8 de agosto de 2017 – TO – MARTES DE LA XVIII SEMANA
¿por qué dudaste?
Lectura del libro de los Números 12, 1-13
Miriam y Aarón se pusieron a murmurar
contra Moisés a causa de la mujer cusita con la que este se había casado.
Moisés, en efecto, se había casado con una mujer de Cus. « ¿Acaso el Señor ha
hablado únicamente por medio de Moisés?, decían. ¿No habló también por medio de
nosotros?» Y el Señor oyó todo esto.
Ahora bien, Moisés era un hombre muy
humilde, más humilde que cualquier otro hombre sobre la tierra.
De pronto, el Señor dijo a Moisés, a Aarón
y a Miriam: «Vayan los tres a la Carpa del Encuentro.»
Cuando salieron los tres, el Señor
descendió en la columna de nube y se detuvo a la entrada de la Carpa. Luego
llamó a Aarón y a Miriam. Los dos se adelantaron, y el Señor les dijo:
«Escuchen bien mis palabras: Cuando aparece entre ustedes un profeta, yo me revelo
a él en una visión, le hablo en un sueño. No sucede así con mi servidor Moisés:
él es el hombre de confianza en toda mi casa. Yo hablo con él cara a cara,
claramente, no con enigmas, y el contempla la figura del Señor.
¿Por qué entonces ustedes se han atrevido
a hablar contra mi servidor Moisés?»
Y lleno de indignación contra ellos, el
Señor se alejó.
Apenas la nube se retiró de encima de la
Carpa, Miriam se cubrió de lepra, quedando blanca como la nieve. Cuando Aarón
se volvió hacia ella y vio que estaba leprosa, dijo a Moisés: «Por favor,
señor, no hagas pesar sobre nosotros el pecado que hemos cometido por necedad.
No permitas que ella sea como el aborto, que al salir del seno materno ya tiene
consumida la mitad de su carne.»
Moisés invocó al Señor, diciendo: « ¡Te
ruego, Dios, que la cures!»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 50, 3-4. 5-6a. 6b-7. 12-13 (R.: cf. 3a)
R. Ten
piedad, Señor, porque hemos pecado.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! R.
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos. R.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre. R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 14, 22-36
Después que se sació la multitud, Jesús
obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la
otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña
para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa,
sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús
fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre
el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron
a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy
yo; no teman.»
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si
eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua.»
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de
la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la
violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor,
sálvame.» En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía:
«Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron a la barca, el viento
se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo:
«Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.»
Al llegar a la otra orilla, fueron a
Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los
alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar
tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Moisés es criticado por su propia familia,
por su hermano Aarón y su hermana Miriam. Se le reprocha el haberse casado con
una mujer etíope, pero en definitiva envidian su papel preponderante y su
intimidad con Dios.
La segunda queja será la desigualdad
aparente en el reparto dispar de los dones y talentos. María era profetisa,
había recibido este carisma como Aarón había recibido el del sacerdocio.
Dios había hablado también con ellos. Pero esta realidad no les daba ningún
derecho a exigir igualdad de dones. En el fondo se trata de un intento de
manipular a Dios, y de convertir el ministerio en un título de honor y poder.
La voluntad de Dios no es arbitraria: el
carisma no se otorga para lucimiento personal, sino en orden a la edificación y
buena marcha de la comunidad.
El Señor oye a Moisés porque era un hombre
muy humilde, más que cualquier hombre sobre la faz de la tierra. Dios defiende
a su servidor y dijo a Aarón y a Miriam que salgan a la Tienda de la Reunión.
Cuando salieron los tres la ira del Señor se encendió contra ellos. Miriam
quedó por la lepra blanca como la nieve.
Aarón suplicó a Moisés y este imploró al
Señor para que la sane. Yahvé llama a cada uno a un servicio concreto, dándole
también el carisma correspondiente y la certeza de su asistencia. Pero no está
obligado a más. Exige que se respete su voluntad con auténtica responsabilidad
y sin envidia.
***
Después de la multiplicación de los panes,
Jesús obligó a los discípulos a que se embarcaran y que se adelantaran a la
otra orilla, mientras El despedía a la gente. Estos, maravillados por el
milagro, querían arrastrar a Jesús a la aventura política intentando
proclamarlo rey.
Jesús conocía a sus discípulos, que
compartían esa misma perspectiva de mesianismo temporal. Por eso los obligó a
alejarse de allí. Después de despedir a la multitud, Jesús ora por ellos, para
que no cedan a la tentación de un Mesías de poder.
Al anochecer, seguía allí solo. Mientras
tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque
llevaba viento contrario. De madrugada, se les acercó Jesús caminando por el
lago. Los discípulos se asustaron mucho creyendo que era un fantasma, pero
Jesús los invita a no tener miedo y no se presenta; dice sencillamente: “Soy yo”.
Pedro, con cierta presunción, desafía en
cierto modo a Jesús. Le pide que lo mande ir hacia Él sobre el agua. Cree en el
poder «milagroso» de Jesús, no en la fuerza del Reino. Pedro quiere andar sobre
el agua, participar de la misma condición divina de Jesús. Éste lo acepta y lo
invita. Sin embargo, Pedro ante el viento, siente miedo; esperaba la condición
divina sin obstáculos, de manera automática y milagrosa. Se ha olvidado que el
discípulo vive en medio de la oposición y persecución del mundo.
