10 de noviembre de 2017 – TO – VIERNES DE LA XXXI SEMANA
Los hijos de
este mundo son más astutos que los hijos de la luz
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Roma 15, 14-21
Hermanos, estoy convencido de que ustedes
están llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, y
también de que son capaces de aconsejarse mutuamente. Sin embargo, les he
escrito, en algunos pasajes con una cierta audacia, para recordarles lo que ya
saben, correspondiendo así a la gracia que Dios me ha dado: la de ser ministro
de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el oficio sagrado de anunciar la
Buena Noticia de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda
agradable a Dios, santificada por el Espíritu Santo.
¡Yo tengo que gloriarme en Cristo Jesús,
en lo que se refiere al servicio de Dios! Porque no me atrevería a hablar sino
de aquello que hizo Cristo por mi intermedio, para conducir a los paganos a la
obediencia, mediante la palabra y la acción, por el poder de signos y prodigios
y por la fuerza del Espíritu Santo.
Desde Jerusalén y sus alrededores hasta
Iliria, he llevado a su pleno cumplimiento la Buena Noticia de Cristo, haciendo
cuestión de honor no predicar la Buena Noticia allí donde el nombre de Cristo
ya había sido invocado, para no edificar sobre un fundamento puesto por otros.
Así dice la Escritura: Lo verán aquellos a los que no se les había anunciado y
comprenderán aquellos que no habían oído hablar de él.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 97, 1.
2-3b. 3c-4 (R.: cf. 2b)
R. El Señor reveló
su victoria a los ojos de las naciones.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria. R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las
naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 16, 1-8
Jesús decía a sus discípulos:
«Había un hombre rico que tenía un
administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo:
“¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque
ya no ocuparás más ese puesto.”
El administrador pensó entonces: “¿Qué voy
a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir
limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el
puesto, haya quienes me reciban en su casa!”
Llamó uno por uno a los deudores de su
señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” “Veinte barriles de
aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en
seguida, y anota diez.”
Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto
debes?” “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le
dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos.”
Y el señor alabó a este administrador
deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son
más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Al terminar su carta, Pablo se siente
obligado a hacer la apología de su ministerio. Va a justificar el derecho y el
deber que siente de decir todo lo que dijo a los cristianos de Roma.
Se va a excusar de haber intervenido en
una comunidad que él no fundó directamente. Pablo siente un cierto escrúpulo al
dirigirse a una Iglesia que fundó san Pedro.
Pero Pablo no puede vivir sin evangelizar.
Su interés básico y casi único es “anunciar la Buena Noticia de Dios a los
gentiles”. En este momento de su vida Pablo contempla ya el triunfo del
Evangelio. Igual que “desde Jerusalén y llegando hasta la Iliria, todo lo ha
dejado lleno del evangelio de Cristo”, también se interesa por Roma, la capital
del mundo de la que se siente corresponsable, aunque todavía no los conozca.
Pablo siente orgullo por la misión
recibida: predicar la buena noticia de Jesús a todos los pueblos. Orgullo que
no es vanidad, porque reconoce que todo lo hace Cristo por su medio para que
los gentiles respondan a la fe.
Pablo como «ministro» no es solamente una
manifestación de la comunidad. Recibió una “función” que le viene de Dios, y
que no es exclusiva de la comunidad de la cual es directamente responsable. Es
una función de “Iglesia”. No son los hombres quienes le dieron la palabra. Esto
le viene de Dios y ello le confiere un cierto “atrevimiento”.
***
Toda la vida de Jesús, sus gestos y sus
palabras, anuncian un Dios de gratuidad. Después de las tres parábolas de la
misericordia, en las que Jesús responde a la crítica que le hacen los fariseos
y maestros de la ley porque se mezcla con publicanos y pecadores, Lucas
continúa esta sección de instrucción a sus discípulos con una nueva parábola:
el mayordomo astuto. ¿Por qué elogia al administrador? Para comprenderlo, hay
que situar la parábola en un contexto mucho más amplio, para poder ver que se
presenta como un resumen de todo el evangelio.
Jesús ya había hablado del “administrador
fiel y prudente”, encargado de distribuir a cada uno su ración. La ración debía
ser abundante; la misericordia debe ser grande como la del Padre. Esto se
encuentra en el trasfondo de la escena del administrador que perdonó las
“deudas” a los deudores del amo.
Un patrón pide cuentas a su mayordomo
porque éste malgasta sus bienes. El mayordomo quedará sin empleo y tendrá que
ganarse la vida de otra forma. Ya no se encuentra en condiciones de cavar y,
mendigar le resulta vergonzoso. Entonces se le ocurre esta salida astuta: al
que debía cien barriles de aceite, le pasa la cuenta sólo por cincuenta; y al
que debía cien medidas de trigo, le pasa cuenta sólo por ochenta. Con esto
buscaba ganarse la simpatía y el aprecio de los deudores de su patrón para ser
recibido luego por ellos con agradecimiento. Renuncia a unos derechos de cobro,
para conseguir una ganancia mejor en su nueva situación de desempleado. Esto,
es lo que admira su patrón, y lo que lleva a Jesús a sentenciar que «los hijos
de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz».
