9 de noviembre de 2017 – TO – JUEVES DE LA XXXI SEMANA
Dedicación de la basílica de San Juan de
Letrán (F)
…Somos piedras
vivas del nuevo templo…
Lectura de la profecía de
Ezequiel 40,1b.3a; 47, 1-2. 8-9. 12
En aquellos días:
El hombre me hizo volver a la entrada de
la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al
oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía
por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por
el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino
exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el
agua fluía por el costado derecho.
Entonces me dijo: «Estas aguas fluyen
hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar.
Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde
llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el
suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar,
sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el
torrente.
Al borde del torrente, sobre sus dos
orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus
hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos,
porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas
de remedio».
Palabra de Dios.
O bien: 1 Corintios 3, 9c – 11.16 -17
SALMO Sal 45, 2-3.
5-6. 8-9 (R.: 5)
R. Los canales del
río alegran la ciudad de Dios,
la más santa morada del Altísimo.
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
Por eso no tememos, aunque la tierra se
conmueva
y las montañas se desplomen hasta el fondo
del mar. R.
Los canales del Río alegran la Ciudad de
Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
El Señor está en medio de ella: nunca
vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con
nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús
subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y
palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de
cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes;
desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los
vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre
una casa de comercio.»
Y sus discípulos recordaron las palabras
de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá.
Entonces los judíos le preguntaron: « ¿Qué
signo nos das para obrar así?»
Jesús les respondió: «Destruyan este
templo y en tres días lo volveré a levantar.»
Los judíos le dijeron: «Han sido
necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a
levantar en tres días?»
Pero él se refería al templo de su cuerpo.
Por eso, cuando Jesús resucitó, sus
discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en
la palabra que había pronunciado.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
La región sur de Jerusalén, es la más
infértil de todas las regiones del país, con excepción de Jericó y alguno que
otro torrente inhabitado. El cambio de aridez en fertilidad, es utilizado para
resaltar el efecto que va a producir en el pueblo, las trágicas experiencias
vividas en los últimos años.
El templo, centro religioso y símbolo
nacional de Israel, se ha convertido en lugar de comercio y explotación. San
Juan nos presenta a Jesús, expulsando a los vendedores y cambistas, que se
habían ido apoderando poco a poco del lugar santo.
Juan junta el relato del agua convertida
en vino en las bodas de Caná; con este de la purificación del templo, y la
discusión con los judíos acerca de su destrucción y reconstrucción, aprovechando
el marco de la celebración de la Pascua. La intención fundamental, es dar a
entender mejor, cuál es el programa de su actividad evangelizadora. El vino que
surge de las tinajas de agua, dispuestas para la purificación de los judíos,
muestra la presencia del Hijo de Dios en la fiesta de boda. Pero la gran boda
es la de Dios con su pueblo a través de su Hijo. Así que el gesto de Jesús en
el templo, indica que era necesario que la novedad, su presencia, se hiciera
sentir en un lugar tan paradigmático del pueblo judío como el templo.
La acción de Jesús contra los mercaderes
es una excusa provocadora. Jesús está decididamente en contra, de quienes han
obligado a una gran parte del pueblo, a vivir en condiciones injustas y hasta
profanas. Los bandidos, son los dirigentes y manipuladores económicos que
explotaban a los pobres con el fraude de lo sagrado, y saben que sus ganancias
por el cobro de impuesto a los mercaderes ubicados allí, se van a venir abajo.
Por eso increpan y piden una señal a Jesús para desautorizarlo y sacárselo de
encima.
De ahí en adelante la vida y obra entera
de Jesús estarán consagradas a generar una ruptura con aquellas modalidades,
estructuras e instituciones que sean un obstáculo para la realización del
proyecto de Dios.
La afirmación de Jesús sobre el nuevo
templo proclama la destrucción definitiva de la distancia entre Dios y
nosotros. No necesitamos ya ningún lugar separado para entrar en relación con
Él porque todos los lugares pueden ser santos. El lugar por excelencia es el mismo
cuerpo de Cristo. En éste, el templo nuevo, nosotros somos las piedras. La
relación con Dios está ligada al reconocimiento de su presencia, en todos
aquellos que constituimos el cuerpo de Cristo.
La dedicación o consagración de la
basílica de san Juan de Letrán es celebrada en toda la iglesia católica por
tratarse de la catedral del Papa, obispo de Roma. Se trata de la primera y de
la cabeza de todas las iglesias del mundo católico. Fue mandada construir en el
siglo IV por el emperador Constantino, el primero de los emperadores
cristianos.