Pedro siente miedo porque no ha entendido
que la misión se realiza con la entrega total. Pedro llama a Jesús en el
momento de la dificultad, forzándolo a intervenir. Cree todavía que la
salvación, será una intervención milagrosa de Dios, desde el cielo, que resuelve
la situación desesperada del hombre. El concepto de Jesús es distinto: estando
con El, el hombre se basta a sí mismo y ya está salvado. La presencia de Jesús
hizo que amainara el viento. La reacción del grupo de apóstoles está llena de
admiración: «realmente eres Hijo de Dios».
Jesús compaginaba su intenso y generoso
trabajo misionero con los momentos de soledad y oración. En el diálogo con su
Padre es donde encontraba, también Él, la fuerza para su entrega a los demás.
Para que nuestra actividad no sea sólo
humanamente buena y hasta generosa, sino que sea realizada desde las
motivaciones de Dios, necesitamos ese contacto permanente con el Padre.
La barca de los discípulos, zarandeada por
vientos contrarios, es símbolo de la Iglesia que vive agitada por los problemas
internos y la oposición. Pero también es símbolo de nuestra propia vida, con
sus tempestades y vaivenes. En ambos casos, sin Jesús en la barca todo parece
hundirse. Si lo dejamos subir, el viento calma. En los momentos de tempestad,
deben resonar las palabras de Jesús: «Ánimo, soy yo, no tengan miedo». Y
confiar en Él.
La actitud de Pedro también nos llama a no
fiarnos demasiado de nuestras propias fuerzas. Igual que Pedro, que deja la
relativa seguridad de la barca, tenemos que saber arriesgarnos y abandonar
seguridades cuando Dios lo pide y no quedarnos en lo aparentemente seguro.
La vida nos da golpes, pero ahí está el
Señor a la espera de nuestra petición de ayuda. Necesitamos ir aprendiendo a
arriesgarnos, a pesar del viento, pero convencidos de que la fuerza y el éxito
están en Jesús, no en nuestras técnicas y talentos, porque «realmente Él es el
Hijo de Dios».
La victoria es fruto únicamente de la fe
en Jesús Salvador; fe que excluye cualquier sentimiento de confianza en uno
mismo, de entusiasmo inútil, de temor o de duda. A pesar de que tengamos que
caminar sobre las aguas embravecidas del sufrimiento, físico o moral, entre
vientos de oposiciones; no dudemos de la presencia de Jesús; El no permitirá
que la prueba supere nuestras fuerzas.
Para
discernir
¿Cuáles son mis puntos de apoyo en mi vida
de fe?
¿Me abandono sin miedo a la voluntad de
Dios?
¿Soy capaz de hacer una opción segura por
el reino?
Repitamos a
lo largo de este día
…Señor sálvame…
Para la
lectura espiritual
…”Toda la naturaleza es caridad, pero sólo
el místico vive este amor de una manera experimental. El amor de Dios nos rodea
por todas partes. Su amor es el agua que bebemos, el aire que respiramos y la
luz que vemos. Todos los fenómenos naturales no son más que formas materiales
diferentes del amor de Dios. Nos movemos dentro de su amor como el pez en el
agua. Y estamos tan cerca de él, tan embebidos de su amor y de sus dones
(nosotros mismos somos don suyo), que no nos damos cuenta de ello por falta de
perspectiva. Su amor
nos rodea por todas partes y no lo sentimos, como tampoco sentimos la presión atmosférica.
nos rodea por todas partes y no lo sentimos, como tampoco sentimos la presión atmosférica.
Dios ha provisto a la tierra durante
cuatro mil millones de años y se ha preocupado de los pájaros y de los insectos
durante cientos de millones de años; pero tú te sientes sólo y abandonado en el
universo y caminas preocupado por tus asuntos como si nadie se preocupara de
ti. Olvidas que alguien se preocupa a cada instante de todos tus trabajos,
regula el movimiento de tu sangre y el funcionamiento de todas tus glándulas. Y
crees que los pequeños problemas de tu vida práctica sólo tú, en todo el
universo, puedes resolverlos.
El escucha el grito del ciervo en el
arroyo que le pide una compañera y se la da. Se preocupa del cuclillo que pide
su comida. Guía a las cigüeñas en su emigración. Vela sobre la comadreja y el
tejón cuando duermen en sus madrigueras. La rana, el escarabajo y el cuervo
encuentran el alimento cada día a la hora debida. «Todos, Señor, están
pendientes de ti, y esperan que les des la comida a su tiempo. Tú se la das y
ellos la toman, abres tu mano y quedan saciados»… (Sal 103)
E. Cardenal, Canto al amor, Asís 1982, pp. 53ss.
Para rezar
Creemos que Dios es Espíritu y los que le adoran,
deben hacerlo de verdad conforme al Espíritu.
Creemos que Dios es luz, y si vivimos en la luz, que
es Dios, hay unión entre nosotros.
Creemos que Dios es amor, y todo el que ama es hijo de
Dios y conoce a Dios.
Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
Creemos que El es la Resurrección y la Vida, y el que cree en El, aunque muera, vivirá.
Creemos que somos hijos de Dios, y que El nos ha dado su Espíritu.
Creemos que si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para que nos perdone y nos limpie de toda maldad.
Creemos que el mundo pasa, con todos sus malos deseos, más el que hace la voluntad de Dios vive para siempre, Amén.
Creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo.
Creemos que El es la Resurrección y la Vida, y el que cree en El, aunque muera, vivirá.
Creemos que somos hijos de Dios, y que El nos ha dado su Espíritu.
Creemos que si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para que nos perdone y nos limpie de toda maldad.
Creemos que el mundo pasa, con todos sus malos deseos, más el que hace la voluntad de Dios vive para siempre, Amén.
Equipo De Selah
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