La revelación de la gracia divina abre una
nueva era a la humanidad. Los administradores prudentes son los que imitan con
sus hermanos el perdón del Padre. Dios nos ha dado su gracia sin cálculos. Los
tiempos de crisis exigen una decisión a la altura de la situación. El discípulo
es invitado en la tarea evangelizadora a la creatividad y sagacidad, a recuperar
esas características y a ponerlas en función de la construcción del reino.
Jesús invita a sus discípulos a saber aprovechar y no desperdiciar ninguna
oportunidad para anunciar la propuesta del reino.
El Reino de Dios no puede estar condenado
a la ineficacia ni a la incomprensibilidad. Hacer en virtud de la luz, lo que
otros hacen por el poder de las tinieblas. Jesús reprocha a los cristianos el
hecho de no tener el mismo ingenio, ni la misma inteligencia para “sus asuntos
espirituales”, que los que tienen para los asuntos de este mundo. No es de
creyentes maduros, quedarse en hermosos principios, necesitamos agotar el
ingenio preocupándonos por llegar hasta la eficacia.
El amor de Dios es gracia sin condiciones.
El Señor nos ha enriquecido con su Vida, y ha derramado abundantemente su
Espíritu Santo en nosotros, para administrar los bienes de Dios; dejando de
lado nuestras miradas egoístas, miopes y sin audacia; abriendo nuestros ojos y
trabajando, para que el Reino de Dios, llegue a quienes se han alejado de Él,
viven hundidos en el dolor, el pecado, o dominados por la injusticia o la
maldad.
Para
discernir
¿Ponemos todas nuestras capacidades al
servicio del Reino?
¿Buscamos evangelizar todos los ámbitos de
la vida?
¿Usamos de los recursos que hoy están a
nuestra disposición para anunciar el Evangelio?
Repitamos a
lo largo de este día
…Hazme siempre hijo de tu luz, Señor…
Para la
lectura espiritual
Vivir como buen gerente de los dones de Dios
…”De estas regiones [India y Sri Lanka] no
sé escribiros nada más si no es esto: son tan grandes las consolaciones
comunicadas por Dios nuestro Señor a los que van por entre los paganos para
convertirlos a la fe en Cristo, que si hay algún gozo en esta vida, es este,
ciertamente. A menudo me ocurre oír decir a alguno que está entre estos
cristianos: « ¡Señor, no me des tantas consolaciones en esta vida! Pero, puesto
que en vuestra bondad y misericordia infinitas me las dais, ¡llevadme a vuestra
santa gloria! ¡Tanta es la pena que se tiene de vivir sin veros, una vez que os
habéis manifestado así a vuestra criatura!» ¡Oh, si los que buscan conocerlo a
través del saber en los estudios se esforzaran tanto para buscarlo en estas
consolaciones del apostolado, no pasarían día y noche buscando el saber! Si los
gozos que busca un estudiante en lo que aprende, los buscara haciendo sentir a
su prójimo lo que le es necesario para conocer a Dios, cuanto más consolado y
mejor preparado se encontraría para dar cuenta de sí mismo cuando Cristo
volverá y le pedirá; «Dame cuenta de tu gestión»…
Acabo pidiendo a Dios nuestro Señor… que
nos reúna en su santa gloria. Y para obtenernos este beneficio, tomemos por
intercesoras y abogadas todas las almas santas de las regiones en que me
encuentro… A todas estas santas almas, les pido que obtengan de Dios nuestro
Señor, todo el tiempo que nos queda de separación, la gracia de sentir en lo
íntimo de nuestras almas su santísima voluntad y cumplirla perfectamente”…
San Francisco Javier (1506-1552), misionero jesuita –
Carta del 15•01•1544
Para rezar
Por el servicio de la Iglesia
Señor, nos unimos a toda la Iglesia
y te pedimos para que
podamos asumir la responsabilidad
que nos corresponde por ser bautizados.
y te pedimos para que
podamos asumir la responsabilidad
que nos corresponde por ser bautizados.
Asiste el peregrinar
y el trabajo de tu pueblo,
para que entre todos,
buscando vivir la fidelidad a tus enseñanzas,
podamos ser signos de paz,
de esperanza y de amor,
en medio de una sociedad
que vive los desafíos
de la mentira y la corrupción.
y el trabajo de tu pueblo,
para que entre todos,
buscando vivir la fidelidad a tus enseñanzas,
podamos ser signos de paz,
de esperanza y de amor,
en medio de una sociedad
que vive los desafíos
de la mentira y la corrupción.
En tus manos depositamos
el deseo de vivir
y de formar comunidades eclesiales,
en las cuales todos se sientan hermanos
en torno a tu Palabra.
el deseo de vivir
y de formar comunidades eclesiales,
en las cuales todos se sientan hermanos
en torno a tu Palabra.
Amén.
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