Unos
Momentos con Jesús y María
Lecturas
del 20-9-17 (Miércoles de la
Semana 24)
SANTORAL: San Andrés Kim Taegön y
compañeros
"Pero la Sabiduría ha
sido reconocida como justa por todos sus hijos.”
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14-16
Querido hermano:
Aunque espero ir a verte pronto, te escribo estas cosas por si me atraso. Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
En efecto, es realmente grande el misterio que veneramos: El se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, proclamado a los paganos, creído en el mundo y elevado a la gloria.
Aunque espero ir a verte pronto, te escribo estas cosas por si me atraso. Así sabrás cómo comportarte en la casa de Dios, es decir, en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.
En efecto, es realmente grande el misterio que veneramos: El se manifestó en la carne, fue justificado en el Espíritu, contemplado por los ángeles, proclamado a los paganos, creído en el mundo y elevado a la gloria.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 110, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: 2a)
R. Grandes
son las obras del Señor.
Doy gracias al Señor de
todo corazón,
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas. R.
en la reunión y en la asamblea de los justos.
Grandes son las obras del Señor:
los que las aman desean comprenderlas. R.
Su obra es esplendor y
majestad,
su justicia permanece para siempre.
El hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo. R.
su justicia permanece para siempre.
El hizo portentos memorables,
el Señor es bondadoso y compasivo. R.
Proveyó de alimento a sus
fieles
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones. R.
y se acuerda eternamente de su alianza.
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
dándole la herencia de las naciones. R.
X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7, 31-35
Dijo el Señor: «¿Con quién puedo
comparar a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a
esos muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos:
"¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos
fúnebres, y no lloraron!"
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!." Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!." Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes dicen: "¡Ha perdido la cabeza!." Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores!." Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos sus hijos.»
Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús
critica nuestra actitud de interpretar mal todo, aún las acciones de los
Santos, como el caso de Juan el Bautista.
Porque el ayuno de San Juan de San Juan fue
criticado por algunos como obra del demonio. En cambio a Jesús lo llamaron
glotón. Y San Lucas, al relatar este pasaje del evangelio no tiene
reparos en referir las acusaciones que se dijeron contra el Señor, para que nos
quedasen como enseñanza las palabras de Jesús.
Muchas veces aún cuando un hecho sea bueno, y
aparezca como bueno, igual lo criticamos, sospechando por ejemplo de la intención
que se tiene al hacer el acto bueno.
El Evangelio nos pide que pensemos bien, y cuando no
podamos justificar un acto, por lo menos tratemos de justificar las intenciones
con que se realizó ese acto. Si no podemos hablar bien de una persona en
público, entonces es preferible callar antes que criticarla.
Dios no delegó en nadie el poder de juzgar. El
juzgar se lo reservó para él mismo. Y esto es así, porque para juzgar hay que
tener el conocimiento total de la persona que realiza el acto, sus intenciones,
sus móviles que la impulsan a obrar así, su criterio de las cosas y del acto
que realizó; y nosotros no podemos saber de eso. Por eso la prudencia nos exige
que no emitamos juicio sobre las intenciones en el obrar del prójimo.
Jesús nos vuelve a mostrar en este pasaje del
evangelio, que aunque los hechos sean objetivamente buenos en sí, el hombre
puede interpretarlos mal. Nuestra visión es pequeña, y la sabiduría de Dios es
la que dispone las cosas.
El Padre Martín Wiechs tiene un cuento de un Párroco
que pegó en la puerta de su Iglesia, del lado de afuera para que la pudieran
ver, una carta abierta para todos los que se quejaban de que la parroquia
fuese dominada por un pequeño grupo:
Les agradezco mucho de la preocupación por la marcha
de nuestra comunidad parroquial. He investigado lo que ustedes denuncian y
resulta que tienen plena razón.
Además, se demostró lo siguiente: el grupo que
predomina en la parroquia consiste en fieles que regularmente participan en la
Misa y otras reuniones, están dispuestos a aceptar cargos de servicio en la
comunidad y sacrifican su tiempo y sus energías para los demás, convencidos de
que uno tiene tanto más provecho de la Iglesia cuanto más hace a favor de ella.
Les propongo integrarse a este grupo y ampliarlo, lo
que no les resultará difícil. Vengan a nuestras reuniones, hagan
propuestas constructivas y participen de nuestras actividades - y casi sin
darse cuenta serán un miembro más del grupo
Hoy vamos a pedirle a María nuestra Madre, que nos
ayude a mirarnos a nosotros, descubrir nuestras debilidades y pedir
perdón a Dios por ellas. Así nos volveremos más comprensivos con los demás y
evitaremos toda crítica que perjudique a nuestros hermanos.
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas
SANTORAL: San Andrés Kim Taegön y compañeros
Los laicos llevaron la fe católica a Corea al final del siglo XVI. La evangelización era muy dificil porque Corea se mantenía aislada del mundo, excepto por los viajes a Pekín para pagar impuestos. En uno de esos viajes, hacia el año 1777, algunos coreanos cultos obtuvieron literatura de los padres jesuitas en China. Comenzaron una igleisa doméstica en Corea. Doce años después, un sacerdote chino fue el primer sacerdote que logró entrar secretamente en Corea. Encontró allí 4000 católicos. Ellos nunca habían visto un sacerdote. Siete años mas tarde, en medio de gran persecusión, habían 10,000 católicos.
San Andrés Kim Taegon es hijo de
nobles coreanos conversos. Su padre, Ignacio Kim, fue martirizado en la
persecusión del año 1839 (fue beatificado en 1925 con su hijo).
Andrés fue bautizado a los 15 años
de edad. Después viajó 1,300 millas hasta el seminario mas cercano, en Macao,
China. Seis años después se las arregló para volver a sus país a través de
Manchuria. Ese mismo año cruzó el Mar Amarillo y fue ordenado sacerdote en
Shangai. Era el primer sacerdote nacido en Corea.
Regresó a Corea y se le asignó
preparar el camino para la entrada de misioneros por el mar, para evitar los
guardias de la frontera. En 1846 fue arrestado, torturado y decapitado junto al
Rios Han, cerca de Seoul, Corea. Tenía 25 años.
Hubieron varios miles de mártires
coreanos en esa época. En 1883 llegó la libertad religiosa.
Beatificado en 1925 y canonizado el
6 de Mayo de 1984 por Juan Pablo II en su visita a Corea, junto con 102 otros
mártires, incluyendo el seminarista Pablo Chong Hasang. La mayoría de los
mártires canonizados eran laicos. La multitud en la misa de canonización fue
una de las mas grandes que jamás se han reunido en la faz de la tierra.
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