviento)”…
Concilio Vaticano II – Constitución sobre la Iglesia en el mundo de hoy – Gaudium et spes», 38

Para rezar

El Reino, los cielos nuevos y la tierra nueva,
que anuncia Jesús no tiene un estilo espectacular,
llamativo o estrepitoso.
Para Jesús es como el fermento,
que actúa en lo escondido,
es como la semilla que sepultada en la tierra,
va produciendo su fruto.
Jesús, que “venga a nosotros tu Reino”.
Tu Reino es imprevisible, está oculto,
pero ya está actuando: en la Iglesia,
en su Palabra, en los sacramentos,
en la fuerza y entrega de tantos cristianos,
que creen en el evangelio y lo viven sin medir consecuencias.
Ya está presente en los humildes y sencillos,
en los limpios de corazón y en los que buscan la paz,
en los que lloran y en los que ríen,

en todos los que te buscan con sincero corazón.


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