Desde muy antiguo, el ser humano ha
sentido la necesidad de reservar espacios que favorezcan el encuentro con Dios.
Al principio del cristianismo, los lugares de encuentro con Dios eran las casas
particulares, en las que se reunían las comunidades para la oración y la
fracción del pan. Con el paso del tiempo, las comunidades fueron construyendo
edificios dedicados a las reuniones litúrgicas, la predicación de la Palabra y
la oración. Y así es como en el cristianismo, con el paso de la persecución a
la libertad religiosa en el Imperio Romano, aparecieron las grandes basílicas,
entre ellas San Juan de Letrán, la catedral de Roma.
San Juan de Letrán es el símbolo de la
unidad de todas las Iglesias del mundo con la Iglesia de Roma, y por eso, esta
basílica, lleva el título de Iglesia principal y madre de todas las Iglesias.
Pero no debemos perder de vista que el
verdadero lugar de encuentro del hombre con Dios, el auténtico templo, es
Jesucristo que gracias a la entrega de su vida por nosotros, ha hecho de la
comunidad de creyentes un templo vivo de Dios.
Para
discernir
¿Experimento la presencia de Dios en los
miembros de la Iglesia?
¿Me siento piedra viva de este nuevo
templo?
¿Reconozco lo sagrado de cada vida?
Repitamos y
vivamos hoy la palabra
…el templo de Dios es sagrado…
Para la
lectura espiritual
«Destruid este Templo, y en tres días lo reedificaré»
“… El Templo judío quedaba confinado a un
solo lugar. El mundo entero no podía estar en él, ni tan sólo toda una nación,
sino tan sólo algunos de la multitud. Pero el templo cristiano es invisible y
espiritual, por tanto puede estar en todas partes… Jesús dijo a la Samaritana:
«Vendrá el tiempo en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu
y en verdad» (Jn 4,23). «En espíritu y en verdad» porque, si no es invisible,
su presencia no puede ser real. Lo que es visible no es lo real; lo que es
material de desintegrará; lo que está en alguna parte no es más que un
fragmento.
El templo de Dios, en el régimen
cristiano, está en todas las partes donde hay cristianos en nombre de Cristo;
él esta tan plenamente presente en cada lugar como si no estuviera en ninguna
otra parte. Y nosotros podemos entrar y unirnos a los santos que lo habitan, a
la familia celeste de Dios, de manera tan real como el judío entraba en los
atrios visibles del Templo. Nosotros no vemos nada de nuestro templo
espiritual, pero es la condición requerida para que él esté en todas partes. No
estaría en todas partes si le viéramos en alguna parte; no vemos nada, pero
gozamos de todo.
Es así como nos lo presentan ya los
profetas del Antiguo Testamento. Isaías escribe: «Al final de los días estará
firme el monte de la casa del Señor, en la cima de los montes, encumbrado sobre
las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos»
(2,2). El templo cristiano ya fue desvelado a Jacob… cuando vio en sueños «una
escalinata, apoyada en la tierra, y con la cima tocaba el cielo. Ángeles de
Dios subían y bajaban por ella» (Gn 28,12) y también al servidor de Eliseo:
«Abrió el Señor los ojos del criado y vio que la montaña estaba llena de
caballos y carros de fuego» (2R 6,17). Todo ello eran anticipaciones de lo que
se tenía que establecer cuando Cristo vino y «abrió el Reino de Dios a todos
los creyentes». Es lo que hace decir a san Pablo: «Os habéis acercado al monte
de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial, a miríadas de
ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están
inscritos en el cielo» (Hb 12,22)”…
Cardenal John Henry Newman (1801-1890), presbítero,
fundador de comunidad religiosa, teólogo
PPS, Vol. 4, nº 12: «La Iglesia una casa para los
solitarios”
Para rezar
Oración por la Iglesia
Que no olvide yo ni un instante
que Tú has establecido en la tierra
un reino que te pertenece;
que la Iglesia es tu obra,
tu institución, tu instrumento;
que nosotros estamos bajo tu dirección,
tus leyes y tu mirada;
que cuando la Iglesia habla,
Tú eres el que hablas.
Que la familiaridad que tengo
con esta verdad maravillosa
no me haga insensible a esto;
que la debilidad de tus representantes humanos
no me lleve a olvidar, que eres Tú quien hablas
y obras por medio de ellos. Amén.
Cardenal Newman
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