9 de noviembre de 2016


Dedicación de la Basílica de Letrán (F)

Somos las piedras vivas del nuevo templo

Lectura de la profecía de Ezequiel    47, 1-2. 8-9. 12

En aquellos días:
El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio». 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 5) 
R.    Los canales del río alegran la ciudad de Dios,
       la más santa morada del Altísimo.

El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar. R.

Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra. R.

O bien:

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo
a los Corintios 3,9c-11.16-17

Hermanos:
Porque nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.
Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual se fije bien de qué manera construye.
El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo.
Sobre él se puede edificar con oro, plata, piedras preciosas, madera, pasto o paja: la obra de cada uno aparecerá tal como es, porque el día del Juicio, que se revelará por medio del fuego, la pondrá de manifiesto; y el fuego probará la calidad de la obra de cada uno.
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. 
Palabra de Dios

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan    2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: « ¿Qué signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

La región sur de Jerusalén, es la más infértil de todas las regiones del país, con excepción de Jericó y alguno que otro torrente inhabitado. El cambio de aridez en fertilidad, es utilizado para resaltar el efecto que va a producir en el pueblo, las trágicas experiencias vividas en los últimos años.
El templo, centro religioso y símbolo nacional de Israel, se ha convertido en lugar de comercio y explotación. San Juan nos presenta a Jesús, expulsando a los vendedores y cambistas, que se habían ido apoderando poco a poco del lugar santo.
Juan junta el relato del agua convertida en vino en las bodas de Caná; con este de la purificación del templo, y la discusión con los judíos acerca de su destrucción y reconstrucción, aprovechando el marco de la celebración de la Pascua. La intención fundamental, es dar a entender mejor, cuál es el programa de su actividad evangelizadora. El vino que surge de las tinajas de agua, dispuestas para la purificación de los judíos, muestra la presencia del Hijo de Dios en la fiesta de boda. Pero la gran boda es la de Dios con su pueblo a través de su Hijo. Así que el gesto de Jesús en el templo, indica que era necesario que la novedad, su presencia, se hiciera sentir en un lugar tan paradigmático del pueblo judío como el templo.
La acción de Jesús contra los mercaderes es una excusa provocadora. Jesús está decididamente en contra, de quienes han obligado a una gran parte del pueblo, a vivir en condiciones injustas y hasta profanas. Los bandidos, son los dirigentes y manipuladores económicos que explotaban a los pobres con el fraude de lo sagrado, y saben que sus ganancias por el cobro de impuesto a los mercaderes ubicados allí, se van a venir abajo. Por eso increpan y piden una señal a Jesús para desautorizarlo y sacárselo de encima.
De ahí en adelante la vida y obra entera de Jesús estarán consagradas a generar una ruptura con aquellas modalidades, estructuras e instituciones que sean un obstáculo para la realización del proyecto de Dios.
La afirmación de Jesús sobre el nuevo templo proclama la destrucción definitiva de la distancia entre Dios y nosotros. No necesitamos ya ningún lugar separado para entrar en relación con Él porque todos los lugares pueden ser santos. El lugar por excelencia es el mismo cuerpo de Cristo. En éste, el templo nuevo, nosotros somos las piedras. La relación con Dios está ligada al reconocimiento de su presencia, en todos aquellos que constituimos el cuerpo de Cristo.
La dedicación o consagración de la basílica de san Juan de Letrán es celebrada en toda la iglesia católica por tratarse de la catedral del Papa, obispo de Roma. Se trata de la primera y de la cabeza de todas las iglesias del mundo católico. Fue mandada construir en el siglo IV por el emperador Constantino, el primero de los emperadores cristianos.
Desde muy antiguo, el ser humano ha sentido la necesidad de reservar espacios que favorezcan el encuentro con Dios. Al principio del cristianismo, los lugares de encuentro con Dios eran las casas particulares, en las que se reunían las comunidades para la oración y la fracción del pan. Con el paso del tiempo, las comunidades fueron construyendo edificios dedicados a las reuniones litúrgicas, la predicación de la Palabra y la oración. Y así es como en el cristianismo, con el paso de la persecución a la libertad religiosa en el Imperio Romano, aparecieron las grandes basílicas, entre ellas San Juan de Letrán, la catedral de Roma.
San Juan de Letrán es el símbolo de la unidad de todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso, esta basílica, lleva el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias.
Pero no debemos perder de vista que el verdadero lugar de encuentro del hombre con Dios, el auténtico templo, es Jesucristo que gracias a la entrega de su vida por nosotros, ha hecho de la comunidad de creyentes un templo vivo de Dios.
La Iglesia fiel a esta convicción no puede dejar de vivir lo que nos pide el Papa Francisco: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, “toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial”» (EG 27).

Para discernir

¿Experimento la presencia de Dios en los miembros de la Iglesia?
¿Me siento piedra viva de este nuevo templo?
¿Reconozco lo sagrado de cada vida?

Repitamos a lo largo de este día

…el templo de Dios es sagrado…

Para la lectura espiritual

«Destruid este Templo, y en tres días lo reedificaré»

“… El Templo judío quedaba confinado a un solo lugar. El mundo entero no podía estar en él, ni tan sólo toda una nación, sino tan sólo algunos de la multitud. Pero el templo cristiano es invisible y espiritual, por tanto puede estar en todas partes… Jesús dijo a la Samaritana: «Vendrá el tiempo en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad» (Jn 4,23). «En espíritu y en verdad» porque, si no es invisible, su presencia no puede ser real. Lo que es visible no es lo real; lo que es material de desintegrará; lo que está en alguna parte no es más que un fragmento.
El templo de Dios, en el régimen cristiano, está en todas las partes donde hay cristianos en nombre de Cristo; él esta tan plenamente presente en cada lugar como si no estuviera en ninguna otra parte. Y nosotros podemos entrar y unirnos a los santos que lo habitan, a la familia celeste de Dios, de manera tan real como el judío entraba en los atrios visibles del Templo. Nosotros no vemos nada de nuestro templo espiritual, pero es la condición requerida para que él esté en todas partes. No estaría en todas partes si le viéramos en alguna parte; no vemos nada, pero gozamos de todo.
Es así como nos lo presentan ya los profetas del Antiguo Testamento. Isaías escribe: «Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos» (2,2). El templo cristiano ya fue desvelado a Jacob… cuando vio en sueños «una escalinata, apoyada en la tierra, y con la cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella» (Gn 28,12) y también al servidor de Eliseo: «Abrió el Señor los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de fuego» (2R 6,17). Todo ello eran anticipaciones de lo que se tenía que establecer cuando Cristo vino y «abrió el Reino de Dios a todos los creyentes». Es lo que hace decir a san Pablo: «Os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a miríadas de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están inscritos en el cielo» (Hb 12,22)”…

Cardenal John Henry Newman (1801-1890), presbítero, fundador de comunidad religiosa, teólogo – PPS, Vol. 4, nº 12:
«La Iglesia una casa para los solitarios”

Para rezar

Oración por la Iglesia

Que no olvide yo ni un instante
que Tú has establecido en la tierra
un reino que te pertenece;
que la Iglesia es tu obra,
tu institución, tu instrumento;
que nosotros estamos bajo tu dirección,
tus leyes y tu mirada;
que cuando la Iglesia habla,
Tú eres el que hablas.
Que la familiaridad que tengo
con esta verdad maravillosa
no me haga insensible a esto;
que la debilidad de tus representantes humanos
no me lleve a olvidar, que eres Tú quien hablas
y obras por medio de ellos. Amén.

Cardenal Newman


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